La memoria histórica del PP
La ONU ha pedido a España que tome “todas las medidas necesarias para garantizar el estricto respeto de los estándares internacionales de los derechos humanos en materia de preservación de la memoria histórica de las graves violaciones de los derechos humanos”.
De inmediato el Partido Popular ha asegurado que “lo que dice ese informe es mentira”, lo dice el presidente de Aragón, Jorge Azcón.
Es extraño, porque el PP tiene verdaderos expertos en Memoria Histórica, como el propio Alberto Núñez Feijóo que recientemente aseguraba refiriéndose al presidente Pedro Sánchez, que “estamos ante un tic autoritario que desde Franco nunca habíamos visto”.
La memoria histórica del PP está un poco escorada. Parecen tenerlo muy claro con respecto a ETA, pero no tan claro con respecto a Franco.
En los últimos años se ha intensificado la idea, surgida desde determinada derecha, de que todo es ETA en los ámbitos progresistas que sustentan al gobierno de coalición.
“Ustedes chapotean en la sangre”, claman en el Parlamento. “Prefiere a los herederos de ETA que a las víctimas”, le increpan al presidente sin caer en la cuenta de que en el propio partido del presidente hay víctimas. “Ha ganado la ETA”, dicen algunos medios refiriéndose a las últimas elecciones vascas.
Carlos Díaz-Pache, portavoz del PP en la Asamblea de Madrid, incidía hace unos días en la “división social, deterioro institucional, el proyecto de ETA triunfando”, para asegurar tras la decisión de Sánchez de seguir adelante como presidente del Gobierno, que “va a tratar de imponer una autocracia”.
Recientemente Esperanza Aguirre, quien fuera presidenta, por el Partido Popular, de la Comunidad de Madrid y presidenta del Senado, nos ilustraba sobre las últimas elecciones vascas de modo claro: “Ha ganado el proyecto político de ETA. Y la suma del Frente Popular vasco de izquierdas, con Bildu, el PSE y Sumar, puede gobernar en cuanto quiera ETA”.
En realidad utilizan a ETA para esconder sus propias miserias. Y esas miserias tienen que ver con un hecho capital, el de que, en esencia, las ideas y los postulados de este tipo de gente, son los mismos que implantó durante cuarenta años el dictador Francisco Franco y, previamente a él, el dictador Miguel Primo de Rivera, autocracias de verdad, sustentadas en el poder de las armas y el terror. Es, en realidad, un suma y sigue.
De hecho, Esperanza Aguirre, que fuera para más inri ministra de Educación y Cultura, anda ahora metida en labores históricas, de revisión histórica en concreto, e inventándose fake news de efecto retardado, sobre quién fue el responsable del golpe de Estado que acabó con la República. “El responsable fue el PSOE”, nos dice con clarividencia la señora, y se nos queda cara de bobos.
Ah, que aquel tipo bajito al que sus camaradas de armas llamaban Miss Canarias, por sus titubeos iniciales, y que miraba desde la atalaya de su cuadro oficial a los estudiantes en las escuelas durante la dictadura, no fue el responsable del levantamiento contra la legalidad de la República, sino que pasaba por allí casualmente. Me perdí aquella lección de Historia.
Algún prestigioso historiador como Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, ha puesto en su lugar a la aprendiz de historiadora. “Me parece que es una falta de respeto al conocimiento histórico”, dice Casanova y explica cómo las armas, las de los golpistas, sustituyeron a la política, y denuncia que “hay gente que cree que la República es un preámbulo de la guerra, que causa la guerra y que en el fondo legitima el golpe de Estado”. “Esta visión política que la he escuchado estos días en política y políticos españoles, esta visión que vi en Esperanza Aguirre, me parece que es una falta de respeto al conocimiento histórico”.
El golpe de Estado de 1936 lo dieron los militares africanistas, así de claro, e impusieron un régimen basado en el terror; su función esencial era asustar a la gente para ganar la guerra cuanto antes e imponer una autocracia militar, lo que finalmente lograron. En esa labor contaron con el apoyo de una parte de la población, de la Iglesia, de los políticos y de los estamentos económicos.
El encargado de coordinar los primeros compases de la rebelión militar contra la República, “El Director” como lo llamaban, era el general Emilio Mola, y avanzada la guerra lo dijo bien claro: “Yo podría aprovechar nuestras circunstancias favorables para ofrecer una transacción a los enemigos, pero no quiero. Yo quiero derrotarlos para imponerles mi voluntad -que es la vuestra- y para aniquilarlos. Quiero que el marxismo y la bandera roja del comunismo queden en la historia como una pesadilla. Mas como una pesadilla lavada con sangre de patriotas, pues esta sangre gloriosa que hoy se está derramando en el frente y que ha de ser como la de Cristo en el Gólgota, la que ha de redimir al pueblo español de sus yerros y de sus desvaríos y le ha de conducir a las grandes empresas para la que está predestinada España”.
Así que a derramar sangre con el estilo aprendido en las salvajadas de Marruecos años antes y en la venganza por la derrota de Annual en 1921 donde murieron cerca de 10.000 soldados de leva obligatoria. Pocos años después, llegó la Guerra Civil y ahí sí, los africanistas mostraron su valor contra un pueblo, su propio pueblo, que esperaba que la República pudiera mantener la débil democracia en un país acostumbrado a la autocracia. Pero no hubo manera. Los errores republicanos dieron la excusa perfecta para volver a recuperar el poder manu militari. Como siempre.
Habrá que explicarle a Esperanza Aguirre, y a los que como ella piensan, que lo de Franco fue un golpe de Estado que se convirtió en guerra civil y finalmente, en una dictadura implantada a base de terror de legionarios, regulares, batallones indígenas marroquís y actuaciones salvajes como las de los militares africanistas que dieron lugar a cuarenta años de silencio para los perdedores de la guerra.
ETA, con su actuación terrorista permitió, entre otras cosas, que después de la Transición no se hiciera una seria reflexión sobre lo que supuso el franquismo. La realidad de ETA era tan brutal que lo tapaba todo. Para desmemoriados interesados como la mencionada líder del PP, convendría revisitar esa época y aclarar para generaciones venideras lo que supuso. Porque supuso, entre otras cosas, hacer borrón y cuenta nueva del entonces reciente franquismo, y se hizo con la generosidad de los demócratas que optaron por la transición y no por la ruptura.
Lo dice bien claro un historiador que conoce a la perfección la época republicana y la franquista, Paul Preston: “A pesar de lo que proclaman los seguidores de Franco, yo no creo que España consiguiera nada bueno con el alzamiento militar de 1936 y la victoria de los nacionales de 1939. Los muchos años de estudio dedicados a la España de los años 30 y anteriores y posteriores a ese decenio, me convencieron de que, a pesar de los muchos errores que se cometieron, la República Española fue un intento de dar una mejor calidad de vida a los miembros más humildes de una sociedad represora. Cuando fracasó, la venganza de Franco y sus seguidores fue brutal y despiadada”.
Entérense los creadores de fake news de efectos retardados sobre el franquismo: “brutal y despiadada”. Esa es la realidad y no otra por mucho que la repitan.
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