Los nuevos escenarios económicos y sociales derivados de la llamada “revolución digital” exigen a los ciudadanos una mayor participación en la sociedad de la información y las comunicaciones, una mejor utilización de las herramientas tecnológicas y un necesario progreso en las competencias y habilidades digitales.
Según diferentes estudios, la UE necesitará, en la próxima década, del orden de 900.000 empleados para el sector de la Informática y las Telecomunicaciones. Sin embargo, y a pesar del positivo incentivo que puede suponer dicha predicción, solo el 8% de las alumnas europeas de 15 años asegura tener intenciones de embarcarse en una de estas carreras.
Los últimos datos y estadísticas oficiales en nuestro país demuestran que las mujeres están infrarrepresentadas en los estudios ligados a las ciencias exactas y a la tecnología, conocidos por el término inglés STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics), tanto en los niveles de formación profesional superior como en los grados universitarios.
La participación de la mujer en las carreras universitarias relacionadas con estas materias se sitúa por debajo del 30% y en algunas ramas como la informática los porcentajes se reducen a niveles cercanos al 10%. Estas cifras han llevado a la propia OCDE a advertir al Gobierno de España de la brecha de género existente. Una brecha que según los datos recogidos por el World Economic Forum y siguiendo los ritmos actuales de incorporación de la mujer al sector TIC, no se eliminaría hasta el año 2133.
Esta problemática relación de la mujer y el entorno académico tecnológico conlleva unas claras repercusiones en el mundo laboral. El concurso de la mujer en las profesiones TIC se sitúa por debajo del 20% y lo que es más preocupante, marca una tendencia decreciente en la última década. El número de varones trabajando en este sector supera en más de medio millón al de mujeres mientras que solo uno de cada cuatro investigadores en I+D son féminas.
Si la transformación digital de nuestra sociedad es, como parece, imparable, la necesidad de puestos especializados en la sociedad de la información y la comunicación protagonizará el futuro del mercado laboral en los próximos años. En este sentido hay que recordar que son muchas las voces públicas y privadas que advierten de la falta de perfiles profesionales que cubran las demandas en sectores como el de la ciberseguridad, la inteligencia artificial o la economía de los datos. Sectores estos, por otra parte, absolutamente imprescindibles en cualquier planteamiento de economía moderna basada en el conocimiento y la innovación.
La plena integración de las mujeres en este entorno implicaría una reducción de las tasas de desempleo femenino acabando con estructurales desigualdades de género. Además, su incorporación a un sector rentable y atractivo reportaría indudables beneficios para el adecuado desarrollo de estas tecnologías y su implantación en la sociedad.
La ausencia de referentes femeninos en el sector que sirvan como ejemplo o guía, el ostracismo en el que viven el recuerdo de importantes científicas de nuestra historia, la complejidad de adaptar la vida familiar a ambientes laborales con amplias jornadas de trabajo y obligada movilidad geográfica y por supuesto, las falsas creencias arraigadas en nuestra sociedad acerca de que las mujeres poseen peores capacidades para los estudios relacionados con la tecnología, son algunos de los factores que explican este distanciamiento, acrecentado en las últimas décadas, entre las mujeres y el sector de las TIC.
Los socialistas estamos convencidos de que la igualdad entre mujeres y hombres es un objetivo prioritario e irrenunciable para nuestras sociedades y está en la base de cualquier democracia que se considere como tal. Bajo estas directrices, las mujeres y los hombres deben estar presentes en esta revolución digital y lo deben hacer en igualdad de oportunidades.
Conocedores del escenario hasta aquí expuesto y conscientes de que la brecha de género está muy presente en nuestro país, desde el Grupo Socialista del Congreso de los Diputados decidimos presentar una iniciativa para instar al Gobierno a impulsar un Plan de Igualdad específico para reducir la brecha digital de género, un plan que contribuya a promover una mayor presencia de las mujeres como creadoras de contenidos y proyectos TIC. Iniciativa que, mejorada por las enmiendas parlamentarias, fue por cierto aprobada por unanimidad en la correspondiente Comisión de Agenda Digital.
Estamos a tiempo de cambiar el rumbo. La mujer no puede quedarse atrás en este nuevo entorno tecnológico. No podemos permitirnos prescindir del 50% del talento en esta era de transformación digital.
Un país y una sociedad más justa así lo exigen.