Este país salió de un coma profundo el 8 de Marzo de 2018 cuando a los avances democráticos del 15M se le unió definitivamente el Feminismo. La avalancha morada pilló por sorpresa a señores de despacho y escaño y rápidamente se puso en marcha la maquinaria de delirios para seguir perpetuando la desigualdad entre compatriotas.
El PSOE, que había iniciado un camino certero hacia la igualdad con Zapatero, intentaba salvar los muebles ante las peticiones de urgente y radical cambio de paradigma sociocultural. Hoy, el primer Gobierno de coalición de la Democracia entiende la gravedad y no admite vacilaciones ante la libertad sexual de las mujeres.
Ciudadanos sacó la versión light que evitaba ofendiditos, “el Feminismo liberal”, que decía que las mujeres éramos libres y que solo teníamos que pelear como un hombre. Hoy, Inés Arrimadas sigue encabezando la misma lucha y desarrolla su idea de Feminismo junto a Vox en Murcia, Madrid y Andalucía.
En el otro lado de la realidad y apartados visiblemente de ella, el Partido Popular agarraba a sus votantes con tonterías rocambolescas como ver a Pablo Casado apoyando en rueda de prensa el 8M, con un séquito de mujeres quitecitas detrás. Hoy, Cayetana Álvarez de Toledo se desmarca del PP, que ahora sí se suma a la huelga, y muy en solitario reivindica su derecho a seguir considerando ese día como un día contra los hombres. Por último están los de Vox que, desde su nacimiento, patalean asustados y sueñan con feministas feas que les quitan el bocata en el recreo.
En todo ese escenario de ruptura entre hacer política para las mujeres o hacer política desde el Feminismo, emergía la política del activismo de Unidas Podemos que había sido parte de las reivindicaciones de la calle. Hoy, Irene Montero es Ministra de Igualdad y esta semana ha presentado la ley del movimiento feminista.
Una ley a la vanguardia legislativa mundial, que recoge las demandas que tanto hemos pedido como activistas. En adelante no habrá diferencia entre abuso o agresión sexual. Serán agresores quienes agredan a una mujer, sea su pareja o no. Ya no hará falta que la víctima demuestre todo lo que se resistió, ni que la ausencia de resistencia ponga en cuestión si fue o no violada. Nuestro consentimiento elevado a la categoría de ley.
Una ley reclamada y necesaria que se pone de frente ante las agresiones sexuales y las sentencias injustas. También por las 1047 mujeres que han sido asesinadas desde que tenemos registro en España. Porque en la Historia reciente no ha habido persecución ni condena más violenta contra un grupo social.
Si los agresores fueran emigrantes, refugiados o las víctimas hombres blancos occidentales, hablaríamos de terrorismo. Se hubieran activado todas las alarmas, no se debatiría otra cosa en las tertulias. En consenso político, nacional e internacional, se hubieran acordado contra el machismo las medidas más potentes. Sin embargo, en este Estado democrático aún hay quienes se siguen rasgando las vestiduras cuando se propone una ley contra agresores. Es indecente y da mucha vergüenza.
Por suerte, el efecto morado no para. La cuarta ola feminista apuntaló la necesidad de Feminismo en la escuela, en casa y en la calle. Hoy consolidamos nuestra lucha por la libertad sexual en una ley que nos entiende. Mañana seguiremos señalando los viejos privilegios masculinos que nos llevan sacando ventaja durante toda la Historia.
La España de hoy es la del movimiento ecofeminista y el cambio se impone al inmovilismo como se impone el sentido común a la fuerza bruta. Desde ese 8M histórico que desbordó las calles y movilizó a mujeres de todas las edades y de todo el planeta, han pasado solo dos años. Este domingo volvemos a salir, alegres, rabiosas, imparables; pero ya no somos las de antes, somos las de ahora en adelante.