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El Partido Laborista puede ganar, pero tiene la obligación moral de cambiar el sistema electoral del Reino Unido

El líder del Partido Laborista, Keir Starmer.

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Con un gran revuelo, el país parece dispuesto a liquidar a este despreciable gobierno con un chorro de sus propias aguas residuales. Echar a los cabrones es lo que hace la democracia. Ésa parece ser ahora la voluntad principal del pueblo.

Para expulsarlos, un gran número de electores se taparán la nariz y votarán por partidos que no apoyan. Casi el 40% de la gente dice que lo consideraría. Más votantes, dicen los encuestadores, saben cómo eludir un sistema electoral diseñado para negarle a la gente el voto por su partido preferido, evitando que surjan nuevos partidos. Estamos tan acostumbrados al voto táctico como parte del sistema que olvidamos que es una abominación democrática.

Espero que un gran número de personas lo haga, porque el sistema first past the post [en el Reino Unido las circunscripciones son uninominales y gana el escaño el candidato más votado] es hoy la única forma de los votantes de expresarse. Los lectores pueden acudir al sitio web de crowdfounding tactical.vote o a Best for Britain para mantener alejados a los conservadores en sus áreas. O los progresistas pueden intercambiar un voto inútil en un escaño que ya tiene ganador seguro por uno donde cuente, como lo organiza Compass, recopilando intercambios de votos para candidatos que apoyan la representación proporcional (RP).

La victoria del Partido Laborista sería bien merecida. El partido más confiable obtendría los votos para cambiar el miserable estado en el que nos encontramos, con Starmer ostentando un índice de aprobación de +16 frente al -25 de Sunak. Sin embargo, esta vez el resultado puede ser el menos representativo jamás visto. Los laboristas podrían ganar “aproximadamente el 72% de los escaños en el Parlamento con aproximadamente el 42% de los votos totales”, según la proyección del Financial Times a partir de un seguimiento de 46 encuestas.

Olvídese de la tontería de la “supermayoría”: una mayoría pequeña proporciona el mismo poder absoluto que una mayoría masiva. Pero la desproporción significa que, en las últimas elecciones, el 70% de los votos fueron desperdiciados, emitidos para candidatos perdedores o acumulados para ganadores que no necesitaron votos adicionales. El mal gobierno británico proviene de un gobierno unipartidista, con violentos cambios políticos entre los dos partidos: este fue el gobierno más extremo de los tiempos modernos.

Ahora llega la mejor oportunidad para una reforma electoral. El respaldo público a la RP es del 45%, en comparación con sólo el 26% al sistema actual. Muchos miembros del gabinete en la sombra han respaldado la PR, mientras que otros no se han pronunciado aún y sólo unos pocos miembros de mayor edad están en contra, dice Laura Parker de Laborismo por una Nueva Democracia. Respaldada por el 83% de sus miembros, la conferencia del partido Laborista apoyó la RP en 2022, y la mayoría de los sindicatos ahora la respaldan (incluidos Unite, Unison y Usdaw). Los parlamentarios más jóvenes y nuevos son más entusiastas: Rachel Blake, probable ganadora de las Ciudades de Londres y Westminster, a quien seguí la semana pasada, es unatípica activista pro-RP. Keir Starmer parecía estar a favor antes y dijo en 2020 que la gente “siente que su voto no cuenta”, pero sabiamente lo ha mantenido fuera de la campaña electoral: los conservadoresaprovecharán cualquier oportunidad para distraer la atención del costo de vida y del Sistema Nacional de Salud.

Si el resultado es muy desproporcionado a su favor, el Partido Laborista tendría la obligación moral ante los votantes de aportar un sistema más justo: no podrían acusarlo de manipulación cuando ha sido el partido más beneficiado del actual sistema. Razones débiles pero sostenidas durante mucho tiempo para oponerse a la reforma fueron quemadas en la agitación política de los últimos años. ¿Quién puede defender que sistema actual proporciona “estabilidad” después de la tragicomedia de cinco primeros ministros en ocho años y decenas de ministros atravesando puertas giratorias? El Parlamento fue ilegalmente prorrogado, con Boris Johnson en control exclusivo del Brexit. La Ley de Seguridad de Ruanda hizo realidad realidad lo que queria la mayoría de un solo partido. Las democracias más estables utilizan la representación proporcional.

Ah, pero mantenemos fuera a la extrema derecha: Nigel Farage perdió en siete elecciones generales. Así es, pero, en lugar de ello, pequeños grupos negados por el sistema, como lo era en los viejos tiempos Militante, se mueven ahora para apoderarse de los partidos principales. Figuras de extrema derecha como Suella Braverman, Priti Patel y Jacob Rees-Mogg han capturado el Partido Conservador. Braverman aboga por una alianza con Reforma e invita a Farage a unirse: los miembros podrían elegirlo líder. ¿Cómo se sentiría la gente si le concedieran el poder exclusivo con un voto minoritario?

Además, excluir a los partidos pequeños obliga a todos a elegir entre dos torpes coaliciones de facto. Es necesario que haya un partido socialista y un partido conservador pro-UE. Las coaliciones reales habilitadas por las represdbtación proporcional obligan a los partidos más pequeños a comprometerse de manera realista con el gobierno real, a diferencia los tentadores manifiestos fantasiosos de Reforma y los Verdes.

Si Reforma gana muchos menos escaños de los que sugiere su porcentaje de votos, Farage disfrutará del agravio, exigirá una reforma electoral y tendrá razón. Mire a su alrededor en Europa y no imagine que estamos divinamente a salvo del populismo extremo. Si no reformamos, seremos muy vulnerables: miren la calamidad bipartidista de Estados Unidos. Los laboristas deben actuar rápidamente para negarle a Farage una plataforma al estilo Trump de “me robaron”. Deben establecer una comisión real respaldada por asambleas de ciudadanos y promulgar un sistema proporcional antes de las próximas elecciones. Estaba en el programa de Tony Blair; él encargó, pero nunca promulgó, el plan de reforma de Roy Jenkins, que sigue siendo una buena combinación para mantener a los parlamentarios vinculados a los distritos electorales y al mismo tiempo agregar equilibrio proporcional.

Susurra esto al oído de Starmer, como a un emperador romano: recuerde que todos los gobiernos deben morir. Recuerde que, cuando el péndulo bipartidista oscile, un día la oposición irrumpirá y destruirá sus logros: la financiación de Sure Start (Comienza Seguro) desapareció, Every Child Matters (Cada Niño Importa) fue arrancada y los créditos fiscales fueron destrozados en 2010 por George Osborne. La estabilidad proviene de alguna medida de consenso en los cambios de coalición, no de ataques de venganza de la oposición como los que amenaza Trump. Los laboristas gobernarían mejor con cierta presión de los Verdes y los Demócratas Liberales. Rechazando la arrogancia de la victoria, Starmer debería aceptar esto como un legado clave.

Pero, ahora, comprende las reglas del juego actuales. Vota por cualquier partido progresista que pueda derrocar a un conservador. Es bueno ver que, en algunos lugares, los laboristas han estado mirando a candidatos liberaldemócratas. Con tantos indecisos entre los ex conservadores, hay que temer el tímido voto conservador.

No asumas una victoria laborista, pero como dice Starmer: “Si quieres un cambio, tienes que votar por él”. No te dejes atraer por programas seductores de partidos sin posibilidades de ganar en el lugar donde vives. Y cuando esto haya terminado, comienza a hacer campaña a favor de la reforma electoral para que nunca más tengas que votar por un partido que no sea el tuyo.

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