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Necesitamos más vehículos eléctricos ¿cómo lo hacemos?

Fotografía de archivo de un coche eléctrico cargándose. EFE/Mariscal

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Si queremos descarbonizar la economía, ahora que en el sector eléctrico el triunfo de las renovables ya es incuestionable, es momento de abordar la electrificación del resto de actividades económicas, de forma que consumos que ahora se cubran con gas o petróleo, pasen a ser cubiertos por energía eléctrica, producida, a su vez, por fuentes renovables. Y especialmente, centrémonos en el sector del automóvil.

A la vista de las noticias, uno podría pensar que la movilidad eléctrica no despega, que es mejor continuar con un coche contaminante, ya sea en su modalidad sin disfraz (gasolina) o con disfraz (híbrido). En enero del 2024, el gigante del alquiler de vehículos Hertz canceló sus planes para electrificar su flota y puso a la venta los 20.000 coches eléctricos para alquiler que había adquirido. Su CEO fue despedido por haber apostado por eléctrico. Esta Semana Santa se viralizaron unas imágenes de un área de servicio en la carretera de Valencia donde decenas de coches eléctricos hacían cola para cargar su vehículo. En junio de 2024 estalló otra crisis en España con la dimisión de Wayne Griffiths, CEO de Seat y Cupra, como presidente de la patronal del automóvil, argumentando que el Gobierno no estaba haciendo los deberes en electrificación. Y este mes de septiembre, mientras los tertulianos se convierten en expertos en Lamborghinis, se ha sabido que Volkswagen se está planteando cerrar plantas de fabricación de vehículos en Alemania por primera vez en la Historia, por la crisis derivada de la competencia de los vehículos eléctricos de fabricación china, que podría tener efectos devastadores para la industria automovilística europea.

En resumen, en los últimos años, mientras Volkswagen investigaba cómo manipular los medidores de emisiones de sus vehículos para cumplir con la normativa ambiental y la propia patronal ANFAC pedía mantener los coches contaminantes más tiempo, China hacía una silenciosa pero firme apuesta por reducir las emisiones del transporte mediante el paso al vehículo eléctrico de fabricación local, que en breve podría inundar los mercados occidentales, a pesar de los intentos de poner puertas al campo con tasas en frontera a los vehículos eléctricos chinos, con el argumento de que el gigante asiático está adulterando la competencia con ayudas de todo tipo a su industria (lo que, sin duda, China está haciendo).

Con esta realidad tan negativa es normal que el mensaje que se traslade al consumidor sea de máxima confusión. ¿Hay demasiados coches eléctricos y por tanto se va acabar la fabricación de coches contaminantes en Europa? ¿Faltan cargadores y por eso hay colas, o no hay suficientes cargadores porque no hay coches que los usen? ¿La elección es entre coches contaminantes europeos o coches limpios chinos, es decir, que o nos cargamos la industria europea, o nos cargamos el planeta? Por no hablar de las fake news sobre coches eléctricos que se queman o que no funcionan cuando hace frío.

Con el fin de despejar algunas de las incógnitas, vayamos a los datos y a las propuestas. Este año, hasta agosto, en España se han vendido 32.500 vehículos eléctricos, lo que supone un vergonzoso 4,85% del total de las ventas, y una cifra inferior a la del año anterior. No hace falta compararse con el inalcanzable 80% noruego, pero sí deberíamos aspirar al menos a estar en el 40% de China, el 30% de Países Bajos, el 18% de Alemania o Portugal, y a superar el 16% de franceses y británicos. El nivel de España es equivalente al de italianos, griegos o polacos. Sin embargo, el delito es mayor en el caso español, ya que España cuenta con un elevado nivel de producción de energía renovable, y parte de la energía que se está desaprovechando por insuficiencia de consumo eléctrico, podría dedicarse a desplazar personas en lugar de hacerlo quemando gasolina. De hecho, España puede convertirse en un hub logístico, ya que, al contar con la energía eléctrica más barata de Europa, podrá tener unos costes menores de desplazar 1.000 kilómetros de una mercancía con electricidad respecto de lo que costaría en otros países. Y cuanto más barata la electricidad, obviamente, más a cuenta sale pasarse al eléctrico. Igual que ahora los franceses y portugueses ponen gasolina en España antes de cruzar la frontera por la fiscalidad favorable de la gasolina en España comparada con la mayoría de países europeos, también deberían cargar sus coches eléctricos gracias a que nuestra electricidad limpia es más barata que la suya.

¿Y por qué entonces España es uno de los peores países en movilidad eléctrica a pesar de tener una de las electricidades más baratas de Europa? Según un estudio de la asociación de vendedores GANVAM, en 2023 el 70% de los consumidores españoles declaraba que no compraría un coche eléctrico porque tienen un elevado precio, una baja autonomía y dificultad para cargar el coche. Sin embargo, según un informe de Zap-Map UK de finales de 2021, el 90% de los usuarios de vehículo eléctrico están completamente satisfechos con el cambio.

En la actualidad hay en España unos 150.000 coches eléctricos y unos 34.000 puntos de recarga de acceso público, además de otros 8.000 puntos que no están operativos o están en fase de activación. Según la patronal del vehículo eléctrico AEDIVE, de los 34.000 puntos operativos, 22.500 eran de recarga lenta, 8.200 rápidos, y unos 3.300 ultrarrápidos. Pero el dato más interesante es que la utilización media de un punto de recarga es del 6,3% del tiempo. Por tanto, no hay un problema global de cargadores de vehículos eléctricos (a excepción de algunas zonas menos pobladas), sino que, en la mayoría de casos, el problema es de falta de vehículos.

