Hace unos días conocimos que la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social (Arope, por sus siglas en inglés) había aumentado en España en el año 2023. ¿Cómo casa esta información con el hecho de que la economía española haya crecido notablemente y creado tanto empleo en ese mismo año? Pues hay una sencilla explicación de la que muy pocos han hablado y que demuestra que no es tan grave como podría parecer a simple vista.
Para empezar, es importante tener muy claros los conceptos relacionados con la pobreza porque no siempre es así (sin ir más lejos, recientemente el periódico La Vanguardia cometió un error grave en su portada por confundir estos conceptos). Lo que ha aumentado en 2023 es la Arope, un indicador que elabora el Instituto Nacional de Estadística en su Encuesta de Condiciones de Vida. A su vez, este indicador está compuesto por otros tres indicadores: la tasa de riesgo de pobreza, la baja intensidad en el empleo, y la carencia material y social severa. Con cumplir cualquiera de estos tres indicadores, ya se considera que se está en riesgo de pobreza y exclusión social. Cada indicador mide algo diferente y de una forma distinta: la tasa de riesgo de pobreza mide la desigualdad (cuánta gente tiene menos renta que el 60% de la renta mediana de la población total), la baja intensidad en el empleo mide el paro en el hogar (si hay miembros que trabajan menos del 20% del tiempo que podrían haber trabajado), y la carencia material y social severa mide si los hogares declaran tener dificultades para consumir bienes y servicios básicos.
Pues bien, los datos revelan que en 2023 los dos primeros indicadores mencionados (riesgo de pobreza y baja intensidad en el empleo) han mejorado y sólo el otro (carencia material y social severa) ha empeorado. Pero este último ha empeorado tanto que ha compensado la mejora de los otros dos, empeorando por tanto el indicador combinado de la Arope. Concretamente, la población en riesgo de pobreza (que nos habla de desigualdad) ha disminuido del 20,4% en 2022 al 20,2% en 2023; mientras que los hogares con baja intensidad en el empleo han disminuido del 8,7% al 8,4%. Esto, sin duda, son buenas noticias. El problema es que la carencia material y social severa ha pasado del 7,7% en 2022 al 9% en 2023, una cota no alcanzada desde el año 2014.
¿A qué se deben estos resultados contradictorios y contraintuitivos? Para poder responder a esta pregunta necesitamos saber qué tipo de hogares han pasado a tener mayor carencia material y social severa. Como señaló el economista José Noguera, en los gráficos de intersecciones entre subpoblaciones podemos ver que, de los 1,3 puntos porcentuales de incremento en carencia material y social severa de 2022 a 2023, 1 punto corresponde a hogares que no sufren riesgo de pobreza ni problemas de empleo. En otras palabras, que el indicador Arope ha subido casi exclusivamente porque algunos hogares que no son pobres y a los que no les falta empleo han sufrido en 2023 más carencias materiales y sociales severas. Desde luego, es raro y contraintuitivo. ¿Cómo es posible esto?
Para entenderlo es crucial saber que el indicador de carencia material y social severa se calcula preguntando a los hogares si sufren al menos 7 de los 13 elementos de una lista de bienes y servicios básicos. Es decir, es un indicador subjetivo: la respuesta depende de la interpretación personal del entrevistado, no de cuestiones objetivas como sí ocurre con los otros dos indicadores que han mejorado en 2023.
¿Y cuáles son los problemas más señalados por los entrevistados? Fundamentalmente que han tenido dificultades para mantener la vivienda con una temperatura adecuada, que no han podido permitirse una comida de carne al menos cada dos días y que no han tenido capacidad para afrontar gastos imprevistos. En otras palabras: inflación e hipotecas. Los precios de la electricidad, el gas, los alimentos, y las hipotecas han aumentado notablemente en 2023, y eso ha afectado (subjetivamente, al menos) a más hogares que no son pobres y que no tienen problemas de empleo.
En conclusión, la tasa Arope ha aumentado en 2023 porque muchos hogares –que objetivamente no tienen problemas económicos– han contestado subjetivamente que tienen problemas para afrontar los precios disparados de 2023. De ahí que podamos concluir que el aumento de la tasa Arope en 2023 no es tan grave como podría parecer: no se trata de que –como muchos han interpretado– en España haya ahora más gente con menos renta o más alejada de la renta mediana, porque es justo lo contrario, ni de que haya ahora más hogares sufriendo el paro (la situación más empobrecedora de todas, con diferencia), porque es justo lo contrario; no. Se trata de que la inflación y el encarecimiento de las hipotecas han afectado (al menos, subjetivamente) a familias que no sufren la pobreza ni el paro. Y esto es obviamente un problema a tener en cuenta, porque parece indicar que el episodio inflacionario ha afectado en 2023 a familias de renta media o media-baja; pero no perdamos de vista que, al ser un indicador subjetivo, puede estar sesgado por expectativas e interpretaciones personales.
En cualquier caso, todo esto no quita que España no tenga un problema grave España de pobreza que hay que solucionar urgentemente (mejorar el Ingreso Mínimo Vital, aprobar una prestación universal por hijo, mejorar salarios y aplicar un Trabajo Garantizado para alcanzar el pleno empleo serían las mejores soluciones a mi parecer), pero tampoco exageremos lo que ha ocurrido en 2023, un año en el que la tasa de pobreza ha bajado y el empleo ha crecido.