No hace falta ser ni republicano ni de izquierdas para estar de acuerdo con esto
Estamos viviendo la peor epidemia en un siglo y la monarquía nos tiene hablando de presuntas comisiones saudíes, cuentas opacas en Suiza, fundaciones pantalla en Panamá y huidas de lujo a República Dominicana. Cuando mucha gente tiene miedo al virus y deberíamos estar hablando de la epidemia, de cómo controlar los rebrotes y de cómo organizar con inteligencia y seguridad la vuelta a las aulas, tenemos que atender y dedicar tiempo a las corruptelas de la familia Borbón.
Los españoles están sufriendo una crisis económica y social devastadora y la monarquía no sólo goza de buena salud presupuestaria sino que acaba de aplaudir a quien ha abandonado el país dejando sin pagar millones de euros que muy posiblemente ha evadido al erario público. Mientras los trabajadores, los autónomos y las pequeñas y medianas empresas sufren para salir adelante y pagan religiosamente sus impuestos, quien encabezó la Casa Real durante cuatro décadas parece estar detrayendo al Estado, de forma ilegal, recursos millonarios que deberían ir a la sanidad y a tantas otras necesidades que tiene nuestro pueblo.
Hoy que nuestro país sufre y ve con incertidumbre su futuro, hoy que las instituciones y los diferentes actores del juego democrático deberían dar certezas y confianza, la monarquía ha obligado a parte del poder Ejecutivo a coorganizar la huida –supuestamente al Caribe– del anterior jefe del Estado, se ha negado a dar explicaciones sobre sus turbios negocios ante el poder Legislativo y causa enorme daño al poder Judicial sembrando la duda de que muy posiblemente la justicia no es igual para todos. Por no hablar de buena parte de los medios de comunicación, pilar esencial en cualquier democracia moderna, deteriorando su credibilidad a base de reunir tertulias de viejos cortesanos para defender lo indefendible. Es la monarquía quien erosiona las instituciones democráticas y no quien la critica.
En un momento en el que el prestigio internacional de España es crucial para nuestro futuro, en el que tantas cosas importantes dependen de negociaciones multilaterales con otros países, en un momento en el que España ha de dar una imagen de seriedad para la gestión de los fondos europeos de los que depende nuestra recuperación económica y una salida verdaderamente social a la crisis y que no deje a nadie atrás, la monarquía nos genera portadas de vergüenza ajena en los principales periódicos de todo el planeta y nos causa un enorme daño reputacional en el extranjero.
La gente de nuestro país es gente decente y trabajadora, que paga sus impuestos y cumple la ley. Estamos además en un momento enormemente delicado de nuestra historia debido a la epidemia de la COVID-19. No nos merecemos y no nos podemos permitir una institución de otra época, que nos desvía de los temas importantes, que secuestra recursos públicos indispensables, que deteriora el prestigio y la credibilidad del resto de instituciones y agentes democráticos, que parece estar por encima de la ley y que ensucia la imagen de España en el plano internacional.
La monarquía está haciendo daño a los españoles y a la democracia. En el peor momento. Y no hace falta ser ni republicano ni de izquierdas para estar de acuerdo con esto. Es bastante obvio.
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