Esta semana hemos alcanzado el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra para España. Concretamente, a partir del 12 de mayo vivimos en déficit ecológico. Es decir, en estos primeros 4 meses del año ya hemos consumido todos los recursos que somos capaces de generar. De hecho, estamos consumiendo los recursos de las futuras generaciones para satisfacer las necesidades del presente, provocando así una fractura intergeneracional.
La prontitud de esta fecha ya es relevante, teniendo en cuenta que se avanza casi tres meses al Día de la Sobrecapacidad del conjunto del planeta, que se sitúa a finales de julio. Si bien es aún más preocupante porque no solo hemos vuelto a la fecha previa a la pandemia, sino que la hemos adelantado más de una quincena de días, ya que en 2019 fue un 29 de mayo. Y si tuviéramos los datos regionales, en las Illes Balears muy probablemente nos adelantemos aún más respecto al conjunto del país debido a nuestra enorme presión sobre el territorio y la limitada capacidad de recursos disponibles.
La causa de esta situación está detrás de la actividad humana, que en las últimas décadas ha adquirido un desarrollo insostenible en el tiempo. De hecho, en la década de los 70 esta fecha se situaba a finales de diciembre sin incurrir en ningún déficit ecológico. Para poder empezar a caminar hacia atrás en el calendario es necesario que el conjunto de la ciudadanía, sectores económicos e instituciones nos involucremos en un necesario cambio de modelo. No podemos seguir consumiendo recursos que no tenemos de manera indiscriminada hipotecando a los que vendrán. No podemos agotar casi tres planetas al año para satisfacer nuestras necesidades y dejar a los jóvenes un mundo peor del que nos encontramos. Estamos hablando de justicia intergeneracional para permitir que nuestros nietos puedan seguir viviendo en un mundo, al menos como el que nosotros hemos disfrutado, y deseablemente uno mejor.
Afortunadamente, ya estamos dando pasos encaminados a acelerar la transición energética mediante la descarbonización de nuestro modelo o impulsando la economía circular para aprovechar el uso de los recursos. Además, en las Illes Balears hemos empezado a tomar medidas para abordar los problemas derivados de la masificación y saturación de nuestro territorio. Somos conscientes que si queremos seguir conservando nuestros atractivos es imprescindible abrir el debate de poner límites; y así lo estamos haciendo paralizando el crecimiento de plazas turísticas o avanzando en la regulación de la entrada de vehículos y cruceros en las islas. Unas primeras medidas para hacer del archipiélago un lugar no sólo habitable para los residentes sino también atractivo para los que nos visitan.
Nuestro desarrollo social y económico no puede realizarse en detrimento de los que vienen, debemos alcanzar ya el punto de inflexión. La solución pasa por abordar el consumismo vinculado al modelo económico actual. Es necesario adoptar todas las medidas necesarias para disminuir el consumo de recursos y que estos se adecuen a los límites que nos vienen impuestos por la propia capacidad de carga del territorio. El impulso de la transición eco-social hacía un modelo sostenible en el tiempo no es un capricho sino una necesidad.
En definitiva, desde el 12 de mayo estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades, batiendo un récord en cuanto a prontitud de la fecha. Así pues, tenemos que tomar consciencia de la situación y no permitir que el año que viene adelantemos otra vez la fecha. El conjunto de la sociedad cada vez está más concienciada sobre el papel que tenemos, tanto de manera individual como colectiva, para abordar este reto. Sin embargo, sabemos que no es suficiente y que debemos tomar medidas más ambiciosas. Los jóvenes así nos lo reclaman reiteradamente desde hace años.
Finalmente, tal como acostumbro a decir debido a mi bagaje jurídico, no somos propietarios de nuestro planeta sino usufructuarios y tenemos el deber de dejar un planeta habitable. Así pues, está únicamente en nuestras manos atrasar este día de sobrecapacidad de la Tierra.