Es 31 de diciembre, son las 19h, una enfermera lleva diez días seguidos trabajando y hoy es su único día libre, ha planeado pasar Nochevieja con su familia, nada de fiesta solo cena y a dormir. A las 19:15h suena el teléfono, es su supervisora, duda durante unos segundos si cogerlo o no, pero finalmente lo coge. La supervisora le pide “un favor”, que vaya a trabajar de 20.30 a 7.30h (incluyendo el cambio de turno), ella duda, pero finalmente accede porque una vez le explicaron que a otra enfermera con contratos precarios como ella no la volvieron a llamar nunca más. La supervisora dice que ya le compensará en el planning del próximo mes. Ella se enfada consigo misma mientras prepara el tupper.
Décadas de evidencia científica muestran que los entornos de trabajo precarios y las cargas de trabajo elevadas (demasiado a menudo insostenibles) pueden contribuir a errores médicos y se han relacionado con el estrés y el “agotamiento” de las enfermeras. La pandemia COVID-19 solo ha empeorado esta situación, no sólo con relación a la seguridad del paciente, también la protección de la salud de las enfermeras. Aunque la falta de datos precisos dificultan un análisis meticuloso de la situación, países en entornos similares como Inglaterra muestran que un 73% de los/las sanitarias y sanitarios, incluyendo enfermería, han considerado dejar la profesión, lo que puede ser indicativo también de su salud mental, al mismo tiempo, las últimas estimaciones globales muestran que 115,493 sanitarias y sanitarios han fallecido debido a COVID-19 lo que equivale a más de 200 sanitarias y sanitarios muriendo cada día desde el inició de la pandemia.
La pandemia COVID-19 ha demostrado otra vez la importancia del trabajo de enfermería para el sistema de salud, así como que lo imposible se puede hacer
La pandemia COVID-19 ha demostrado otra vez la importancia del trabajo de enfermería para el sistema de salud, así como que lo imposible se puede hacer, por ejemplo, incrementar la financiación del sistema sanitario público para reconstruir un modelo social y sanitario suficientemente financiado, equitativo y de calidad que ponga en el centro a la persona y los cuidados.
En este contexto, es imprescindible el compromiso político a largo plazo que asegure una mejor protección de enfermería a través de condiciones por lo menos equivalentes a las de las demás trabajadoras, en los aspectos siguientes: (a) horas de trabajo, incluidas la reglamentación y la compensación de las horas extraordinarias, las horas incómodas y penosas y el trabajo por turnos; (b) descanso semanal; (c) vacaciones anuales pagadas; (d) licencia de educación; (e) licencia de maternidad; (f) licencia de enfermedad; y, (g) seguridad social tal como indica el convenio internacional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el personal de enfermería, 1977 (núm. 149) y las recomendaciones subyacentes de la OIT sobre el personal de enfermería, 1977 (núm. 157).