El cáncer no hace distinciones entre las personas y poder tratarlo, tampoco debería hacerlo. La radioterapia es vital para los pacientes oncológicos y se aplica a un 60% de los pacientes contribuyendo a alcanzar un 40% de las curaciones, sin embargo, a pesar de ser imprescindible, su acceso constituye un factor de desigualdad en nuestro país. Así lo hemos comprobado en el último estudio que hemos realizado la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en colaboración con la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), donde se muestra no sólo lo que le puede costar a una persona acceder a este tratamiento, más de 1.100 euros de media, sino el agravio comparativo por tiempos de espera, por distancias recorridas y por unidades de radioterapia disponibles en España. Según este informe, no todos somos iguales frente al cáncer.
1.100 euros para una familia es mucho. Si esta familia tiene dificultades económicas, puede ser inalcanzable. Uno de los costes que puede llegar a plantear mayores dificultades para los pacientes es el alojamiento durante el tiempo que dure el tratamiento y otro es el desplazamiento; y lo que cuestan los fármacos para controlar los efectos secundarios es otro de los gastos que deben asumir, sin olvidarnos, por supuesto, de las comidas o la pérdida de ingresos por dejar de trabajar.
A este impacto económico no olvidemos que debe añadirse el coste personal, el impacto que tiene en cada paciente y su familia recibir un tratamiento que le puede salvar la vida: horas de espera, viajes diarios, abandono del hogar y de la unidad familiar si necesitas alojarte lejos de tu domicilio… Un tratamiento de radioterapia dura apenas tres minutos, recibirlo puede suponer un viaje de casi 200km y más de tres horas de espera.
El cáncer no hace ninguna distinción por razón de género, nacionalidad o nivel socioeconómico. Pero recibir un tratamiento como por ejemplo la radioterapia en España sí. La radioterapia es un ejemplo claro de cómo influye el lugar de residencia en un mayor o menor facilidad para acceder a un tratamiento vital, algo que se puede solucionar con voluntad política.
Desde la AECC estamos ayudando a mitigar esta situación poniendo a disposición de pacientes y familiares 37 pisos y residencias, así como diversas ayudas económicas para paliar los costes añadidos del tratamiento. Sin embargo, se necesita ir más allá y para ello proponemos una solución que gira en torno a tres ejes fundamentales: la equiparación en todos los territorios de las ayudas públicas, igualando las más bajas a las más altas; la inclusión de todos aquellos fármacos o productos para el control de los efectos secundarios de los tratamientos en la prestación farmacéutica del Sistema Nacional de Salud (SNS), además de un nuevo baremo en el que se tenga en cuenta la situación económica y social de los pacientes, y no sólo su situación clínica o la dificultad de movilidad, a la hora de conceder el transporte sanitario no urgente para recibir el tratamiento. No podemos olvidar que España necesita más unidades de radioterapia y más inversión en este tipo de tratamiento.
La radioterapia es vital para casi 200.000 personas. Su acceso no ha de constituir un privilegio y recibir este tratamiento vital no debe suponer tantos costes añadidos. El cáncer no hace distinción, no hagamos distinción con las personas que lo padecen.