No cabe ninguna duda, el futuro de Más Madrid tendrá una influencia decisiva en el devenir de la política madrileña de los próximos años, al ser un actor local y regional de primer orden. Por un lado, la candidatura encabezada por Manuela Carmena fue la más votada las elecciones al Ayuntamiento de Madrid obteniendo la confianza por segunda vez consecutiva de más de 500.000 electores. También la que encabezó Iñigo Errejón a la Asamblea de Madrid obtuvo en su estreno un notable éxito, superando ampliamente a la coalición de fuerzas a la izquierda del PSOE, unida en torno a Podemos e Izquierda Unida. Este resultado confirma que la presentación de la candidatura respondía a una demanda latente de nuevos sujetos políticos de ámbito regional. Además, el resultado corrobora que una iniciativa homogénea y nítida es mejor valorada que una suma casi interminable de siglas acordada a última hora, percibida por el electorado como la unidad de desconfianzas mutuas.
El balance global se traduce en 19 concejales, 20 diputados, un número elevado de consejeros, asesores y funcionarios y más de 200 vocalías vecinales en los distritos de la capital. Los recursos mencionados suponen un activo humano y político muy importante. De su eficaz gestión y organización depende en buena medida la construcción de un proyecto sólido. Esto último, la generación de nuevos liderazgos y la definición de la propia naturaleza del proyecto son los retos ineludibles de los próximos meses, que tendrán que afrontar el núcleo dirigente y los grupos motores territoriales articulados en muy poco espacio de tiempo.
A este respecto, en lo que al Ayuntamiento de Madrid se refiere, Más Madrid nació para dar continuidad al gobierno municipal de Ahora Madrid con la figura de Manuela Carmena a la cabeza. Dado que el principal objetivo de Más Madrid no se ha conseguido y como consecuencia de ello, Manuela Carmena ha dejado la primera línea de la política, es natural que se abran muchas incógnitas sobre la continuidad de Más Madrid como actor relevante en la esfera municipal y regional. Vivimos un momento político de cambios estructurales en el arco político consecuencia de la ruptura del bipartidismo hacia un nuevo sistema de partidos que no termina de consolidarse.
La misión de Más Madrid, en mi opinión, es profundizar en la experiencia de Ahora Madrid como plataforma independiente de los grandes partidos, que amplíe las bases electorales de la izquierda para reconstruir la hegemonía perdida hace más de dos décadas y liderar el bloque de progreso. Más Madrid tiene que evitar la tentación de ocupar un espacio intermedio entre el PSOE y Unidas Podemos, que es inexistente y que siempre que se ha tratado de poner en práctica ha fracasado. Formamos parte de otra cultura política.
Más Madrid ha venido para quedarse. Si la pregunta es si es viable el carmenismo más allá de Carmena, mi respuesta es sí y que, además, es necesario si queremos recuperar el Ayuntamiento, ganar la Comunidad de Madrid e influir en la política del Estado. Más Madrid responde a una necesidad objetiva de representar a un sector de la sociedad madrileña muy amplio, que no termina de identificarse con los partidos convencionales. Manuela Carmena es una referencia moral imprescindible, no es un fenómeno aislado o coyuntural, consecuencia de una demanda real de un sector de la población, de actores políticos alternativos. En cierta manera fue creada por la ciudadanía madrileña, porque se necesitan al frente de las instituciones a personas con sus valores y características humanas. Cuando vemos que los tres favoritos de las encuestas a las primarias presidenciales del Partido Demócrata de los Estados Unidos, Joe Biden, Bernie Sanders o Elizabeth Warren, son de la edad de Manuela Carmena, nos damos cuenta de que los años y la experiencia no deben ser un obstáculo para seguir jugando un papel activo en la política de tu país.
La gestación de Más Madrid pocos meses antes de las elecciones no impidió que las derechas obtuvieran la mayoría en las elecciones al Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid el pasado mes de mayo. Ni el riesgo real de que los futuros gobiernos de PP y Cs se constituirían con el apoyo de la extrema derecha sirvió para desmovilizar a parte del electorado conservador ni para movilizar al electorado de izquierdas. Tampoco la buena gestión de Ahora Madrid y el carisma de los candidatos a la alcaldía y a la presidencia regional. La corrupción estructural del PP a costa de las instituciones madrileñas, que se revela con toda su crudeza en el auto sobre el caso Púnica de juez García Castellón, tan solo ha producido un trasvase de votos hacia Cs y Vox, que paradójicamente ha servido para que el PP recuperase el Ayuntamiento y mantuviera el gobierno de la Comunidad de Madrid. Hasta aquí todo normal.
Las elecciones al Congreso de 2004 y las autonómicas que provocaron el tamayazo fueron las únicas excepciones de las victorias conservadoras en todos los comicios de los últimos 20 años, hasta que Ahora Madrid en 2015 obtuviera con la suma del PSOE una apretada mayoría, consecuencia de una movilización social previa y sobre todo, con una abstención sin precedentes de la derecha. Dado que esta trayectoria electoral adversa no parece consecuencia de ninguna fatalidad, conviene hacer una revisión de las estrategias de las izquierdas.
Un factor decisivo de desbloqueo debe de ser la consolidación de una alternativa municipalista y regional madrileña. Una alternativa relacionada con la calle y centrada en abordar políticas equitativas en favor de una nueva mayoría social. Para ello tiene que establecer un discurso pedagógico que dé respuesta a las políticas conservadoras de las derechas. Abogo por que Más Madrid sitúe el centro de su fortaleza en lo local. Por una plataforma regional integrada por candidaturas independientes de ámbito local, sin perjuicio del establecimiento de órganos de coordinación comunes. Autónomos en lo local, compactos en lo regional.
Pero en el caso de que finalmente no se alcance un acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos, en contra de lo que deseamos todas las personas que formamos parte de este proyecto y se convoquen nuevas elecciones, Más Madrid debería concurrir por la circunscripción de Madrid encabezado por sus principales referentes, con el objetivo de superar el 15% de los votos y poder formar un grupo parlamentario influyente en la Cámara. En todo caso, esta tendría que ser una decisión colectiva y consecuencia de un debate abierto a la ciudadanía.
La candidatura no restaría sino que sumaría, al evitar la abstención de muchos electores progresistas. Asimismo, sería un toque de atención a los partidos mayoritarios de la izquierda, incapaces de ponerse de acuerdo para gobernar en una situación como la que atraviesan los sectores sociales más desfavorecidos y con los desafíos que tiene que encarar la sociedad española. Una minoría madrileña en el Congreso de los Diputados, solidaria, no identitaria, actuando constructivamente en un bloque plural de fuerzas de progreso, puede jugar un papel muy positivo para Madrid, su región metropolitana y para el conjunto de España. Por un lado, para intervenir en la aprobación de leyes que nos afectan especialmente por ser Madrid la capital del Estado. Por ejemplo: la necesaria reforma en profundidad de la Ley de Capitalidad para un mejor reparto de competencias entre las administraciones. Por otro, para la defensa de los intereses de Madrid cara a un nuevo régimen de financiación de las comunidades autónomas. Por último, para jugar un papel nivelador de las tensiones territoriales en la perspectiva de un potencial desarrollo federal de la Constitución.
Al igual que otras alternativas de ámbito autonómico tienen un magnífico espacio en el Congreso para influir en la política del país y dar visibilidad a sus demandas territoriales, Más Madrid no puede renunciar a ejercer un papel similar si quiere ser hegemónico en el bloque de progreso madrileño.