A propósito de la oportunidad política, recuerdo una discusión con un veterano representante del socialismo madrileño. Ante mi insistencia para mover ficha en otro asunto, contestó: “si se presenta una denuncia, es para ganarla”. Imagino que, si hoy llevásemos la discusión al mismo punto, volvería a contestar con la misma lógica (aunque ahora sea una conjetura): si se presenta una moción de censura, es para ganarla.
Esta es la cuestión que muchos y muchas socialistas se preguntan: es conveniente o no presentar una moción de censura en este momento, sabiendo que Ciudadanos no mueve ficha. Si Aguado, que es quien decide a nivel regional, mantiene su apoyo a Ayuso, entonces no hay ninguna posibilidad de que prospere.
Sin embargo, para llegar a ese momento hay varios elementos internos y externos que debemos considerar.
En el ámbito interno:
En primer lugar, es necesario hacer los deberes con los grupos políticos que acompañarían la iniciativa; así como con los que se pretenda su participación. Es decir, Mas Madrid y Podemos por un lado y Ciudadanos, por otro. Con los primeros establecer ciertos criterios comunes y mucha complicidad. Con Cs una política de mano tendida, de diálogo constante y dejar claro que se va hasta el final.
En segundo lugar, la moción requiere tener un contenido claro, concreto y expresar de manera sencilla el porqué de la misma. Lo propio sucede con su traducción a la sociedad, a quien corresponde presionar a la hora de presentarse. En este caso, el PSOE pone en la mesa, la gestión desastrosa de la pandemia que, no sólo se produjo en los peores momentos de la misma, sino que son visibles y evidentes 6 meses más tarde. En pocas palabras, o se buscan formas para cambiar el gobierno de Isabel Díaz Ayuso o Madrid volverá a ser un caos en lo sanitario, en lo educativo y en lo económico.
En tercer lugar, el elemento crucial es la propuesta de cambio que se hace. En efecto, este punto es muy importante, ya que la ciudadanía espera un cambio real, un cambio que genere expectativas en que los temas que son presentados como el gran problema, serán desarrollados de manera completamente diferente. La sanidad, la educación y la gestión de impacto económico en las empresas y familias.
Una vez que soportemos estos tres ámbitos internos, podremos abordar los externos, teniendo como base una consigna: convencer a Ciudadanos.
En el ámbito externo:
En primer lugar, convencer a Ciudadanos con hechos objetivos (apelar al dialogo). Podemos establecer tres ideas fuerza:
Ciudadanos cada vez que une su destino -electoral- al PP, pierde votos y se produce un trasvase electoral al PP. Esto se produce porque la diferencia ideológica entre PP y Ciudadanos -siendo real- no se distingue por la ciudadanía, ya que Cs une su suerte a un partido ideológicamente cercano. Al llegar a las siguientes elecciones, para poner un ejemplo claro, la ciudadanía atribuirá los logros del gobierno de Madrid al PP, que es quien lo lidera. En sentido contrario, si Cs une su destino a un gobierno liderado por el PSOE, la diferencia de línea ideológica es claramente perceptible y, desde un punto de vista real, sería el único interlocutor válido de cara a la ciudadanía para acaparar el voto del centro derecha.
Convertirse en referente del centro derecha, sería una consecuencia del punto anterior. En efecto, si Ciudadanos apoya una hipotética moción de censura, dejaría al PP de la Comunidad de Madrid (un partido que lleva gobernando con evidente clientelismo durante más de 25 años), muerto. Esto provocaría dos consecuencias inmediatas, la primera es que la referencia del PP en Madrid pasaría a ser del Ayuntamiento (que a todas luces se ha manejado con mucha más habilidad) y, en segundo lugar, provocaría una guerra de poder en el PP de la Comunidad de Madrid, que dejaría, aún más clara, la necesidad de un liderazgo sensato y centrado que, a nivel comunitario, representaría Ciudadanos en el centro derecha. En pocas palabras, les despeja -por fin- el camino.
