La inutilidad de algunos grandes embalses
El régimen de lluvias existente en la mayor parte en la península ibérica se caracteriza por su régimen irregular, lo que ha hecho que desde hace siglos sus pobladores optaran por la construcción de azudes y embalses. De hecho, los dos embalses más antiguos existentes, construidos en la etapa romana y que todavía hoy están operativos, son los de Proserpina y Cornalbo, en las inmediaciones de Mérida.
Sin embargo no fue hasta el siglo XX cuando se empezaron a construir centenares de grandes embalses a lo largo de toda nuestra geografía, con un objetivo principal y, en muchos casos, casi único: incrementar la oferta, los recursos hídricos disponibles, con independencia de su posible utilidad. A consecuencia de ello, España cuenta actualmente con 1.225 grandes embalses. Es el quinto país del mundo con más infraestructuras de este tipo y el primero de la Unión Europea.
Los embalses producen un gran impacto medioambiental, pues todo lo que queda dentro del vaso de los mismos desaparece para siempre. Suponen la completa transformación del régimen fluvial. Bajo sus aguas desaparecen para siempre bosques, pastizales o dehesas. El impacto social que generan también es muy alto. Los embalses construidos en nuestro país han engullido bajo sus aguas más de medio millar de pueblos. Han supuesto el desplazamiento de al menos cincuenta mil personas, que vieron como sus casas, pueblos, cementerios o huertas desaparecían bajo sus aguas y se veían obligados a emigrar, en la mayoría de los casos a las ciudades. La incidencia sobre el patrimonio histórico y arqueológico también ha sido muy elevada. Bajo las aguas de los pantanos se han sumergido ciudades romanas, asentamientos medievales, puentes de diferentes épocas y numerosas iglesias románicas, cuyas torres asoman a la superficie cuando bajan los niveles del embalse, así como otros elementos y construcciones de considerable interés histórico o cultural.
Los embalses son de las infraestructuras más impactantes que existen, por lo que no es aceptable ningún error. Sin embargo, la frenética y alocada construcción de estas infraestructuras que se llevó a cabo durante todo el siglo XX hizo que algunas, después del gran huella ambiental, social y cultural que generaron, no hayan servido para nada, por diferentes motivos.
Desde Ecologistas en Acción hemos realizado una búsqueda de grandes embalses que nos atreveríamos a calificar de fracasos hidráulicos. Aunque existe un buen número de ellos, de momento hemos seleccionado unos primeros 14 embalses que actualmente carecen de utilidad alguna por no satisfacer ninguna demanda, por tener problemas constructivos graves o por haber sido ubicados en lugares hidrológicamente inadecuados. Estos embalses se distribuyen por las dos Castillas, Madrid, Aragón, Catalunya, Comunidad Valenciana y Andalucía.
También hemos reclamado a la administración hidráulica que proceda a su demolición, así como a la restauración ambiental tanto del río como del vaso del embalse, y de esta manera paliar en parte los perjuicios causados al medio ambiente y al conjunto de la sociedad.
En nuestros ríos también existen miles de pequeños azudes, una parte de los cuales fueron abandonados hace tiempo y que tampoco tienen ninguna utilidad, pero que generan daños ambientales, interceptando el curso natural de los ríos. También sería necesario eliminarlos. De hecho en los últimos años las propias administraciones competentes ya han demolido varios de ellos.
Es evidente que fue una equivocación construir estas obras hidráulicas, pero sería una equivocación mayor permitir que permanezcan y sigan produciendo impactos, por lo que lo más adecuado, tanto a nivel ambiental como social, es proceder a su supresión e intentar reparar una parte de los daños que de forma gratuita e innecesaria se produjeron.