La atención de una gran parte de la población está centrada en las negociaciones para la hipotética formación de un nuevo gobierno. Se cruzan las apuestas entre esta difícil opción y la repetición de las elecciones. La ruptura de la tradicional alternancia entre el PP (o partido de la derecha equivalente) y el PSOE es, en sí misma, un factor de inestabilidad y, por tanto, de incógnita sobre el futuro.
En el último año se ha centrado la vida de la sociedad en el terreno electoral, lo que no deja de ser una paradoja que violenta el curso que los acontecimientos habían tomado. No es superfluo este cambio, ya que todo el movimiento que ha caracterizado la última época tenía entre uno de sus más potentes impulsos el rechazo a la representatividad demostradamente falseada, que las instituciones hacen de la voluntad popular.
Instituciones y movilización
De forma un tanto tosca, se había abierto paso uno de los secretos mejor guardados de la democracia burguesa: las instituciones no están para encauzar los cambios sociales, sino para frenarlos, para defender el statu quo.
Ese era un gran avance en las conciencias que se están encargando de ralentizar los nuevos tribunos del pueblo. Los cambios se conquistan en las calles, en las fábricas, en las movilizaciones. Las acciones de la PAH, o las huelgas generales han hecho más que cualquier discurso en el parlamento; al fin y al cabo las normas legales no se adelantan a los procesos sociales, al contrario las leyes en general y las constituciones en particular, son el resultado de la correlación de fuerzas entre las clases, el producto que refleja las victorias o las derrotas que se han fraguado con la participación activa y consciente de las distintas fuerzas sociales.
He aquí otra de las características distintivas del período que hemos vivido en los últimos cuatro o cinco años, la de comprender que las estructuras de los partidos de izquierdas estaban institucionalizadas, esclerotizadas, alejadas de la calle, y que era necesario superar eso.
Este dilema no es algo nuevo, aunque lo sea en la conciencia de mucha gente; más bien se trata de una tensión permanente, ser capaces de mantener la fidelidad a los intereses del pueblo trabajador (la defensa de un programa de transformación socialista de la sociedad) huyendo de dos tentaciones permanentes, la de la adaptación al sistema y a sus telas de araña institucionales, y no caer en una actitud anarquista despreciando la importancia de utilizar esas instituciones para defender los intereses de nuestra clase. La historia demuestra que el problema nunca se ha resuelto.
El órdago de Podemos
No deja de ser llamativo que ahora, los que han formado nuevos partidos (Podemos y Ciudadanos), hayan entrado de lleno en el juego de sillones (el trono, de momento, no lo mueve nadie). Fácil de comprender en el caso del partido de Rivera, es simplemente el pie “democrático” del PP, un recambio del sistema. Pero la actuación de los dirigentes de Podemos, en especial el llamamiento de su líder Pablo Iglesias Turrión a un reparto de ministerios con el PSOE (ofreciendo generosamente un sillón a IU, que no lo había pedido), exige una reflexión más detenida.
¿Alguien en Izquierda Unida, o en Podemos, piensa que un gobierno con el PSOE, que además está sometido al apoyo de otros grupos en el congreso de los diputados, puede desarrollar el programa que hemos defendido en las elecciones?
Claro, aquellos que han defendido el nefasto gobierno que se llevó a cabo en Andalucía, a pesar de que fue la puntilla para IU, lo que están defendiendo es su prestigio, pero no podrán poner un gramo de argumento que lo justifique desde una perspectiva de clase.
La mayor parte de la militancia de IU, y también de Podemos, si rechaza al PSOE es, precisamente, porque los dirigentes de este partido nos han vuelto la espalda (no a nosotros, sino a sus votantes, y al pueblo), cada vez que han tenido ocasión.
Cuentan que Saulo de Tarso, cayó de su caballo y su conciencia se transformó y pasó de perseguir a la clase obrera, perdón, a los cristianos quería decir, y se convirtió al socialismo, perdón de nuevo, al cristianismo dicen.
Dudo que Pedro Sánchez monte el mismo caballo que el santo cristiano. Es más, dudo mucho que Pablo IT crea en los milagros. Y con este sencillo razonamiento no es difícil deducir que el dirigente morado está jugando al mus, más que a los sillones. Es decir, se trata de una jugada de farol, un órdago a la grande, que no busca un gobierno de izquierdas, sino entrar en una nueva convocatoria de elecciones en condiciones ventajosas.
Un regalo envenenado para IU
Alberto Garzón, hizo un planteamiento similar, pero bien distinto, al día siguiente de las elecciones, hablando de una alternativa a la portuguesa y proponiendo una serie de cambios legislativos que se podrían aprobar en el congreso de los diputados como medidas de urgencia en favor de los más desfavorecidos. La diferencia es cualitativa, no hablaba de ministerios sino de programa, pues se puede respaldar un candidato del PSOE o de Podemos, frente al candidato de la derecha, sea del PP o de Cs, y no entrar en dicho gobierno. Y esa es la postura que la izquierda marxista ha venido defendiendo siempre en las filas de Izquierda Unida.
