Julio Cortázar y 7 palabras sobre el penúltimo órdago de Podemos

Iniciativa

El contexto está saturado de señales, hay demasiado ruido. Hay una brecha que dificulta la orientación. Todos los días hay noticias, rumores, propuestas, desmentidos, paseos. No hay ya una lectura binaria de las cosas, que es el sistema de señales del bipartidismo, dos caras de la misma cosa. Hay al menos cuatro grandes fuerzas políticas que pugnan a la vez por el sentido. Hay además fuerzas territoriales con agenda propia. Hay además, nos importa, apuestas municipales con su propio proceso. La pelea política es hoy no por quién lleva razón, quién tiene razones, sino por quién es capaz de definir el campo de los otros. Define el espacio del resto quien abre un espacio nuevo. No hay forma de victoria política en este escenario, por tanto, sin desafío. La política es hoy, moverse.

Pantallas

Los medios de comunicación no son aún hoy capaces de producir un sentido coherente. Eso quiere decir que no son capaces de asignar lugares como lo habían hecho hasta ahora. El motivo es que no están, empresarial y políticamente, de acuerdo. El motivo es que no hay un plan común. El motivo es que son yonquis del relato. No pueden ignorar tampoco lo que está pasando. Antena 3 tiene que demostrar tanto una campaña contra las fuerzas del cambio como su propio relato irónico de la misma. Las pantallas, sin embargo, identifican también los ataques. Quien es atacado es fuerte, quien no es atacado es débil. Se ataca a Podemos y al PP y con ello se revela la debilidad del PSOE y Ciudadanos. Ambos comparten un relato que no funciona: se parecen entre sí más de lo que cabría imaginar a priori. Ambos tienen sentido de estado. El estado ya no es un elemento fuerte, lo sabe el PP y lo sabe Podemos.

Se acusa a Pablo Iglesias de ser excesivamente mediático. Como si lo mediático no fuera ya parte indisoluble de la propia materialidad de la política. Como si lo performativo no fuera la forma misma de la política. Cuando Podemos interviene siempre tiene en cuenta el signo, el relato, la forma. La forma es el contenido más que el contenido mismo, qué le vamos a hacer. Pero además Podemos tiene que intervenir ahí dónde lo nombran. Lo que Podemos es, se intenta definir en los medios de comunicación. No intervenir ahí es dejar que te nombren, es decir, que te detengan.

Desafío

Ir de farol es intentar que tu contrincante no acepte una apuesta que perderías en caso de que la aceptara. Un desafío implica siempre la posibilidad de que tu contrincante acepte la apuesta y que entonces no se produzca un escenario victoria/derrota, sino un nuevo juego. La propuesta que Podemos lanza no es una chantaje tampoco, es un desafío.

Desafiar es obligar a otro a salirse del lugar en el que está porque si se queda quieto ese lugar ya no existe como tal. Un desafío es algo que te obliga, insisto, a moverte. No necesariamente en la dirección que el desafío plantea, pero en alguna dirección que sea simétrica a la escala del desafío. Estos días hemos visto dos movimientos en forma de desafío, uno por acción (Podemos) y otro por sustracción (PP) y dos estancamientos. El PSOE califica de chantaje el desafio para hacer como si no existiera e intentar volver a la casilla anterior. Ciudadanos señala el desafío como una forma de la vieja política para seguir apareciendo como árbitro neutral de una situación en la que no tiene nada de neutral. Como todo en política, la llamada a la neutralidad entre partes es una forma de señalar y separar a dichas partes. Llamarte neutral es no serlo.

Monstruo

Desde el 15M la política es monstruosa. Hay varias formas de lo monstruoso. Una es aquella que une partes dispersas generando una figura nueva, una quimera que aparece a la vez como milagro para unos y como horror para otros. Otra forma de lo monstruoso es la de la concreción material de un miedo abstracto. La entrada de los diputados de Podemos en el congreso (como antes de la de los concejales y las concejalas de los ayuntamientos del cambio) fue una primera expresión de esa monstruosidad. Los 69 diputados abstractos se vuelven concretos y materializan la figura.

De esa enseñanza del día del Congreso de los Diputados se alza este desafío. La representación del mismo, saca las negociaciones del ámbito de la retórica y las baja a tierra. Cualquier pacto con Podemos es un pacto con ésto que veis aquí. No es una línea roja, no es una abstracción, somos estas personas, hablamos así, tenemos estas trayectorias. Eso hace material también cualquier otra de las alianzas monstruosas. Viendo a Pablo Iglesias como vicepresidente se revela también la concreción material de un gobierno de gran coalición. De pronto, unas nuevas elecciones se vislumbran como una salida para volver a la abstracción y la retórica. El problema no es la ausencia de una cultura de pacto, sino asumir de una vez (o no) que el cambio es material, no simbólico y que no hay marcha atrás en los procesos sociales que han llevado a Podemos y las confluencias al parlamento. Lo que pasa no despasa. Y esa es la forma más horrible del monstruo para un poder que hoy no sabe cómo lanzar una línea propia. El repliegue de Ciudadanos de una fuerza con todo el dinamismo de las fuerzas económicas a una fuerza “de estado, responsable, centrista” define bien este proceso.

