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Señor presidente, superemos esta catástrofe con la mirada puesta en la emergencia social y ecológica

España entre los países de la UE que más sufrirá la crisis climática, según un informe

Yayo Herrero, Fernando Prats, Alicia Torrego y Antonio Serrano

En nombre del Foro de Transiciones —

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Señor Presidente, ha asumido usted, junto al resto de líderes políticos, la responsabilidad institucional de hacer frente al que posiblemente constituya el mayor desafío no solo de nuestra historia sino también de la humanidad. No solo tienen ante ustedes la tarea de superar la catástrofe generada por la COVID-19, sino que también han de diseñar las grandes apuestas del país hacia un futuro lleno de dificultades y desafíos en el que se juega el devenir de las actuales y futuras generaciones en el planeta.

Nuevos retos, nuevos paradigmas

La COVID-19 constituye un drama epidemiológico sin parangón desde la gripe de 1918 y requiere dar urgentemente respuestas sanitarias y sociales sin olvidar que la crisis de salud, más allá de su relación directa con el comercio de animales salvajes, también tiene que ver con la progresiva destrucción de la naturaleza, la dependencia de una movilidad extrema y su profunda interdependencia con el sistema-Tierra.

Por ello, hay que poner encima de la mesa que la COVID-19 no es la única ni la más grave de las crisis que ya estamos enfrentando y que el cambio climático y la desestabilización de los ecosistemas naturales ya están proyectando escenarios de colapsos globales irreversibles en tiempos medibles a escala humana. De hecho, existe evidencia científica de que desde mediados del siglo pasado hemos inaugurado un nuevo ciclo histórico en el que los límites físicos y la biocapacidad del planeta están siendo desbordados por la acción humana. El origen del problema es el conflicto entre un planeta Tierra con recursos limitados y finitos y un sistema socioeconómico que se basa en la expansión continua y que avanza impulsado por la dinámica de la acumulación y del consumo.

Sabemos que es así. El mítico informe del Club de Roma anunciaba en 1972 que, a falta de cambios de alcance civilizatorio, estaríamos abocados a inaugurar una época forjada por la irrupción de crisis globales interrelacionadas y confluyentes hacia una crisis ecosocial global. Y desde entonces, innumerables trabajos científicos de los principales investigadores de NNUU y las principales universidades del mundo en torno a la energía, el clima, la biodiversidad, la alimentación o la salud, han venido advirtiendo sobre el continuo deterioro de la situación y la necesidad de afrontar cambios de profundidad, escala y velocidad hasta ahora nunca vistos.

Es más, ya en 2015 la Agencia Europea de Medio Ambiente apuntaba en su informe sobre el estado de la Unión que “un análisis de conjunto denota que ni las políticas ambientales ni la mejora de la eficiencia a través de la tecnología bastan por sí solas para lograr la Visión 2050. Vivir bien sin rebasar los límites ecológicos requiere transiciones fundamentales en los sistemas de producción y consumo, los responsables últimos de las presiones medioambientales y climáticas. La propia naturaleza de estas transiciones requerirá introducir cambios de gran calado en las instituciones, las prácticas, las tecnologías, las políticas, los estilos de vida y el pensamiento predominante”.

Por eso, señor Presidente, tras el drama de la COVID-19 ya no podemos aspirar a reconstruir un pasado, una “normalidad” que nos ha traído hasta aquí. No es posible superar una catástrofe con las mismas lógicas que la crearon. Más bien, se trata de convertir lúcidamente la crisis epidemiológica en una oportunidad de cambio. Resulta imperativo reformular los paradigmas del pasado y alumbrar estrategias de emergencia y excepción que sostengan la vida y posibiliten formas de existencia democráticas y justas en un planeta habitable. No nos cabe duda de que esa es la dirección en la que habría que incardinar los programas de acción post-virus, europeos y nacionales, so pena de que inversiones multimillonarias orientadas a reactivar las viejas lógicas económicas se conviertan en un nuevo, y posiblemente definitivo, impulso a la destrucción de los sistemas vitales (y de la especie humana) de la Tierra.

Reformular un pacto/proyecto estratégico de país

Hemos de reconocer que la pandemia aún puede dar muchas sorpresas (nuevas olas de contagios previas a la vacuna) y que ello puede complicar el futuro de nuestro país, uno de los territorios social y ecológicamente más vulnerables del continente europeo.

De hecho, la población ha sufrido desde la Gran Recesión iniciada en 2008 el aumento de las desigualdades y la precarización existencial hasta situaciones inadmisibles en las que, según el relator de la ONU, P. Alston, una de cada cuatro personas en nuestro país está en riesgo de pobreza estructural y una de cada dos tiene dificultad de llegar a final de mes. Una pobreza que adquiere dimensiones específicas si la analizamos desde el punto de vista de género, de edad, de procedencia, la diversidad funcional o el intolerable abandono y maltrato a las personas migrantes. Y, ahora, como consecuencia de la COVID-19, a pesar del escudo social desplegado por el Gobierno, el país afronta una nueva crisis socioeconómica que, con 4,5 millones de personas en paro y una caída prevista del PIB superior al 9% en 2020, podría convertirse en una gravísima crisis social que, a falta de propuestas que vayan a la raíz de los problemas, generará un caldo de cultivo propicio para las posiciones neofascistas y populistas ya crecientes en la UE y en España.

