Primer año de Milei: saqueo del pueblo argentino para pagar al FMI
El pasado 10 de diciembre se cumplió el primer año de gobierno de Javier Milei en Argentina, por lo que parece un buen momento para realizar una evaluación seria y rigurosa de su gestión económica. Algo que en absoluto hemos visto –ni veremos– en el propio gobierno argentino, que está tratando de instalar un relato de éxito destacando únicamente unos pocos indicadores financieros y monetarios (como la inflación reciente, la bolsa o el Riesgo País) mientras ignora la mayoría de los indicadores económicos reales y sociales (como la inflación acumulada, la destrucción de empleo o la pobreza).
Y es que no es sólo que los primeros indicadores preocupen fundamentalmente a la élite financiera mientras que los segundos preocupen más a la mayoría social; ¡es que para que los primeros vayan bien los segundos deben ir mal! Cuanta más renta extraiga Milei al pueblo argentino a través de ajustes y recortes para poder pagar la deuda pública externa, más contentos estarán los acreedores financieros como el Fondo Monetario Internacional y mejor irá la Bolsa y el Riesgo País. Milei es el lobo que convence a las ovejas de que todo va bien porque cada vez hay más lobos, sin decirles que eso se debe precisamente a que se están comiendo a las ovejas.
Así que vamos con un análisis económico serio y riguroso, que deje fuera toda la propaganda del gobierno de Milei y que de verdad interese a la mayoría de la población.
En primer lugar, recordemos que el principal objetivo del gobierno ha sido extraer renta de las familias y empresas argentinas para poder pagar la deuda pública a acreedores financieros (principalmente el FMI). Esto se llama superávit público y muchos lo aplauden (desgraciadamente). Pero el gobierno de Milei no les ha extraído renta a todos los argentinos por igual, sino que ha habido grandes diferencias: los mayores perjudicados han sido los jubilados, los receptores de prestaciones sociales, los trabajadores de la construcción, los empleados públicos y las universidades. En total, estos sectores conforman el 82% de toda esa extracción de rentas acorde a los cálculos del Centro de Economía Política de Argentina.
Esta extracción de rentas inevitablemente hunde la actividad económica: cayó un 7% en apenas unos meses y según los últimos datos disponibles de septiembre del Instituto Nacional de Estadística se encuentra todavía un 2,6% por debajo del nivel inicial (3,6% sin contar el sector agrícola, que crece mucho tras la sequía de 2023). De hecho, todos los sectores económicos se han hundido exceptuando el primario y la intermediación financiera. La construcción, la industria y el comercio se han descalabrado, con caídas superiores al 6%, lo que dejará enormes cicatrices en el tejido productivo del país. Es importante señalar que los pocos y únicos sectores a los que les está yendo bien concentran muy poco empleo (el 4% del total), mientras que los muchos sectores a los que les está yendo fatal concentran mucho empleo (el 44,5% del total).
Precisamente por esto último se han perdido tantos puestos de trabajo durante el gobierno de Milei, retrocediendo a niveles de hace casi 10 años acorde a los datos del Ministerio de Trabajo. Especialmente dramático es lo que ha ocurrido en el sector de la construcción, que ha caído a niveles no vistos desde antes de la crisis del año 2008 (exceptuando la pandemia). También es muy destacable la caída del empleo en la industria, que rompe con los años de crecimiento pos-pandemia, y que vuelve a bajar hasta niveles no vistos desde la crisis del año 2008. Llama la atención que durante el gobierno de Milei se hayan destruido más de tres veces más empleos que durante el siguiente peor gobierno, que fue el de Mauricio Macri.
Pero a los que han mantenido el empleo no les ha ido mucho mejor: los precios han subido bastante más que los salarios, especialmente en el sector privado no registrado (el informal) y en el público. En el caso de los primeros, el empobrecimiento ha sido de más del 20%. En el sector privado registrado no hay tanta pérdida de capacidad económica (solamente un 1,5%), en parte por tener sindicatos fuertes (los mismos que quiere debilitar Milei) y en parte porque muchos de los que menos salarios tenían han perdido su empleo, lo que empuja el promedio aritmético al alza (como ocurre en todas las crisis económicas). Descontando esta ponderación, la caída de la capacidad económica sería del 9,6%.
Los precios también han aumentado más que las pensiones de jubilación, lo que deja su capacidad económica en torno a un 14,3% por debajo del nivel inicial contando los bonos que fueron congelados (3,4% sin contarlos).
Por si fuera poco con todo lo anterior, la intensa desregulación de muchos sectores ha disparado sus precios. Por poner sólo algunos ejemplos: en los últimos meses el precio de los alquileres en la Ciudad de Buenos Aires están subiendo muchísimo más que el IPC general; desde que se eliminaron subsidios y topes de precios la gasolina Nafta no ha dejado de encarecerse, llegando a casi cuadruplicar su precio; el precio de las prepagas (asistencia médica) ha aumentado mucho más que los precios generales (y eso que durante algunos meses el gobierno de Milei tuvo que dar marcha atrás y reguló sus precios); los precios de los medicamentos han aumentado muchísimo más que el IPC, y encima ahora dejarán de estar subvencionados para quienes tengan un haber mínimo y medio (unos 3 millones de jubilados).
La conjunción de mayores precios y menores salarios reales ha conllevado lógicamente una caída inédita del consumo privado. Por poner algunos ejemplos: las compras de combustibles están en su nivel más bajo de los últimos dos años; el consumo de carne bovina ha caído a los niveles más bajos de toda la historia; las compras en supermercados no han dejado de caer mes tras mes. Consecuentemente, los niveles de pobreza y de indigencia se han disparado en el primer semestre de 2024 (últimos datos oficiales disponibles) a cotas similares a las sufridas después del corralito de 2001. Si utilizamos estimaciones de pobreza e indigencia más actualizadas, también observamos que a finales de 2024 los indicadores están notablemente peor que en 2023, antes de que Milei llegara al poder.
La consecuencia lógica de este hundimiento de la economía y de este masivo empobrecimiento del pueblo argentino es que los vendedores no pueden aumentar tanto los precios como antes, porque la gente no tiene tanta capacidad de compra. Y por eso la inflación reciente ha bajado tanto; pero obviamente eso no puede ser vendido como un logro, tal y como hace Milei. Es baja inflación como consecuencia del empobrecimiento generalizado de la población. Además, durante todo el año de gobierno de Milei los precios han aumentado en total un 166%, más de lo que aumentaron durante el último gobierno de Alberto Fernández, que fue un 160%. Si ahora los precios no suben tan rápido, es porque ya lo hicieron mucho en los primeros meses, empobreciendo a mucha gente que ahora se ve obligada a consumir mucho menos.
Lo único que podemos concluir de este análisis serio y riguroso sobre los indicadores que de verdad interesan a la mayoría de la población es que el gobierno de Javier Milei está extrayendo rentas a los argentinos para poder pagar la deuda externa, principalmente al Fondo Monetario Internacional. ¿Esto es un logro? Pues para los acreedores financieros sí, pero obviamente es un desastre para la mayoría social.
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