El 39º Congreso Federal del PSOE ya ha sido convocado formalmente por el Comité Federal este pasado sábado. El 21 de mayo todos los militantes socialistas podremos votar a la Secretaría General y los días 16, 17 y 18 de junio celebraremos el Congreso.
Bien, superada ya su convocatoria (que no ha suscitado poco debate), es la hora de que cada militante valore qué PSOE quiere y se decida entre las alternativas que representan cada uno de los candidatos/as, no por la que crea que cuenta con más opciones de ganar, sino por que considere que es la mejor. Es la forma más honesta y responsable de afrontar no solo este, sino cualquier otro proceso congresual.
Y es un ejercicio de responsabilidad que debemos asumir todos, dirigentes y militantes. Solo hay que pensar un poco cómo se encuentra el partido, en su momento más crítico desde la transición, como para darse cuenta que debemos afrontarlo desde la máxima responsabilidad, con decisión a la hora de debatir cada una de las posiciones pero también con todo el respeto al compañero/a que piensa diferente.
Estamos inmersos en un proceso congresual decisivo, decisivo para el partido y decisivo para el país, y todos y cada uno de los militantes socialistas tenemos la responsabilidad de resolverlo y resolverlo bien. No podemos volver a cerrar un nuevo congreso en falso como ocurrió en 2012, en Sevilla, o en el congreso extraordinario de Madrid hace tres años. Tenemos que recuperar la lealtad que siempre demostró este partido a las resoluciones y liderazgos que resultaban de los Congresos, y eso significa que todos los socialistas tenemos que ponernos a disposición de la nueva dirección con la mejor actitud para colaborar, al día siguiente, sea quien sea el compañero/a que ocupe la Secretaría General.
El Congreso es el principal órgano de debate y decisión que nos hemos dado los socialistas para resolver qué es lo que el PSOE va a ofrecer a la sociedad española para un determinado tiempo. Por lo tanto no entendería que tanto los militantes como los dirigentes no aprovechen este proceso para hablar honestamente de aquello que quieren para su partido, de lo creen mejor, de qué modelo de organización prefieren, de qué propuesta política debemos presentar, de quién debiera liderarla.
Yo nunca he sabido estar de perfil en política (creo que por definición no es posible). Todo dirigente político debiera asumir el liderazgo que se le presupone, demostrando su capacidad para afrontar el debate político, no desde el tactismo partidista, sino desde sus convicciones y no solo hacia fuera de su organización sino fundamentalmente hacia dentro, hacia sus compañeros/as. Por eso no puedo compartir la actitud huidiza que detecto en algunos dirigentes que están más pendientes de no equivocarse en el apoyo (no vaya a ser que no se lo den al ganador/a) o de no confrontar su opinión con la de otros compañeros que, a pesar de no compartirla, merecen conocerla.
Particularmente creo que la mayoría de los militantes de nuestro partido también exigen a sus dirigentes que les hablen con franqueza sobre lo que realmente piensan, más allá de exigir la neutralidad durante el proceso que necesariamente deben garantizar todas las Ejecutivas en cada ámbito territorial. No me imagino a compañeros como Guerra, Borrell o Ibarra, entre otros, poniéndose de perfil en el Congreso Extraordinario de 1979, cuando el PSOE abandonó el marxismo después de la dimisión de González, o en el XXXV Congreso cuando la Secretaría General se la disputaban Zapatero, Bono, Díez y Fernández.
Y, a pesar de que el nivel de exigencia que se le presupone a un militante de base no es equiparable al de sus dirigentes, también debe asumir que en su mano está el futuro del partido. Por ello, también es nuestro deber como dirigentes, en el ámbito que le corresponda a cada uno, el movilizar y fomentar la participación de todos los militantes socialistas en este Congreso, en la votación a la Secretaría General, en la presentación de enmiendas a las ponencias, en la elección de las delegaciones al Congreso, etc.
Dicho esto, permitidme ofrecer mi opinión sincera sobre cuál es el PSOE que quiero y el que creo que quieren no solo la mayoría de los militantes que integramos este partido, sino millones de ciudadanos/as que nos votaron hace 10 años, con los que hemos perdido su confianza y también con los que nos siguen votando, pero que podrían dejar de hacerlo si no logramos que vuelvan a sentirse identificados con nosotros.
Las distintas ponencias que se proponen para este Congreso (política, económica y estatutaria) van a ofrecernos una buena base para el debate. Y ese debate debe resolverse fijando cuál es el espacio político que ha de ocupar el PSOE en los próximos años. Yo personalmente lo tengo claro. El que ha ocupado siempre.