Cabe plantearse entonces cómo podemos solucionar el problema, por un lado, de consumidores que perciben que no hay suficientes cargadores, y por el otro, de empresas de cargadores que comprueban que no hay suficientes coches que se paren en sus áreas de recarga. Al margen de las ayudas, que gracias al Programa MOVES III son generosas y lo seguirán siendo al menos hasta final de año, es preciso cambiar la percepción pública respecto del vehículo eléctrico, ya que, ni aunque te regalen el coche querrás usarlo si percibes que no cumplirá su finalidad, que no es otra que transportar a su propietario allá donde necesite.

Por tanto, las medidas incentivadoras tienen que apuntar a algo tan sencillo como eliminar la “ansiedad” del conductor de vehículo eléctrico, informando de que el coche cuenta con autonomía suficiente y que existen múltiples opciones de recarga. Eliminar barreras mentales. Para ello, lo primero que hay que hacer es publicitar la disponibilidad de puntos de suministro de forma directa a todos los usuarios de coche, mediante una estrategia de márquetin tan poco sofisticada y tan poco original que solo consiste en copiar a nuestros países vecinos, como la de indicar en la señalización de las carreteras los puntos de recarga, igual que se indican las áreas de servicio y las gasolineras. No indicar el punto una vez se llega al área de servicio, sino en plena carretera, anticipando la información unos kilómetros antes del punto de recarga. La medida lleva años siendo debatida, pero sigue sin implantarse, y la realidad es que la cartelería de las carreteras españolas sigue reforzando el modelo fósil con sus anuncios de gasolineras. Esto tiene que cambiar de forma rápida y decidida. Cada día que pasa sin señalizar los cargadores, es un día más que contaminamos nuestra atmósfera. Por el contrario, si los conductores reciben impactos cotidianos informándoles de dónde pueden cargar su vehículo, eliminarán de raíz su ansiedad de recarga. Esta señalización debe tener también su plataforma digital, que en mi opinión pasa por integrar mejor los puntos de recarga en aplicaciones como Google Maps o Waze, en lugar de ocupar más memoria de los teléfonos con nuevas aplicaciones monotemáticas.

A esta medida podemos sumarle otras, como el fomento, mediante ayudas fiscales, de que las empresas de alquiler de coches vacacionales o de renting de flotas de empresas aumenten su cuota de vehículos eléctricos, especialmente en destinos idóneos para este tipo de movilidad, como pueden ser las islas. Si en tus vacaciones o en tu coche de empresa, pruebas el eléctrico y compruebas que funciona, será más fácil que tu próxima compra sea de un vehículo eléctrico. Lo mismo para los taxis, un tipo de transporte perfecto para el eléctrico, ya que cuanto más se use un coche, con una electricidad más barata que la gasolina, mayor ahorro del paso a la movilidad eléctrica. Por mucho que el fabricante o este humilde columnista aseguremos que el vehículo eléctrico tiene suficiente autonomía para poder funcionar con normalidad y que hay suficientes puntos de recarga, hasta que no se prueba, no se convence a nadie del todo.

También es clave asegurar la disponibilidad de los puntos de recarga, estableciendo medidas punitivas a aquellos que fallen sistemáticamente y que se dejen abandonados, revocando incluso el derecho a mantener el punto en una determinada ubicación. Y en la misma línea, acabar con el absurdo funcionamiento de la recarga mediante todo tipo de aplicaciones, asegurando la posibilidad de pagar con tarjeta sin más registro de alta, como ya prevé la normativa europea para puntos nuevos de más de 50 kW, y que en mi opinión debería extenderse a todos los puntos de recarga mucho antes del 2027 previsto por la normativa para los de más de 50 kW, y también para el resto de potencias. La normativa de defensa de los consumidores prevé el derecho del consumidor a elegir entre distintos medios de pago, y la dictadura de las apps de recarga y de los registros es una práctica inexplicablemente tolerada que actúa como barrera para los consumidores. La mejor manera de fidelizar a los clientes no es con una app, sino con puntos de recarga que funcionen, que tengan precios competitivos y que estén debidamente señalizados.

Finalmente, tenemos que tomarnos en serio la fabricación de vehículos eléctricos en Europa. Aún estamos a tiempo. En la línea del reciente Informe Draghi, es preciso realizar inversiones sustanciales, con visión europea, no regional, de forma que terminemos de raíz con el dilema de o coche limpio o coche europeo. En breve Europa sufrirá inundaciones de coches eléctricos chinos baratos, pero toca responder a la apuesta china o norteamericana con innovación y una política industrial europea desacomplejada, empleando las mejores capacidades técnicas, empresariales, regulatorias y comerciales de nuestro magnífico continente para liderar la carrera de la fabricación de baterías y vehículos eléctricos.

Y por supuesto, igual que nos irá mejor si tenemos vehículos eléctricos que si son contaminantes, también nos irá mejor si tenemos más bicicletas, metros, trenes, tranvías y autobuses y sacamos los coches, al menos, de nuestras ciudades. Cambiar camiones por trenes de mercancías, y cambiar desplazamientos fósiles urbanos o interurbanos por desplazamientos eléctricos en tranvía, metro, cercanías o autobús. Pero si tenemos que tener coches, porque el transporte público no siempre puede ser una opción viable para todas las necesidades de transporte, tenemos que cambiar al vehículo eléctrico hecho en Europa. 

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