Recuerdo las tardes de un verano de los 90 leyendo “Héroes”. Se supone que yo pertenecía a la “ Generación X”, cuando no utilizábamos móviles ni nos mandábamos whatsapps, pero nos pasábamos los días escuchando a Green Day y Nirvana.
Aquellas tardes pegajosas de aquel gran verano, mientras leía “Héroes”, pensé que los héroes de verdad no existían. Al fin y al cabo, el mundo era demasiado complejo y yo era demasiado joven.
Me gustaba imaginar que me escribías a mí, que me hablabas de la tristeza y de las canciones que tapan la tristeza y de que la tristeza vuelve cuando la canción se acaba. En definitiva, que escribías esas cosas que pasaban por mi cabeza con 16 años y que las escribías para mí, para reconfortarme un poco del desamor y de los traumas que yo creía tener en mi vida.
Te lo confieso, Ray Loriga, creo que llegué a enamorarme de tus letras, y, en realidad, un poco de ti.
Yo no sabía nada de la vida. Quería ser corresponsal de guerra y acabé siendo jurista trabajando en una oficina. Creía en el amor, también en el desamor. Pero qué más da, si al final se trataba de mantenerse en pie un día tras otro y seguir soñando en aquel futuro tan lejano.
Hace unos días, Pedro Simón te hizo una entrevista en “El Mundo” donde desvelabas que te habían operado de un tumor cerebral. Que no tenías miedo a morir, dices, sino a quedar mal. Te entiendo.
Nos hacemos mayores y los tiempos en que soñábamos con véte tú a saber qué, se esfumaron un buen día sin despedirse.
Te entiendo, decía, porque sigo pensando que me escribías a mí. Y que al final yo también sé lo que es que te hablen de cáncer. De las malditas salas de hospital y de una operación a la que vas como quien se va a la guerra, sin un claro destino, pero en el fondo, con miles de sueños aún por cumplir.
Querido Ray Loriga, yo sí tuve miedo a morir, a no poder seguir abrazando el tiempo. A no poder pedir perdón a quien debía. A reposar mis brazos en el piano o amar desmesuradamente.
Hace poco entendí que los Héroes sí existen. Tus palabras, aquellas que creía que escribías para mí, se vuelven más certeras que nunca: “Sabes que todo lo mejor vendrá con los cambios pero tienes miedo al cerrar la puerta porque ya habías aprendido a manejar las antiguas desgracias, suele pasar, no es nada extraño, un héroe sin miedo es un héroe muerto.” (“Héroes”)