El Partido Socialista ha sido la referencia política para millones de españoles durante décadas no por casualidad sino por causalidad, porque supo canalizar las demandas de la mayoría social de este país y supo ofrecer soluciones que fue capaz de derivar a la acción de gobierno. Lo ha sido no por intentar representar solo a una determinada corriente ideológica, la socialdemocracia, sino por atraer a personas desde otras posiciones políticas más a la izquierda y también más centradas.
El PSOE tiene que tener su propio modelo de partido y su propio proyecto político para España Por eso, ante el populismo demagogo de Podemos, una formación cuyo propósito fundamental pasa por sustituir al PSOE, tenemos el reto de demostrar que los socialistas somos la verdadera izquierda transformadora, la izquierda sensible que logra corregir las políticas de la derecha para mejorar la situación de millones de ciudadanos. No diciendo a la gente lo que quiere oír, sino escuchando a la gente y actuando allí donde realmente se cambian las cosas, desde las instituciones, desde el Boletín Oficial del Estado.
Pero mientras no podamos gobernar, mientras haya formaciones como Podemos que decidieron votar “NO” a la investidura de un candidato socialista permitiendo que siga Rajoy de presidente, nuestra posición debe ser la más exigente posible ante el Partido Popular. Un PP que ha obtenido en las dos últimas citas electorales su peor resultado desde 1989 y que a pesar de ello está muy cómodo al frente del Gobierno de España. Por ello no podemos ser cómplices del PP matizando sus políticas, políticas que han provocado que la crisis económica haya derivado en estos últimos seis años en una profunda crisis social. Tenemos que ser capaces de corregir y transformar la política del PP desde una oposición exigente hasta que volvamos a ocupar el Gobierno.
Parece difícil pensar que esto pueda ocurrir a corto plazo, pero de nosotros depende. Hoy tenemos un PSOE enfrentado entre sí, en el que no hay respeto entre los compañeros, en el que el frentismo personal ha sustituido a la confrontación política, en el que el revanchismo es el principal argumento. Difícilmente vamos a recuperar la confianza de los ciudadanos si no confiamos en nosotros mismos. Pero tenemos una última oportunidad de corregir los errores que nos han llevado a esta situación, y es este Congreso.
Por eso, respetando a todos los candidatos/as que se presentan inicialmente en este proceso, solo hay uno que me ofrece las suficientes garantías para pensar que una vez acabe el Congreso, al día siguiente de las primarias, será capaz de integrar y de devolverle la unidad al partido, condición imprescindible para retomar su fortaleza. Lo acontecido la semana antes del Comité Federal del 1 de octubre de 2016 representa todo lo contrario de lo que debemos hacer los socialistas, y difícilmente aquellos que fueron los protagonistas del peor episodio del PSOE en décadas pueden ser los mismos que lideren el presente y futuro del partido.
Creo sinceramente que no podemos arriesgarnos a cometer los mismos errores, y que necesitamos al frente del PSOE a un compañero que haya demostrado servir al partido y no servirse de él, al que se le reconozca una lealtad inquebrantable con la organización que representa, que no se apropie de los valores socialistas sino que los promueva interna y externamente, que no utilice la puerta de atrás para imponerse ante otros compañeros/as, que sepa integrar y respetar a aquellos que no piensan exactamente como él o ella. Y ese compañero es Patxi López.
Patxi recibió el liderazgo del PSE-EE en un congreso dividido, con tres candidatos y un partido roto. A pesar de las dificultades lo llevó al Gobierno desde la unidad. Pero no a cualquier gobierno autonómico, sino al gobierno de Euskadi. Una Comunidad Autónoma especialmente difícil para los socialistas, donde los compañeros/as se han jugado la vida durante décadas, hasta que hace siete años, ETA dejara de matar, con un presidente del Gobierno de España socialista y con Patxi López de Lehendakari.
Patxi es el único precandidato hasta el momento que ejerce como diputado en el Congreso en la presente legislatura. Esta condición no tendría ningún valor por misma, pero considero que de poder elegir, no estaría de más hacerlo por un secretario general que también pueda liderar el partido desde el Parlamento, confrontando directamente con Rajoy, Iglesias y Rivera.
Patxi tiene todo mi apoyo para la Secretaría General del PSOE por su capacidad de liderazgo y su profundo compromiso por lo que ha representado siempre nuestro partido. Por su experiencia transformadora desde el Gobierno Vasco y anteriormente para ejercer una oposición exigente. Por su proximidad y talante político, por su capacidad para volver a hacer del PSOE un partido ganador, fuerte y unido. Porque con él de secretario general ganamos todos/as los socialistas/as.
Daniel de la Rosa, es Portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Burgos y Secretario General de la Agrupación Municipal de Burgos.