En 2019, como en 2014, Podemos eres tú

Ana Domínguez

Consejera estatal de Podemos y miembro del Equipo Técnico de Podemos Comunidad de Madrid —

A ti, que no me conoces, te cuento que soy Ana Domínguez, consejera ciudadana estatal de Podemos y miembro de la dirección interina de este partido en la Comunidad de Madrid. Así me tocaría presentarme ante, por ejemplo, un o una periodista, pero en realidad me siento más cómoda diciéndote que soy editora, que vivo en Puente de Vallecas (Madrid) y que tuve el inmenso honor de cofundar el Círculo de Podemos Vallecas. Me parece importante contarte que soy Ana, una editora de Vallecas de origen extremeño, porque creo que eso es Podemos. “Ana, editora de Vallecas”; “Juan, informático de Alcorcón”; “María, estudiante de Carabanchel”; “Luis, taxista de San Blas” (por ceñirme a la región madrileña) y un largo etcétera de nombres, oficios y barrios o pueblos a lo largo y ancho de nuestro país, pues fue la gente normal y corriente la que hizo posible Podemos, no solo unas pocas personas visionarias que, con ideas brillantes (muy brillantes, sin duda), diseñaron una herramienta de cambio como esta.

Yo estuve en el Teatro del Barrio de Lavapiés (Madrid) el 17 de enero de 2014, sentada en el escenario. Ese día y en ese escenario se presentó Podemos, una iniciativa política que nació pidiendo permiso para ser y tendiendo la mano a los actores sociopolíticos del cambio. Aquello fue histórico: un profesor conocido por sus intervenciones televisivas, respaldado únicamente por unas cincuenta personas, apareció en escena, sin el apoyo ni el favor de bancos ni poderosos, para preguntar a la gente si era buena idea que formásemos un partido que concurriese a las elecciones europeas. Fue histórico y lo recuerdo con emoción, pero recuerdo con mucha más emoción los comienzos del Círculo de Vallecas: las primeras reuniones y asambleas, cuando personas desconocidas y muy diferentes nos dimos la mano y nos pusimos a cooperar, a intercambiar ideas y opiniones acerca de nuestro país, de nuestra ciudad, de nuestro barrio, de nuestras vidas. Siempre he tenido claro que es más importante lo que se construye en colectivo que cualquier iniciativa personal o de unos pocos, por brillante que esta sea, porque ¿para qué sirve una idea brillante si no hay gente detrás que pueda materializarla? ¿Acaso sirve de algo la razón sin fuerza social que la respalde? ¿No ha habido siempre personas muy listas a lo largo de la historia que no han sabido convencer ni aglutinar y, por tanto, no han podido sentar ninguna base para construir un mundo mejor?

Primero pedimos el apoyo de 50.000 personas, y lo obtuvimos en menos de 24 horas. A los cuatro meses, esos apoyos sumaban más de 1.200.000, y en 2015 superaron los 5.000.000. Sin esos “cinco millones de tontos”, como nos califica ahora un señor muy listo que no ha conseguido aglutinar nada en torno a sus ideas (0,21% fue el apoyo que cosechó UPyD en las generales de 2016 con Fernando Savater como número cinco), Podemos no hubiera sido y tampoco sería hoy. Lo hemos dicho siempre: Podemos eres tú. Esta fue una premisa que todas y todos tuvimos claro cuando Podemos nació, aunque, sin embargo, con el paso de los años se ha ido demostrando que no todos los que estábamos ahí en 2014 lo teníamos tan claro. Lo bueno es que, en el fondo, esto último ya da igual. Por suerte, Podemos ha trascendido (con creces) a unas pocas personas y es algo tan grande que no pertenece a nadie y que sirve a todo el mundo (incluso a quienes lo desprecian), porque el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) de 900 euros aprobado a finales de 2018 beneficia indirectamente a millones de personas, no solo a los votantes “tontos” de Podemos. Ahí está y ahí sigue, con tan solo cinco años, la mejor herramienta que tiene a su alcance la gente normal para defender sus intereses y hacer que su vida material y su país mejoren.

