Trabajamos para evitar el acoso escolar a tus hijos y quizá no sepas que existimos
Me llamo Violeta, me llamo Fátima, me llamo Juan, tengo muchos nombres, uno en cada sitio y en la mayoría de las ocasiones uno cada año o cada mes... Soy funcionaria a veces, otras soy interina y muchas muchas veces no soy, porque ni existo ni estoy. Me despierto cada mañana sabiendo más, con más ganas, con más fuerza que el día anterior porque, a pesar de todo, sé que mi buen hacer mejora ese cachito de mundo que me ha tocado. Los medios de comunicación, esos que están pensados para formar, informar y entretener, en contadas ocasiones hacen que me sienta identificada con ese mundo del que hablo; y es a los programas que sí lo han conseguido a los que remito esta carta:
Lorena se ha cambiado de instituto, bueno aún está en casa esperando una plaza porque tiene miedo de volver al que era el suyo, donde otros compañeros la han amenazado de muerte.
Carolina vive con su padre alcohólico que golpea a su madre, ha huido de casa y no sabe dónde ir.
La madre de Ernesto está diagnosticada de bipolaridad y él pasa mucho tiempo sólo en la calle buscándose la vida, tiene varios juicios pendientes y mucho miedo.
La madre de Alejandra y Adriana las abandonó cuando tenía dos años. Ellas mantienen que no las afecta, pero todos los días reciben partes por mala conducta y han sido expulsadas en múltiples ocasiones.
Patricia sufre depresión, no asiste a clase y sólo dice “no sé, no sé”
David está triste, aislado en el patio con su móvil, tiene problemas de concentración en clase y está recibiendo insultos en las redes sociales.
Iván no aguanta más, se encuentra muy solo, no tiene amigos, está sufriendo acoso homofóbico de sus compañeros
Todas estas historias, aunque con nombres ficticios, son reales y forman parte de la vida cotidiana de un centro educativo público cualquiera.
En esta difícil realidad, un día, el caso de Alejandra, o el de Ernesto, o el de Lorena tiene un trágico desenlace y es cuando los medios se hacen eco de alguna de estas historias; haciendo responder al sistema político con comandos de superhéroes que van por los Centros Educativos con el digno objetivo de erradicar el acoso escolar. Y eso, además de ser insuficiente, inadecuado e improbable, es MENTIRA.
Trabajamos diariamente haciendo vínculos con los chicos y chicas, conociendo su situación familiar, económica, emocional y mental. Diseñamos, implementamos y evaluamos planes de intervención para cada caso. Dotamos de herramientas a los profesores para hacer frente y resolver situaciones difíciles entre compañeros. Asesoramos en la gestión de ayudas para que puedan tener acceso a la educación. nos coordinamos con sus familias para orientar y apoyar en el proceso educativo, para que ninguno de ellos tenga miedo, para que ninguno de ellos deje de soñar, para que ningún centro educativo sea protagonista de una desgraciada noticia avisada y sin embargo... es muy probable que no nos conocieras.
En muchos Colegios NO EXISTO porque, según las autoridades, “no hago falta”; en otros sólo trabajo quince horas a la semana porque según las autoridades, es suficiente. A veces estoy compartida entre dos, tres, ocho centros… pasando una vez al mes por algunos y recibiendo un aluvión de demandas del profesorado, que en muchos casos está desbordado.
Queremos una sociedad mejor, queremos eliminar el acoso escolar de nuestros centros, queremos que no haya niños desprotegidos, que vengan al cole, que acaben sus estudios y, sin embargo, es muy posible que nunca hayas escuchado nuestro nombre. Somos PTSC (profesores Técnicos de Servicios a la Comunidad) y pertenecemos a la Red de Orientación de la Comunidad de Madrid. Seguimos luchando por la educación pública, para que se reconozcan las tareas que tenemos atribuidas y para que exista un número de PTSCs realista y adecuado al número de personas que son atendidas por nuestro perfil. Con esta carta queremos dar voz a la comunidad educativa. Desde la Asociación Madrileña de PTSCs hacemos un llamamiento a la colaboración, y os agradecemos vuestra atención y vuestro tiempo.