Ecológicamente, España también es especialmente vulnerable frente a las alteraciones ecológicas y climáticas y así lo indican recientes estudios, como el de la Universidad de Leeds, que muestra cómo desbordamos ya en nuestro país un 73% de los límites naturales de referencia, con extralimitaciones cuyo rango oscila entre el 200 y el 1000% del valor límite establecido

De hecho, nuestras emisiones de gases de efecto invernadero han sido las más altas de la Unión Europa entre 1990 y 2014; la dependencia de los combustibles fósiles (una dependencia casi total de las importaciones) y su dependencia del exterior es extremadamente preocupante; y, por sus características geográficas, la Península Ibérica se configura como uno de los territorios más sensibles del continente ante la amenaza climática, tal y como constata, por ejemplo, el progresivo agravamiento de las alteraciones meteorológicas en el Mediterráneo (tres temporales de envergadura en los últimos meses).

Todo apunta, señor Presidente, a que nos enfrentamos a una tormenta perfecta configurada por el triángulo salud/satisfacción de las necesidades básicas/límites biofísicos y en acertar en su tratamiento nos va la vida. Por ello, es urgente alumbrar un nuevo pacto social transversal y plural, sustentado en tres ejes interrelacionados: sostenibilidad de la vida frente a intereses privados, plan de choque que asegure condiciones básicas de existencia a todas las personas y estrategias de emergencia que guíen la transformación ecosocial y la reorganización de los tiempos y los trabajos – pagados y no pagados - en los próximos dos decenios.

Aunque la precisión de los contenidos de la estrategia de emergencia ecosocial supera el alcance de este escrito, podrían establecerse una serie de principios de referencia al respecto:

1) restitución de equilibrios vitales básicos en términos de clima, suelos, biodiversidad, sistemas naturales y alimentarios y potenciación de la resiliencia del país

2) transición energética y socioeconómica que adapte la esfera económica a tales requerimientos, redistribuya el trabajo, la riqueza y las obligaciones e impulse nuevas experiencias de economía social, solidaria y circular

3) reorganización espacial basada en redes de cooperación ciudades/medios rurales/biorregiones con lógicas de sostenibilidad, equilibrio y proximidad

4) profundización democrática, participación ciudadana y justicia social que no deje a nadie atrás.

Un gran debate nacional

Sabemos que se están dando pasos en estas líneas, pero señor Presidente, alumbrar un pacto social amplio y ambicioso requiere, más allá de los oportunos acuerdos en el plano político, desplegar un gran debate que, con amplio respaldo científico, llegue a todos los rincones del país. Somos muchas personas, desde muy diversas perspectivas, las que compartimos esta visión.

Solo con la plena activación consciente ese tejido social y su capacidad de crear experiencias renovadoras y solidarias ante cambios globales, se podrá conseguir superar las alternativas deshumanizadas del renovado autoritarismo y alumbrar una nueva visión de la sociedad y de su cultura, valores y objetivos para afrontar los desafíos existenciales de este momento.

La experiencia de la COVID-19 es muy rica y permite contemplar cómo la población bien informada es capaz de coprotagonizar procesos sociales de envergadura en momentos críticos. Y, por ello, un debate de tal calibre debería contar con información amplia sobre las consecuencias de la crisis ecológica/climática y proyectarse sobre posibles estrategias, hojas de ruta y formas de gobernanza democráticas/participativas que permitan coordinar actores y recursos públicos, privados y comunitarios para acometer las transformaciones necesarias en los tiempos debidos.

Señor Presidente, es indudable que el desafío que tenemos por delante es inmenso; el mayor de nuestra historia. Pero la realidad está ahí, científicamente documentada y mirarla de frente es nuestra mejor oportunidad, tal vez la última, para recrear patrones de existencia saludables. Aunque ahora sea difícil de percibir, un futuro que integre nuestras vidas en la naturaleza también puede comportar la posibilidad de recuperar el sentido y el disfrute de una existencia más plena que solo puede producirse en sociedades humanas en equilibrio con su entorno.

Señor Presidente, no hay ya tiempo para las medias tintas, las pequeñas reformas y los pequeños avances. Por el puesto que usted ocupa está llamado a impulsar con fuerza este proceso en el que nos jugamos la propia vida.

Seamos lúcidos, ambiciosos y atrevámonos a transitar el cambio histórico con el norte puesto en los cuidados como bien común y en la defensa de una vida mejor, más justa y más segura para todas las personas.

*El Foro Transiciones (www.forotransiciones.org) es un Think Tank independiente que trabaja sobre el cambio de ciclo histórico y las transiciones ecosociales.

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