Quienes hacemos política para que otros no nos la hagan sabemos que lo que tenemos entre manos no es ni más ni menos que las cosas de comer, es decir, nuestras propias condiciones de vida. Eso de lo que Irene Montero ha hecho una máxima: estamos aquí para defender la vida. Defender la vida para que esta sea digna es lo que hacemos los podemitas. Por eso Juan Carlos Monedero siempre ha dicho que “Podemos es una fábrica de amor”, porque nacimos por amor, esto es, para mejorar la sociedad, y estas frases no son solo palabras bonitas cargadas de buenas intenciones, sino algo que nos hemos tomado en serio y hemos traducido en hechos: peleamos contra la injusticia para defender y mejorar la vida de nuestras familias, de nuestras amistades, de la gente que no siempre lo ha tenido fácil (los dependientes, los y las migrantes, los parados, las precarias, los enfermos). Esto, lo colectivo, es lo que da sentido a Podemos y es contra lo que no pueden ni podrán nunca los poderosos mientras Podemos sigas siendo tú, que votas al partido que ha construido el espacio del cambio en nuestro país (nuestro grupo parlamentario confederal en el Congreso es una muestra de ello, pero no solo); tú, que participas en las decisiones importantes de Podemos; tú, que colaboras en sus iniciativas y actos; tú, que aportas propuestas programáticas; tú, que simpatizas con Podemos y lo defiendes ante la avalancha de denuncias, espionajes, cloacas, fake news y otros ataques, más o menos burdos, que nunca se demuestran y que siempre terminan en nada, desmentidos o archivados.

Parece mentira que una organización de tan solo cinco años haya recibido tantos golpes. Desde fuera, por supuesto, y también desde dentro. Pero, como decía, Podemos ahí sigue, dando la batalla con fuerza en las instituciones, planteando alternativas en sus círculos y pateándose las calles cada vez que hay una causa justa que defender, sea al lado de las y los trabajadores que pelean por mejorar sus condiciones laborales (y, por ende, las de todos) o junto a quienes se manifiestan a favor de los derechos y libertades civiles. Tan solo cinco años para inaugurar un nuevo estilo político, una forma diferente de hacer política y de estar en ella, de marcar un antes y un después en la historia de España con récords de transparencia (a partir de experiencias pioneras en el mundo) y de participación en primarias abiertas a la ciudadanía (¡en 2018 hasta el PP se vio obligado a tener que realizar una suerte de primarias!). Tan solo cinco años y ya hemos demostrado que se puede ser la tercera fuerza política del país tras afrontar más de una decena de elecciones (europeas, andaluzas, autonómicas, municipales, catalanas, dos generales, gallegas, vascas, catalanas, andaluzas) y habiéndonos financiando solo con las aportaciones de miles de personas y de nuestros cargos públicos (cuyos sueldos hemos limitado a tres SMI), sin pedir ni un euro a los bancos. En esto tampoco hemos cambiado: nuestro compromiso solamente es con la gente, a quien nos debemos.

Tan solo cinco años… y cuando estábamos a punto de celebrarlo, nuestro candidato a la Asamblea de Madrid, elegido por 20.000 madrileñas y madrileños en unas primarias, se situó de facto fuera de Podemos al anunciar que se presentará con otro partido a las elecciones autonómicas de mayo. Muchos golpes, demasiados, desde fuera pero también desde dentro, son los que ha recibido Podemos, Pablo Iglesias (como estudié historia contemporánea me atrevo a afirmar que personas como él –con su formación, talento y valentía– tardan décadas en aparecer) y también los que has recibido tú, que eres quien en definitiva ha hecho posible que pudiésemos cambiar muchas cosas en muy poco tiempo: acabar con el bipartidismo de los partidos viejos; abrir debates sociales hasta ahora casi inexistentes en nuestro país de países; echar al PP del Gobierno, un partido calificado de “corrupto” en una sentencia, tras dos mociones de censura que tuvieron lugar gracias al esfuerzo de Unidos Podemos; o arrancar (sí, hay que utilizar el verbo arrancar) al Gobierno del PSOE los presupuestos más sociales y progresistas de la historia de nuestra democracia, entre los cuales se incluyen la subida del SMI a 900 euros, la actualización de las pensiones al IPC, el freno a las subidas abusivas del alquiler, el aumento de las ayudas a la dependencia o los permisos de maternidad y paternidad remunerados, iguales e intransferibles. Y cuando estábamos en esas, en medio del momento de mayor influencia político-institucional de Podemos, resulta que ha habido quien ha intentado hacer valer sus planes despreciando el mandato de las personas inscritas en Podemos, que en la Comunidad de Madrid decidieron un nombre para nuestra papeleta electoral (Unidas Podemos) y una lista encabezada por Íñigo Errejón. Aquí, como dirigente, solo puedo pedirte perdón por el bochorno y el daño que causan estos golpes, que además, al venir desde dentro, son los menos esperados.

