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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Mi lectura de la derrota de Madrid

Hoy es un día muy triste que abre un nuevo periodo en Madrid. No hemos conseguido lo que queríamos, Manuela no va a poder seguir siendo alcaldesa y no hemos conseguido un cambio histórico en la Comunidad de Madrid. Pero para ser justos, y para aprender de lo que ha sucedido, nos debemos un debate. Ni sirven de nada las consignas contra los “traidores”, ni los opinadores que situados en la exterioridad inmaculada despachan las culpas a todos por igual, al margen de ningún análisis del papel que cada uno ha jugado o de las decisiones que se han tomado y su porqué. Lo cual, sin embargo, no es incompatible con que cada uno tratemos de explicar lo mejor posible nuestro punto de vista y la lectura que cabe hacer de los datos. Por eso, yo hoy quiero hacer una reflexión, que es sin duda personal, desde el respeto al resto de lecturas, pero que quiero poner sobre la mesa porque me parece esencial que se escuchen todos los puntos de vista.

Ayer, Manuela Carmena obtuvo un gran resultado, a tan solo 15.000 votos del que obtuvo en las elecciones de 2015, aunque no fue suficiente para sumar mayoría. En la Asamblea de Madrid, Más Madrid irrumpió con 20 escaños, aunque no conseguimos evitar el pacto entre Ciudadanos, Vox y el PP. Son unos grandes resultados aunque no hayan sido suficientes. Pero lo más importante es que sin duda son unos resultados contra-cíclicos, porque en 2015 veníamos de la mayor ola de ilusión que vivieron las fuerzas del cambio y ahora, en 2019, hacía tan solo un mes que la derecha había arrasado en Madrid por más de 400.000 votos. Son contra-cíclicos porque en el resto de España el espacio que representó Podemos se ha estrechado casi sin excepción, primero, en las generales perdiendo 29 escaños y también ayer, donde el actual rumbo que Pablo Iglesias ha dado Podemos ha conllevado pasar de 3 a 0 diputados en Castilla la Mancha, de 10 a 1 en Castilla y León, de 6 a 4 en Extremadura, de 9 a 4 en Asturias, de 6 a 2 en Murcia, de 14 a 5 en Aragón, de 10 a 6 Baleares, de 3 a 0 en Cantabria, de 7 a 3 en Canarias, de 7 a 2 Navarra, de 27 a 7 Madrid, de 9 a 4 en Asturias y de 4 a 2 en la Rioja. Siendo así las cosas, en Madrid el espacio que antes representaba Podemos ha mantenido su representación intacta con los 20 escaños de Más Madrid y los 7 que ha conservado Podemos. Si en Madrid se ha resistido contra la debacle generalizada acercándose milagrosamente a los resultados conjuntos del bloque progresista en 2015 (aunque no haya sido suficiente para gobernar) ha sido gracias a la decisión de formar Más Madrid, gracias a que el liderazgo de Manuela e Íñigo y gracias al proyecto ilusionante que se ha fraguado en estos meses bajo esas nuevas siglas. Manuela e Íñigo han conseguido retener a un votante que estaba marchándose despavorido de Podemos y que se sentía huérfano.

Manuela Carmena prácticamente alcanzó los mismos resultados que en 2015, 503.000 votos frente a los 519.000 de las pasadas elecciones, mientras que el PSOE, aunque esto apenas se ha señalado en las últimas horas, perdió unos 30.000 votos. El factor que explica la derrota de Manuela no es tanto la desmovilización de su electorado, sino en muchísima mayor proporción la movilización de la derecha, que ha recuperado unos 100.000 votos de la abstención gracias a irrupción de Vox y a la consolidación de Ciudadanos con respecto a las pasadas elecciones municipales. En 2015, la derecha sufrió una desmovilización histórica en Madrid que no se ha repetido en ninguna de las citas posteriores, ni en las elecciones generales del 20 de diciembre, ni en las del 26 de junio, ni en las generales del pasado 28 de abril. En todas esas citas, la derecha sacó un resultado superior en varios centenares de miles de votos al bloque de la izquierda. En las pasadas generales, la distancia fue muy superior a la que ha separado a Manuela Carmena de la victoria, aun a pesar de la movilización sin precedentes de la izquierda para frenar a la derecha que hubo entonces. Pero aunque Manuela consiguió recortar distancias, de nuevo, no ha sido suficiente.