Carreras

El desafío político que plantea Podemos no ha sido consultado a sus bases. Podemos se dota de una dirección que construye la táctica de una estrategia predefinida desde Vista Alegre. Sin embargo, hay que valorar algunos elementos importantes. En primer lugar, la estrategia de la máquina electoral no definía aún la estrategia de la máquina parlamentaria. En segundo lugar el desafío (por su condición de desafio y no de farol) podría devenir estratégico, más que táctico, si el resto de fuerzas interpeladas lo aceptan. A la vez, es absolutamente imposible diseñar un desafío de este tipo y acompañarlo de una discusión colectiva. La discusión colectiva imposibilita este tipo de acciones que requieren de sorpresa y anticipación. Simultáneamente, la propuesta consigue ampliar el campo de ilusión y participación de círculos, simpatizantes, etc. Porque abre un campo político que no es resistencialista, sino afirmativo. La pregunta para las fuerzas del cambio democrático no es menor. ¿Cómo construir organizaciones, con sus procesos de liderazgo y sus estructuras de dirección que sean a la vez abiertas, democraticas, plurales? ¿Qué papel tiene la inmensísima mayoría que sostiene los procesos sociales que producen transformaciones en la relación de fuerzas del poder institucional en el propio juego interno de dicho poder? No es una pregunta solo ética, sino también efectiva. Porque una vez formado cualesquiera gobierno que se forme, ese afuera es quien va a determinar el destino del mismo. No es una pregunta para Podemos, todos los procesos organizados de cambio estamos atravesados por estas preguntas. No dejemos de hacérnoslas.

Cinismo

Hay en la propuesta y en su recepción, su lectura desde los medios un importante componente de cinismo, de desconfianza en las propias instituciones, reducidas a un mero juego de poder entre fuerzas. Nos hemos acostumbrado (Cataluña es el ejemplo más fuerte) a que las elecciones son el momento de acumulación de fuerzas para un momento posterior en el que son los partidos los que usan esa fuerza y la interpretan para componer gobiernos.

Así, se plantea con tranquilidad la posibilidad de que no sea Rajoy el presidente que proponga el PP, o el propio Sánchez en el PSOE o incluso que una tercera persona que ni siquiera ha concurrido a las elecciones sea elegida para la presidencia por el resto de fuerzas. Lo más interesante de todo es que es un fenómeno que empezamos a interiorizar desde la ciudadanía. Nadie demanda un referéndum para investir posibles presidentes que no hemos votado.

No hay en la propuesta de Podemos el más mínimo atisbo de cooperación entre fuerzas. Esto no implica que la propuesta no sea honesta, sino que no hay en ella un afán, el más mínimo, por tejer una complicidad con el PSOE. Aclaro: no demando esa complicidad ni esa cooperación. Solo señalo que cuando se nos muestran las democracias acostumbradas a pactar se olvida que son países cuyos modelos constitucionales no están en crisis. No son países en los que la pelea no se da entre matices de lo mismo, sino entre modelos. La propuesta de Podemos revela la dimensión instituyente de las fuerzas sociales de cambio e invita a los viejos actores del 78 a dejarlo atrás. Ese es quizás el elemento fundamental, que es necesario un paso previo que aún no se ha dado, para que pueda haber cooperación.

Afectos

Pero el caso es que hay también en la propuesta de Podemos un tanto de tejer o retejer afectos. Buscando una solución consensuada con sus alianzas plurinacionales y también reconociendo el papel de Izquierda Unida-Unidad Popular, como una fuerza social y política que no puede ser desdeñada, no solo por su fuerza material (un millón de votos, no lo olvidemos) sino también porque ese paso, ese cierre con el 78, del que ha formado parte, ya lo ha dado. IU-UP está en condiciones de ser una fuerza política que abra su propio espacio a un nuevo momento político (de nuevo, no es un farol, es un desafío) y en esa apertura se abren también las posibilidades de una cooperación hasta antes de ayer muy incierta.

Es probable que el único factor que quede para completar el mapa de afectos que pueda romper ese cinismo institucional que es funcional a las fuerzas del 78 sea iniciar un camino para tejer ese tiempo nuevo y esos afectos con la propia ciudadanía. Quizás nos toca discutir juntos sobre este órdago, sobre ese posible nuevo gobierno, sobre un posible cierre. Quizás nos toca volver a encontrarnos y charlar sobre ese proyecto de país. No para sacar grandes conclusiones: para seguir estando juntos.