Nunca pensé que citaría al Felipe González del siglo XXI, pero hasta un personaje como él, que significó tanto en España y que hoy simboliza poco más que una degeneración moral preocupante, habla de Errejón como alguien que “liquida” la democracia al no respetar “las formas” y que, en última instancia, perjudica al bloque progresista en nuestro país. En nuestro Consejo Ciudadano Estatal del pasado miércoles, Juanma del Olmo, secretario de Comunicación de Podemos, respondía a quienes critican a Podemos por haberse supuestamente escorado al margen izquierdo del tablero político que “no hay nada más de izquierdas que protagonizar una escisión”. Y es cierto: quien pierde congresos, primarias o consultas, porque defiende opciones que la mayoría de la gente de un proyecto no apoya, puede continuar en ese proyecto si quiere contribuir a él con sus capacidades y su esfuerzo, siempre y cuando respete lo que han elegido quienes lo conforman; pero si, por el contrario, quien pierde congresos, primarias o consultas no acata las decisiones y el mandato de la gente, se dedica a torpedear el proyecto (aplaudido siempre por la mayoría de los medios de comunicación) y termina incluso por dañarlo porque no lo puede controlar a su antojo, demuestra no solo que no es un demócrata, sino que se empequeñece a sí mismo al recurrir a viejas prácticas de la izquierda, por mucho que intente presentar sus acciones como algo original y fruto de la audacia (cuando la realidad es que en este caso, y al menos de momento, la nueva empresa de Errejón solo se sostiene en un par de liderazgos sin propuestas ni discurso detrás). En este sentido, compartiré contigo un dato del que es fácil extraer algunas conclusiones: varios compañeros y compañeras de Podemos, entre quienes me encuentro, fuimos elegidos por los inscritos de Podemos en mayo de 2018 para formar parte de la lista de Errejón a la Asamblea de Madrid, y el pasado 17 de enero tanto la mayoría de ellos como yo misma nos enteramos por las redes sociales de que nuestro candidato —a quien apoyamos, votamos y por el que hicimos campaña— había estado durante meses urdiendo un plan secreto con Manuela Carmena para formar su propio partido y abandonarnos sin ni siquiera decirnos adiós.

Con todo, y a pesar de los golpes y de las debilidades orgánicas de Podemos (propias de una organización tan joven y plural), su gente y su cultura política sí son democráticas. Por ello, seguiremos impugnando el régimen del 78 (como llevamos haciendo desde que ocupamos las plazas en 2011), saldremos a ganar el próximo 26 de mayo y lo haremos con el nombre que has elegido tú, que eres quien decide lo importante en este partido. Por último, quiero recordarte que la dirección de Podemos va a defender tus decisiones y tus intereses hasta el final, como siempre hemos hecho y como estamos haciendo en el presente al trabajar duro en todas partes para conseguir una candidatura unitaria progresista lo más amplia posible, partiendo de nuestro acuerdo estatal con las fuerzas hermanas de IU y Equo y hablando con todos los agentes sociales y políticos (sin excepciones) que quieran sumarse para ganar a las tres derechas. Esto también lo hemos dicho desde el principio: no nacimos para dividir, sino para unir y para vencer. En 2014 y en 2019. Por eso, entonces y ahora, y porque Podemos eres tú, ¡sí se puede!