Hace un año, el compañero, el amigo, el camarada Marcos Ana nos dejaba 96 años de lucha, de compromiso antifascista, de solidaridad inmensa con los presos políticos, de fraternidad con todas las causas internacionales de justicia y liberación social. Nos dejaba la poesía y la prosa que resumían su manera de entender la vida, una vida pensando siempre en las personas que más sufren, en las desvalidas y explotadas. “Si salgo un día a la vida mi casa no tendrá llaves: siempre abierta, como el mar, el sol y el aire. Mi casa y mi corazón nunca cerrados: que pasen los pájaros, los amigos, el sol y el aire”.
Sus 23 años de encarcelamiento, lejos de doblegarlo, de reducirlo a la nada, se convirtieron en años fecundos de creatividad, de inmensa solidaridad con la lucha por la libertad que se libraba extramuros de las cárceles; en las fábricas, en las universidades, en las minas, en el campo y en el exilio. La que se libraba también en el arte y las ciencias. De la cárcel salió sin resentimientos ni sectarismo , “la única venganza a la que yo aspiro es a ver triunfantes los nobles ideales de libertad y justicia social, por los que hemos luchado y por los que millares de demócratas españoles perdieron la libertad o su vida”.
Sin él desearlo, Marcos Ana se convirtió en un referente de todas los centenares de miles de personas sin rostro, desaparecidas, asesinadas, torturadas o exiliadas por el régimen criminal franquista. Víctimas que siguen reclamando del Estado, la Verdad, la Justicia y su Reparación. Marcos Ana fue un referente también para la juventud luchadora, para todas las personas que como él, se enfrentaron y enfrentan aún hoy en día, a un sistema que castiga a las mujeres y los hombres con el paro, con salarios y pensiones de miseria, con el patriarcado y la desigualdad, con un deterioro progresivo de los servicios públicos y con una enseñanza cada vez más elitista. No faltaba a manifestación alguna, su firma estaba siempre en todos los manifiestos reivindicativos y se mantuvo hasta su último aliento comprometido con sus ideales de emancipación. “Mi pecado es terrible; quise llenar de estrellas el corazón del hombre. ” Desde la Asociación Marcos Ana queremos sumarnos en este día a su recuerdo, un recuerdo que nos ayuda a seguir luchando, a ser posible, con la misma fuerza, solidaridad y fraternidad que él dedicó durante sus 96 años.