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El error de querer enterrar a 62 militares con una infame mentira

Alfonso Agulló Canda

Asociación de víctimas del Yak-42 —

¿A qué se refiere la editorialista de ABC Curri Valenzuela, en su artículo del 19 de enero, cuando afirma que el Sr. Bono “estaría mejor calladito”? ¿Se refiere a que, cuando las familias le pedimos acudir a Turquía para hacernos las pruebas de ADN, el señor Bono, entonces ministro de Defensa, debería habernos impedido hacerlas? Aquel viaje de mayo de 2004 de las familias a Turquía nos permitió probar científicamente una infame mentira de todo un Gobierno que dirigía el aparato del Estado.

Aquella prueba fue decisiva para que el juzgado ordenase las exhumaciones. Afortunadamente hay españoles que no permiten que se entierren 62 militares y, de paso, también la verdad. Y me refiero al señor Bono, a ese que la mencionada editorialista hubiese preferido tener calladito, ¿para qué? ¡Para que estuviese enterrada una infame mentira! ¡¡¡Leer para dar crédito a lo que se puede llegar a escribir!!! Para esta gran patriota, por esta infame mentira, no habría que pedir perdón, porque lo ha hecho el Estado.

Ya sé cuál es su patria señora Valenzuela: LA MENTIRA. Creo que ni Hegel le hubiese dado la razón, y de hecho, hasta De Cospedal se ha dado cuenta de eso, por eso ha pedido perdón.

Espero que la Señora De Cospedal no ande buscando excusas baratas para no investigar, o para cubrir a quienes se comportaron de forma infame. Pedir perdón está bien, pero ahora toca dar trigo, es decir, documentos como dio Bono y no tirar balones fuera. ¡Hechos son amores y no buenas razones!

Resulta moralmente inaceptable que al ministro Bono, la persona con responsabilidades públicas que más ha luchado por averiguar la verdad del Yakolev, se le trate de vilipendiar por los mismos que trabajaron en ocultarla.

Hoy leemos en ABC, un artículo firmado por la misma que hace unos días manifestaba, también en el ABC, que no había que pedir perdón por la actuación del gobierno en el Yakovlev.

No olvidamos que este periódico publicó editoriales en los que nos agredía y despreciaba hablando de “linchamiento personal” hacia Trillo (22-10-2004); o calificando su reprobación por el Congreso de los Diputados como “error” y “batalla excesiva en el fondo y en la forma” (30-6-2005); y nos acusó de “acoso” a Trillo por parte de las familias (2-7-2005).

Los familiares de los militares que murieron en el Yakovlev sabemos que sin el impulso y el coraje de José Bono no sabríamos la verdad, una verdad que ahora ha proclamado también por unanimidad el Consejo de Estado y que los responsables no soportan.

Se le piden documentos al ministro Bono cuando tengo la convicción moral de que todos los que tenía los entregó a los Tribunales y al Parlamento. Más valdría que se los pidieran a Trillo, especialmente aquellos que ocultó o los que le llevaron a escribir el acróstico en la revista de defensa culpando de la tragedia al Estado Mayor de la Defensa.

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