La trampa de la conciliación
Si algo ha puesto de manifiesto esta crisis es la importancia de los cuidados para el sostenimiento de la vida. Y no me refiero solo a la vertiente sanitaria, que es evidente en una situación de pandemia. Hablo también a los cuidados más invisibles, los de las empleadas del hogar, las profesionales de los servicios de ayuda a domicilio, de residencias y centros de mayores, de limpieza, etc,.
Pero, sobre todo, quiero incidir en los cuidados en el ámbito familiar y doméstico, donde se ha hecho visible la falta de corresponsabilidad en estas tareas, que tiene una doble vertiente. Corresponsabilidad entre mujeres y hombres y corresponsabilidad entre ciudadanía y administraciones. Porque las administraciones tienen como obligación facilitar que las personas podamos cuidar con garantías y asegurar una cierta calidad de vida a todas las personas, tengan la edad que tengan, coticen o no coticen.
Cuando comience el curso escolar, si es que abren las escuelas en otoño, llevaremos seis meses sin cole y con centros de mayores cerrados, en los que los cuidados han pasado a ser responsabilidad única del núcleo familiar de convivencia, sin prácticamente apoyos de ningún tipo. Los pilares sobre los que hasta ahora se sostenía la conciliación en España, es decir, abuelos y abuelas y escuelas, están en 'cuarentena'.
Esto puesto la vida del revés a muchas familias con personas dependientes a su cargo que, además de las obligaciones laborales, se han visto en la necesidad de cuidar de mayores y menores.
Según la RAE conciliar es “hacer compatibles dos o más cosas”. Y cuidar es incompatible con trabajar (presencial o telemáticamente), es mucho más complejo y demandante de lo que parece. Tras la experiencia de estos meses ha quedado de manifiesto lo que ya era una evidencia para muchas, que la conciliación no existe. Conciliar es que el trabajo te permita cuidar a quienes dependen de ti, algo imposible porque en los cuidados no hay botón de pausa. Además de nuestras propias necesidades (personales y profesionales), tenemos que cubrir las de otra persona que depende de nosotras las 24 horas al día.
Y si la conciliación no existe, ¿quién asume el sobrecoste físico y emocional de trabajar y encargarse del cuidado de otros? Otra evidencia, mayoritariamente en las mujeres, porque el cuidado tiene un claro componente de género.
Según un estudio de 2016 de Metroscopia: “Las mujeres se hacen cargo de las responsabilidades del hogar, en promedio, entre tres y cuatro veces más que los hombres (una relación 66% a 18%). La proporción es incluso mayor, entre seis y siete veces más (76% a 10%), cuando lo que toca es planchar, poner la lavadora o limpiar el baño y muy elevada también cuando hablamos del cuidado de las personas dependientes”.
Seguimos sin ser una sociedad corresponsable, son pocos los pasos dados para que haya un equilibrio, queda un largo recorrido y la brecha de género se está agrandando de manera brutal con la actual crisis de cuidados.
En el campo de la investigación científica ya hay estudios que señalan que ellas están publicando menos y arrancando menos proyectos nuevos que sus colegas hombres.
Además, el Instituto de la Mujer llama la atención sobre la sobrecarga que supone para las mujeres compatibilizar teletrabajo y el cuidado de la casa y la familia si no existe corresponsabilidad en los hogares. Por ejemplo, el 82 % de las familias monoparentales están encabezadas por mujeres. Esto provoca que muchas mujeres se estén viendo obligadas a retirarse del mercado laboral o a perder oportunidades de promoción profesional.
Las administraciones tienen la obligación de responder con voluntad política y políticas públicas, pero hasta ahora no ha sido una prioridad y las medidas adoptadas son insuficientes. Deben revisar las medidas de conciliación poniendo encima de la mesa tres aspectos clave que están penalizan a las mujeres en la esfera laboral:
• Cuestionar la centralidad de la jornada laboral y que ésta no sea el referente a la hora de condicionar el resto de usos del tiempo
• Visibilizar social y económicamente el trabajo doméstico
• Medidas de conciliación que fomenten la corresponsabilidad
Para Más Madrid esto ha sido una prioridad, tanto en el Congreso (con el Plan de Familias, que incluía un permiso de conciliación) como en la Comunidad de Madrid (Plan de choque por la conciliación de las familias, con una propuesta de renta de cuidados a bonos canguro y bolsas de conciliación) y en el Ayuntamiento, donde revisamos y acordamos algunas medidas en los recientes pactos de reconstrucción y que tienen que implementarse. Pero sabemos que no serán suficientes, por ejemplo, muchas familias se han quedado sin acceder a las escuelas infantiles ni a los campamentos de verano.
Llegará septiembre y todavía muchas escuelas no están acondicionadas para abrir con todas las garantías de seguridad. El Gobierno del Ayuntamiento tiene que asumir su responsabilidad y adaptar los centros, pero ya sabemos que la inversión en obras durante agosto ha disminuido casi un 50 %. Tendrán que ser las comunidades educativas las que se busquen la vida para adaptarse a la situación.
Y mientras tanto, las familias sobreviven como pueden y las mujeres cargan con los cuidados, el trabajo y el equilibrio emocional…, muy difícil.
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