El Primero de Mayo se ha convertido en la jornada de reivindicación por excelencia del movimiento obrero del mundo. Así lo instituyó la II Internacional de París en 1889, para que no se olvidara la masacre de Chicago de 1886, tras una huelga de trabajadores en demanda de la jornada laboral de 8 horas. En 1890 se celebró la primera manifestación en España también.
Desde entonces ha llovido mucho, pero es cierto que en 2017, 'solo' 127 años después, saldremos a la calle de nuevo para exigir mejores condiciones de vida y trabajo para los trabajadores y las trabajadoras.
Sabemos, y la historia nos da la razón, que la movilización del movimiento obrero ha sido clave para conquistar derechos. En España tenemos un buen ejemplo, pues este mes se acaban de cumplir cuatro décadas de la legalización de las organizaciones sindicales -UGT registró sus estatutos el 28 de abril de 1977-, y las organizaciones sindicales, en colaboración con los movimientos vecinales y de barrio, tuvieron un papel protagonista -no reconocido- en la recuperación de la libertad y de la democracia de nuestro país.
Y tenemos que salir a la calle en este Primero de Mayo porque tenemos motivos: reclamar que nos devuelvan lo que nos han quitado en estos años de crisis y de una mal entendida austeridad que ha empobrecido a una buena parte de la población. Ya no hay excusas. Si hay recuperación, si se reparten beneficios, hay que redistribuir la riqueza y tiene que llegar a las personas, porque son ellas las que van a hacer que se impulse el crecimiento y que este país inicie una senda de recuperación real.
¿Y qué significa que nos devuelvan lo que nos han quitado? Por ejemplo, que los Presupuestos Generales del Estado sitúen en primer lugar el empleo y las necesidades de las personas. Lamentablemente en estos momentos ni siquiera reflejan un esfuerzo inversor. Reducen las partidas de empleo y desempleo, las destinadas a políticas de igualdad, a violencia de género, a infraestructuras, a seguridad y salud, etc..
Tenemos que darle la vuelta a este país. España es el Estado de la UE con la segunda tasa de paro más alta; el 54% de los desempleados lleva más de un año buscando empleo y el 40% más de dos ; el empleo y el desempleo se han instalado en la precariedad más absoluta; los salarios bajan y los precios suben; un día a la semana las mujeres trabajamos gratis; los pensionistas tendrán este año una subida de sus pensiones ridícula y muy inferior al Índice de Precios al Consumo por lo que uno de los sectores más vulnerables de la población perderá irremediablemente poder de compra, y hay pensiones de miseria.
Hay que pasar a la ofensiva. Salir a la calle para exigir responsabilidades por la corrupción y que la política que actúe en pro de los ciudadanos y las ciudadanas; para que Gobierno y Patronal sientan la presión.
Es urgente derogar ya las dos reformas laborales para devolver el equilibrio de fuerzas en la negociación colectiva y bajar del asiento de la impunidad en el que se ha instalado la patronal para no negociar mejoras salariales; hay que poner en primer plano la creación de empleo indefinido, estable y con derechos; Instaurar la necesaria vinculación de que a un trabajo fijo le corresponde un empleo fijo y que a igual trabajo, igual salario.
Hay que reclamar un diálogo social eficaz para poner en marcha un plan de choque por el empleo, dar oportunidades a las personas con mayores dificultades de acceder al empleo, los jóvenes, las mujeres y los mayores de 55 años. Pero también poner en prestación de ingresos mínimos propuesta por las organizaciones sindicales para las familias que ya han agotado sus recursos, así como ampliar cobertura por desempleo porque solo alcanza a poco más de la mitad de los desempleados; una ley de igualdad salarial; una reforma fiscal integral más justa y equilibrada, que luche contra el fraude fiscal y la erradicación de los paraísos fiscales.
Tenemos que exigir Tratados de Libre comercio justos y la derogación del artículo 315.3 del Código Penal que criminaliza el derecho a huelga y una recuperación progresiva del gasto en los pilares del Estado de Bienestar, la sanidad, la educación, la protección social, en especial la ayuda a la dependencia; y propiciar un cambio de modelo productivo, a través de un plan estratégico para la industria.
Es el momento de recuperar los derechos. Y tenemos que reclamarlos en las mesas de negociación, pero también con la movilización. En la Unión General de Trabajadores estamos convencidos que solo de esta forma conseguiremos cambiar las cosas.
Cristina Antoñanzas
Vicesecretaria General de UGT