Ha llegado el momento. Los 12 diputados de Vox en Andalucía extreman la urgencia. Ha llegado el momento de votar en toda España. Por favor, señor Pedro Sánchez, abandone la idea de parchear su débil liderazgo con unos nuevos presupuestos y convoque elecciones para primavera. Sea valiente.
Varias cosas han cambiado con la llegada de Vox al parlamento andaluz. En primer lugar, el tema de debate “España” ha dado un giro copernicano. Está sufriendo un claro proceso de reencuadre.
Por paradójico que pueda parecer, pierde peso el acento en la idea de “España amenazada por el separatismo catalán”, la aplicación del 155, los políticos independentistas presos y ahora en huelga de hambre, las algarabías callejeras de los Comités para la Defensa de la República Catalana…
La visibilidad pública se está yendo hacia otro lugar, en parte también por una reactivada cuestión social (médicos, estudiantes) que vuelve a agitar Catalunya. Al margen, por fin, del enarbolamiento de las banderas. Quien nos lo iba a decir hace sólo unas semanas.
El tema de debate “España”, así, se aleja de cuestiones dañinas para los intereses y el discurso de la izquierda. Nuestra historia nacional reciente resulta especialmente traumática para la izquierda, que jamás ha podido reconciliarse ni con la bandera ni con una idea aglutinante y progresista de España.
Sin embargo, el tema de debate “España”, desde el pasado domingo 2 de diciembre, ha sufrido, como digo, un cambio de perspectiva espectacular.
Vuelve la rancia idea de España. Asociada al franquismo y al nacional catolicismo. A la discriminación de la mujer y la criminalización de los homosexuales y transexuales. A la consideración de los inmigrantes como infrahumanos que merecen morir en el mar. Al desprecio por el medio ambiente, la tolerancia y el cosmopolitismo ilustrado.
Si en el debate “España vs separatismo” la izquierda no disponía de un encuadre convincente para competir con el de la derecha, en esta redefinición de términos, sí tiene entre manos un marco potente. Y vaya si lo es. Se llama tolerancia, modernidad, derechos de la gente, feminismo, política social y justicia.
En segundo lugar, la mera posibilidad de que Vox entre en el gobierno de Andalucía o, cuanto menos, que su concurso resulte esencial para que PP o Ciudadanos reemplacen al PSOE, refuerza este reencuadre del tema de debate “España”.
Sin duda, lo volverá más potente y resonante para muchos ciudadanos, dejando camino libre a las estrategias movilizadoras de los principales partidos de izquierda y movimientos sociales afines. Si el Partido Popular se presta a gobernar con Vox, a buen seguro, dañará parte de sus opciones de captar votos en el caladero de los electores moderados.
Ciudadanos, tengo la impresión, es más consciente de ello. De ahí que mire a Vox con mayor recelo que los populares. Pero los de Rivera son también susceptibles de caer en las garras de la ultra derecha, con la excusa de sustituir a unos socialistas corruptos y apoltronados en el Palacio de San Telmo desde ni se sabe.
Si esto sucede, tanto PSOE como Podemos/IU tienen todas las de ganar. Dispondrán de una campaña a su medida y de la capacidad de activar de nuevo la calle. Los votantes más moderados buscarán refugio, a buen seguro, en los socialistas. Podemos se nutrirá, en cambio, del resurgir de los movimientos anti fascistas y de contenido social.
¿Acaso la huelga feminista de marzo fue un esfuerzo inútil? ¿Las mareas blancas y verdes? ¿La ley de Zapatero de matrimonio homosexual? ¿Las movilizaciones anti desahucios? ¿Las reivindicaciones de los pensionistas? ¿El 15-M?
No lo creo. Es necesaria una removilización de esta España. Y, ahora, Vox, lo ha hecho más posible que nunca. Es preciso un nuevo gobierno de izquierdas con una base social más amplia. Y el horizonte podría estar apuntando hacia ello.
Gracias, Santiago Abascal, por hacerlo viable. Sánchez, convoque elecciones. Iglesias, pacte con los socialistas. Ha llegado la hora de los valientes.