Además Pablo IT, ofrece galantemente un ministerio a IU. La jugada, sin duda, es completa, pues así en caso de que Pedro Sánchez entre en el juego (algo muy difícil por la oposición en su propio partido, pero no imposible), no se deja a nadie a su izquierda.
El PSOE actual, sus dirigentes (pues sus votantes si lo aceptarían), no va a aceptar ningún punto de los que IU considera esenciales, como la salida de la OTAN o la nacionalización del sector eléctrico y del sector financiero, o la derogación de las reformas laborales, pero tampoco aceptará puntos que Podemos ha declarado como vitales. Pongamos por ejemplo el derecho de autodeterminación de Catalunya y los demás pueblos del Estado español, ni la ruptura con las políticas de austeridad marcadas por la Unión Europea. ¿Cómo compatibilizar el programa de Podemos (y no hablemos del de IU), con el nuevo recorte de 11.000 millones de euros que exige la UE en el ya famélico presupuesto heredado del PP?
Los dirigentes de Podemos saben esto perfectamente, y por eso le hacen al PSOE una oferta que le coloque en situación de “culpable” de la repetición de elecciones, o le lleve a los brazos de la derecha. Es llamativo que la dirección de Podemos (más aún la del PSOE), han colaborado para impedir que IU tenga grupo parlamentario, ya que aunque los votos en contra vienen del PP y de Ciudadanos, fue el PSOE quien dio mayoría a la derecha en la mesa del Congreso, y fue Podemos quién impidió una fórmula que permitiese un grupo a IU en colaboración con el grupo valenciano.
Sin embargo, que amable, ofrece “por el millón de votos”, un ministerio. Esto es lo que se llama “un regalo envenenado”, con amigos así no hacen falta enemigos.
La postura de Izquierda Unida
IU debe repetir, ya lo ha dicho, que impedirá por todos los medios a su alcance, un gobierno de la derecha, pero eso no supone traicionar a sus votantes entrando en un gobierno que haga, al fin y a la postre políticas de derechas.
Ni el PP se cree sus propias mentiras de que “hemos superado la crisis”. La economía capitalista sigue sumida en una crisis orgánica, que entra en una nueva fase con la crisis del capitalismo chino, que no da margen para las viejas políticas de concesiones y “estado del bienestar”. Cambiar las condiciones de existencia de la mayoría de la población no se consigue con maquillaje, es necesaria una intervención audaz para controlar los resortes de la economía y un gobierno que no esté dispuesto a ello, como demuestra el caso de Grecia, se convertirá en el administrador del capitalismo, en el ejecutor de sus políticas.
Hay quién pretende comparar esta suerte de gobierno con el PSOE con el gobierno de Ahora Madrid en el ayuntamiento de la capital. Craso error. No solo porque el ayuntamiento de Madrid no está gobernado por el PSOE, sino por una coalición electoral con el apoyo de este partido desde fuera, no solo porque Ahora Madrid se ha saltado la “regla de gasto” impuesta por el gobierno del PP, es decir ha roto con las políticas del austericidio, sino sobre todo porque es cualitativamente diferente. Cito a Rosa Luxemburgo: “Mientras en el Parlamento o en el Consejo Municipal, podemos obtener reformas útiles luchando contra el gobierno burgués, ocupando un puesto ministerial solo conseguiremos esas reformas si apoyamos al Estado burgués. La entrada de los socialistas en un gobierno burgués no es, pues, como podría creerse, una conquista parcial del Estado burgués por los socialistas, sino una conquista parcial del partido socialista por el Estado burgués”. Nada que añadir al comentario de la revolucionaria Rosa.
El PSOE, para cambiar a una política, no ya a una que merezca el nombre de socialista, sino simplemente socialdemócrata-keynesiana tendría que estar dispuesto a una fractura interna, y a una ruptura con las políticas impuestas por la Unión Europea, y si lo primero es difícil, lo segundo está hoy por hoy descartado.
También le va a crear muchos problemas y fracturas dar paso a un gobierno de la derecha, que es su otra opción, por eso está atrapado entre dos fuerzas contrapuestas. La elección es difícil, sobre todo una vez que la oferta de Podemos le sitúa como responsable del desenlace.
Izquierda Unida-Unidad Popular, debe ser capaz de tomar la iniciativa, no solo dejando claro que dará su apoyo a cualquier opción que desbanque a la derecha del gobierno, sino también ofreciendo un acuerdo más estable, un frente de movilización con un programa que incluya las principales demandas que se han formulado por su parte y la de Podemos en el proceso electoral. Le debe tomar la palabra a los dirigentes de Podemos cuando reconocen la importancia de nuestro apoyo electoral y exigir que se concrete una alianza de la izquierda para hacer frente a una hipotética cita electoral, lo que debe incluir un llamamiento, también, al PSOE, a su militancia para que rompa con los Felipe González, Pepe Bono y demás elementos de la burguesía y se unan a una alternativa de clase, con el respaldo de los sindicatos y los movimientos sociales.
Nos jugamos demasiado, mucho más que unos sillones, la habilidad con las barajas no dará empleo y sustento a las familias de la clase obrera, pero un frente común basado en la movilización con un programa de transformación social si reuniría la fuerza que necesitamos.