Los historiadores sabemos que no hay personajes blancos o negros, que siempre hay una gama de grises en la vida y trayectoria de las personas. Pero eso no significa que se pueda blanquear el pasado de los hombres y de las mujeres que nos precedieron. Me parece muy loable un proyecto como Cartasvivas en el que se recupere “el legado de mujeres pioneras en la vanguardia social y literaria”. Pero incluir a Pilar Primo de Rivera, como se ha hecho, me parece un error propio de este país, tan tibio con el fascismo.
Pilar Primo de Rivera y Sáenz de Heredia fue una pionera, sí, pero del fascismo. No sé si ese es mérito para formar parte de una iniciativa de la Universidad de Barcelona, la Universidad de Exeter y la Fundación del Banco Santander. Ella, hija del dictador Miguel Primo de Rivera y hermana del fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, reivindicó el papel de una mujer sumisa al varón, consagrada al esposo y a los hijos. Creo peligroso que las nuevas generaciones, carentes del contexto histórico, se acerquen a esa web y consideren que Pilar Primo de Rivera fue un icono de la lucha femenina.
Ferviente admiradora de la Alemania nazi, que visitó en varias ocasiones, Pilar Primo de Rivera dirigió con mano de hierro la Sección Femenina de Falange. Esta organización y la actividad de la propia Primo de Rivera fue la antítesis de cualquier movimiento reivindicativo que mejorase la condición de las mujeres de este país bajo la dictadura franquista, más bien todo lo contrario. Su figura no debe aparecer en un proyecto junto a Hildegart Rodríguez y Carmen Laforet y luego Mercedes Pinto, Gloria Fuertes, Carmen Conde o Pepita Pardel, los otros nombres anunciados. No debemos confundir a la gente: el hecho de ser mujer no implica automáticamente que se esté comprometida con la causa feminista, ni siquiera que realmente esa mujer hiciera algo relevante.
No entiendo que una señora que dijo frases tales como que “la única misión que tienen asignada las mujeres en la tarea de la patria es el hogar” sea digna de ser considerada como una pionera. Es de sobra conocido que Primo de Rivera defendió posturas que legitimaban el papel secundario de las mujeres, apartadas de la escena pública, recluidas en el espacio doméstico. Unos nuevos “ángeles del hogar” con camisa azul y boina roja controladas por la Iglesia católica, apostólica y romana. Desde la Sección Femenina se propugnó por un modelo de mujer dependiente, consagrada a dar hijos a la patria, agradar al marido. En definitiva, ser buena madre y esposa, quedar relegada de la vida pública, donde el protagonismo era exclusivamente masculino.
Además, seamos honestos: Pilar Primo de Rivera ocupó ese papel por sus vínculos familiares y porque se convirtió en guardiana de la memoria de su hermano mayor, José Antonio, fusilado en Alicante en 1936. Aunque curiosamente ella nunca se casó ni tuvo hijos –consagrada como estaba a la Sección Femenina– trató de mantener los principios del fascismo, tamizado y domesticado por el franquismo.
Si se trata de incorporar en un proyecto a representantes de todas las tendencias ideológicas para abarcar todo el espectro, hay otras muchas más mujeres conservadoras social y políticamente que contribuyeron a mejorar la situación femenina en España, o bien fueron realmente pioneras en algún campo. Es el caso de Mercedes Formica, aparte de falangista, jurista y novelista; o de Carmen de Icaza, que fue un cargo relevante de la propia Sección Femenina, pero también fue una escritora y periodista. Solo se entendería la presencia de Pilar Primo de Rivera en una web de mujeres del siglo XX si esta no implica cierto reconocimiento y reivindicación. Pilar Primo de Rivera no lo merece. ¿Se imaginan ustedes un proyecto similar a Cartasvivas en Alemania en el que se incluyese a Gertrud Scholtz-Klink, nombrada Führer de las Mujeres Nacionalsocialistas y Liga de las Mujeres de Alemania por el mismísimo Adolf Hitler? Sinceramente, no creo que pudiera suceder.
España no ha abordado con rigor, defendiendo los principios democráticos y condenando el franquismo y el fascismo, su pasado traumático. Ese es el pecado original y el lastre de nuestra democracia. Evidentemente, como historiadores y ciudadanos conocemos las causas que explican esta situación anómala en este país, donde se habla de los cuarenta años de la dictadura de Franco con cierta ligereza y frivolidad, cuando menos. La peculiaridad del proceso de transición de la dictadura a la democracia explicaría circunstancias como la inclusión de Pilar Primo de Rivera en un proyecto de mujeres pioneras. También la presencia todavía en los callejeros de las ciudades de protagonistas del franquismo, la tumba de Franco en ese horrendo monumento para gloria de él y del hermano de Primo de Rivera que es el Valle de los Caídos, o la falta de reconocimientos oficiales a las víctimas de la represión.