Desde luego no ha ayudado en absoluto que, a cuatro días de la cita, Pablo Iglesias decidiera pedir el voto a una fuerza a la que ninguna de las encuestas (ni de los propios sondeos internos de todos los partidos) daba ni remotamente representación. La única explicación posible a tamaña irresponsabilidad es que sabiendo esto, Pablo Iglesias decidiera ejecutar su particular venganza contra Manuela tomando de rehenes a millones de madrileños. Los votos de Madrid en Pie no habrían sido suficientes para compensar la movilización de la derecha, pero representan el escaño que faltó a Manuela para mantener intactos sus 20 concejales. Y el hecho de que dicha irresponsabilidad no fuera el único factor que explica nuestra derrota no lo hace menos irresponsable. A todo esto hay que añadir que durante semanas, tanto Iglesias como Monedero o Echenique dedicaron todos sus esfuerzos a erosionar la figura de Manuela Carmena, usando todos sus medios disponibles, tanto en redes sociales como en medios de comunicación. Prefirieron cobrarse como víctima a Manuela a evitar que la extrema derecha fuera decisiva en la ciudad de Madrid.

Se ha insistido sin cesar en que la desmovilización de los barrios del sur es una de las claves. Ya he tratado de explicar que fue más decisiva la movilización de la derecha, pero conviene hacer apunte a este respecto también. El gobierno del Ayuntamiento, pese a lo que intentan decir algunos, ha dedicado importantes esfuerzos a los distritos más pobres, como demuestra la comparación de los niveles de inversión con mandatos anteriores y numerosas políticas públicas específicas: los proyectos de empleo y comunitarios del Fondo de Reequilibrio Territorial, los Equipos de Actuación Distrital, las obras de mejora en equipamientos y centros escolares, el plan Mad-Re de rehabilitación de viviendas, la descentralización cultural, la bajada del IBI en los barrios más desfavorecidos o la reciente creación de la Oficina del Sur y Este de Madrid. Puede, sin duda, que no sea una transformación suficiente o que hayan faltado proyectos más grandes e impactantes. Y puede incluso que algunas de estas cosas ni siquiera hayan llegado a terminarse y acaben inaugurándose en la próxima legislatura. Pero no conozco ningún Gobierno que haya logrado todo lo que se propone y que no haya cometido todo tipo de errores en su gestión. Sobre ellos hay que hacer un análisis profundo y sacar las conclusiones adecuadas. Pero, si quienes hablan desde la pureza ideológica tuvieran razón, no se entendería por qué en todos estos distritos Madrid en Pie ha resultado ser completamente irrelevante. El problema es sin duda más profundo, y habría que analizarlo desde el conjunto de las fuerzas progresistas, tomando como punto de partida que, por cierto, se trata de unos distritos históricamente con una alta abstención. Claramente, no hemos logrado hacer la transformación suficiente como para revertir las desigualdades, pero invalidar las políticas completas de Manuela por ello y negar que por primera vez en décadas se estaba caminando en la buena dirección es falsear los datos y la realidad.

La inmensa mayoría de los votantes de 2015 tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad han decidido apostar por Más Madrid y avalar los pasos de Manuela Carmena e Iñigo Errejón. En el Ayuntamiento, casi una cifra idéntica a la que nos permitió alcanzar la alcaldía entonces. En la Comunidad, tres de cada cuatro votantes de Podemos han confiado en Más Madrid Comunidad permitiéndonos tener una importante irrupción. Quizás, pese al ruido y las filípicas de Monedero, mucha más gente de lo que parece está aguardando un proyecto útil, abierto y que devuelva la esperanza que una vez representó el partido que fundamos hace cinco años y que hoy vive su momento más oscuro.