Generar una línea propia. Al tener una diferencia ideológica concreta, Ciudadanos podrá establecer su agenda de negociación con el nuevo gobierno, que incidiría en los contenidos liberales de su política. Por tanto, marcaría una línea de negociación que sería parte de su capacidad de gestión. Esta gestión le permitiría llegar a las próximas elecciones, con discurso propio. Pocas personas podrán pensar que PSOE y Ciudadanos (y Mas Madrid, por ejemplo) son lo mismo; salvo interesados discursos radicales de Vox o de un PP “despechado”.
En segundo lugar, el PSOE ha de ejercer una correcta presión política. La social, ya la está llevando a cabo la sociedad civil. La gestión sanitaria, conllevará -antes o después- una responsabilidad que se ha de resolver en tribunales y no parece viable que el coste político de un partido “regenerador” en sus estatutos, y con pocos años de gestión, pueda soportar de manera exitosa. Quedarse a ver cómo se pasean por los tribunales sus lideres políticos antes de las próximas elecciones, sería su sepultura política.
En tercer lugar, hay un punto en el que Ciudadanos sí tiene mucho que decir -pues su discurso le acompaña- sin embargo, también se ha visto borrado por la política del PP, que es la economía y la empresa. Las empresas, la gestión de la pandemia y su repercusión en el ámbito familiar, es claramente mejorable. Apostar por el ladrillo (como está haciendo el PP) frente a la economía circular, renovables, tecnología (digitalización) y emprendimiento, no es de recibo en una sociedad como la actual. Si Ciudadanos pierde este discurso, pierde su ADN. Con el PP, no puede mantenerlo, pues la mochila e hipotecas del ladrillo, son grandes y vienen de lejos. Aquí la presión ha de venir de las patronales, de los autónomos, exigiendo un paso delante de Ciudadanos y que sea contrapeso a las políticas sociales -que sin duda- ha de llevar a cabo el PSOE dada la situación de inasistencia y falta de inversiones a la que nos han llevado.
Por todo ello, parece que la posición -objetivamente- más razonable de Ciudadanos sería cumplir con una de las razones de su creación, que es obtener resultados en las elecciones para poder influir activamente en la política; si sigue unida al PP -sobre todo de la Comunidad de Madrid- terminará por desaparecer.
Decía antes, en el tercer punto del ámbito interno, la necesidad de presentar un proyecto ilusionante. Y me detengo un momento en el portavoz socialista en la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo. Gabilondo supone una garantía que está fuera de todo debate. Pensar en un presidente autonómico de su valía, serenidad, sensatez y moderación -en los tiempos actuales- sería una oportunidad y un cambio real frente a lo que hoy tenemos a la vista. Gabilondo representa precisamente lo contrario a lo que personifica Ayuso. Independiente, intelectual de reconocido prestigio, gestor como ministro y ciudadano comprometido con su sociedad en su faceta de político. Es difícil imaginar a Aguado y al equipo de Ciudadanos en una situación incómoda con un presidente como Ángel Gabilondo; por el contrario, cuesta verlos cómodos con las actitudes de Ayuso y su equipo cercano.
Está claro que se dan todas las circunstancias para presentar una moción de censura, pues en la Asamblea de Madrid se han hecho los deberes. Hay un motivo claro y concreto del porqué de esta moción y un proyecto de cambio sustentado en la mejora innegable para la ciudadanía madrileña. La decisión de Ciudadanos, sin duda, supondrá su continuidad política y la búsqueda de su espacio o, por el contrario, la finalización de un ciclo… en sus manos queda y ellos lo saben.
Para terminar y responder a la pregunta del inicio del artículo, yo respondería que a veces las mociones de censura no han de presentarse sólo para ganarlas -que también- sino que, en ocasiones, la dignidad humana y el servicio a la ciudadanía están por encima de las matemáticas.