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El impacto de la COVID-19 en la violencia de género

Dos mujeres y una niña en un pueblo de Guatemala
29 de julio de 2020 21:47 h

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Diversos expertos, expertas y organismos nacionales e internacionales (Ministerio de Igualdad, ONU, PNUD, etc.) están alertando de que en épocas de crisis y de pandemia el enfoque de género es uno de los puntos que los Estados tachan de su agenda, mientras que precisamente es en estas crisis cuando debemos reforzar nuestra mirada sensible al género para poder paliar el daño real causado en las vidas de las mujeres y las niñas a todos los niveles. Al retroceso registrado en el ODS nº 5 de Igualdad de Género de la Agenda 2030 debido al reciente auge de los fundamentalismos y los discursos de odio se suman ahora los graves efectos de la presente crisis por la irrupción de la COVID-19.

Este retroceso tiene un impacto directo en las causas materiales y culturales de la violencia basada en el género que muy previsiblemente la hará aumentar a nivel nacional y global. Como sabemos, las causas de las violencias machistas tienen que ver con las desigualdades (económicas, sociales, políticas, etc.) que hacen que las mujeres y las niñas no puedan disfrutar y ejercer sus derechos como el resto de la población, máxime si nos referimos a sectores aún más vulnerados: víctimas de la violencia de género, diversidad funcional, población gitana, población rural, LGTBIQ, tercera edad, migrantes y refugiadas, familias en situación de pobreza, víctimas de trata y mujeres en situación de prostitución (estos mismos organismos recuerdan la necesidad de intervenir con enfoque interseccional). Es más, el Fondo de Población de las Naciones Unidas apunta que “las mujeres pueden enfrentar un mayor riesgo de exposición a COVID-19 debido a su representación desproporcionada entre el personal de servicios sociales y de atención médica” especialmente en puestos de primera línea, siendo ellas quienes están más expuestas a los efectos primarios y secundarios de la COVID-19, como los síntomas de estrés agudo [i] .

Una vez más son las mujeres las que cargan con el peso mayor de los cuidados que necesita el total de la población suponiendo así también la presente crisis un refuerzo de los estereotipos de género y de la socialización diferencial haciendo que las causas culturales de la violencia machista también se vean reforzadas. Este vínculo entre sobreprecarización de una parte de la población y su utilización como recurso de primera línea para paliar esa misma crisis que las precariza responde a un patrón de comportamiento del sistema que se reactiva durante cualquier crisis, en un ejemplo de cómo las violencias machistas son necesarias para que el sistema continúe existiendo. Sin embargo, y a pesar de que son las mujeres las que más nos cuidan, son los hombres quienes mayoritariamente toman las decisiones, a la vez que las necesidades de las mujeres quedan desoídas [ii].

Este previsible aumento del empobrecimiento de las mujeres y su acceso a recursos es factor clave que dificulta que las mujeres puedan salir de las situaciones de violencia a las que están siendo sometidas. En el pasado año, casi una de cada cinco mujeres de todo el mundo fue víctima de la violencia y ahora mismo muchas de esas mujeres están atrapadas en casa con sus maltratadores, intentando por todos los medios obtener servicios que sufren recortes y restricciones [iii].

Entre otros factores detonadores de la violencia basada en género y contra menores en el hogar vinculados a la cuarentena por la COVID-19 están:

1.      El aumento en el tiempo de convivencia entre agresor y víctima;

2.     el crecimiento de conflictos cotidianos por cuestiones familiares y domésticas;

3.     violencia prolongada sin que se vea interrumpida por las circunstancias de la rutina diaria como compras, escuela, visita familiar, trabajo, etc.;

4.     la percepción de seguridad e impunidad en el agresor.

Además, a nivel psicosocial la cuarentena tiene efectos nocivos sobre la vida mental de las personas, siendo un caldo de cultivo perfecto para el conflicto y para que los maltratadores puedan ejercer el abuso y la violencia con mayor facilidad hacia las personas de su alrededor.

Como muestra de este incremento de la violencia que ya podemos ver en España está el aumento en más del 50% del uso telefónico del 016, de más de un 100% de su uso online, así como la cifra de más de 4.000 detenciones por violencia machista durante las primeras seis semanas de cuarentena.

Frente a esta situación, las mismas fuentes piden actuar a nivel social en dos direcciones:

Llamada a la implicación de los entornos cercanos a las mujeres que sufran la violencia para que las apoyen y comuniquen la situación a las administraciones correspondientes.

Y desarrollo de campañas de concienciación e información específicas para el contexto actual. En este sentido, InteRed, con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), promueve la campaña 'Toca Igualdad' como propuesta para la prevención de violencias machistas en la educación formal y no formal.

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[i] Fuente: https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)30460-8/fulltext

[ii] Por ejemplo, si tenemos en cuenta el efecto de la presente crisis en la protección de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres (planificación familiar, suministros de salud menstrual y atención de salud materna). Ver: Harman S. 'Ebola, gender and conspicuously invisible women in global health governance'. Third World Quart. 2016; 37: 524-541

[iii] Fuente: https://www.un.org/es/coronavirus/articles/mujeres-centro-recuperacion-contra-COVID-19

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