El conflicto político entre Cataluña y España es eso, un “conflicto” y “político”. Eludir la realidad no la cambiará, ni resolverá nada; no se trata de delincuencia, ni de criminalidad, ni de código penal, prisiones y exilios. La necesidad de una solución política es inexcusable; es el deber de los demócratas.
Desde el primer día de exilio, además de defender nuestros derechos, hemos continuado haciendo política, trabajando para buscar soluciones. El trabajo realizado con las herramientas y recursos limitados de que hemos dispuesto es en parte conocida por la opinión pública, y en parte se mantiene aún en la necesaria discreción. Pero es un trabajo que tiene sólo un objetivo: contribuir a resolver el conflicto entre Cataluña y España. Con la dosis de autocrítica y el análisis más reposado, desde la distancia a veces reparadora y a veces limitadora, con la conciencia plena de todas las carencias y de todos los activos que hemos acumulado en esta fase de nuestra historia. Y con la mirada puesta cada día encima de los efectos de la represión que persiste con una tozudez enfermiza, que tiene encarcelados a amigos y compañeros, juzgados por delitos inexistentes, y que persigue representantes electos, activistas y ciudadanos comprometidos en general.
En el ciclo electoral que se inicia con las elecciones españolas del 28 de abril, la necesidad de hacer política se acentúa y será determinante en las decisiones que debe tomar el movimiento independentista catalán. Somos conscientes por un lado que una gran parte de la sociedad catalana reclama persistentemente la unidad política y por el otro de las dificultades que encuentran determinados actores políticos para hacerla realidad. Desde la perspectiva de la responsabilidad asumida hasta ahora, y ante los retos que nos plantea este nuevo ciclo, esta demanda de unidad nos compromete y nos interpela todos. La unidad se expresa con claridad en la sociedad civil, que sigue movilizada con fuerza y determinación a pesar de dificultades y adversidades. Difícilmente afrontaremos los retos que tenemos ahora delante, si no respondemos a la unidad de la gente también con la máxima unidad política.
La llamada “crisis catalana” es ya un asunto europeo. Aquella Europa que nos ignoraba y quisiera mirar hacia el otro lado cuando el Reino de España vulnera derechos y violenta principios democráticos ya no tiene más remedio que prestar atención y mirar con rigor todos los aspectos de esta crisis y de hacerlo consciente de que es algo que la concierne directamente. Los catalanes nos hemos hecho visibles, hemos ganado el derecho a ser reconocidos; somos una realidad política de hecho. Se ha roto el pacto de silencio que existía en Europa ante el conflicto entre Cataluña y España. Van surgiendo iniciativas inimaginables hace apenas un par de años, vinculadas a la necesidad de defender principios fundamentales ante vulneraciones flagrantes por parte de un Estado miembro de la Unión.
Es la hora de que la voz de esta Cataluña que se mantiene movilizada, que se siente representada por las ideas de radicalidad democrática, de progreso social y libertad nacional en una Europa de los pueblos, se haga oír alta y clara en el nuevo Parlamento Europeo. De todas las elecciones que vienen, en ninguna hay más necesidad de actuar unidos que en los comicios europeos. Ahora que en Europa se empiezan a levantar voces largamente esperadas, ahora que la internacionalización del conflicto entre Cataluña y España es un hecho incontrovertible, ahora que España se ve forzada a dar explicaciones por actitudes y decisiones que incomodan a muchos ciudadanos europeos, ahora es el mejor momento para que la Cataluña que quiere su libertad nacional irrumpa en el Parlamento europeo.
Proponemos, por tanto, con más convicción que nunca, una lista conjunta a las elecciones al Parlamento Europeo del próximo día 26 de mayo. Una candidatura que recoja toda diversidad del movimiento independentista, que pueda ganar con claridad las elecciones, y enviar un mensaje inequívoco a Europa y al mundo. Una candidatura que ponga el derecho a la autodeterminación de los pueblos en el centro de la agenda política europea y haga crecer la solidaridad internacional que el ejercicio de este derecho necesita.
Hagámoslo, tenemos más razones que nunca. Hagamos un último esfuerzo para conseguir que la voz de Cataluña -que tanto el Partido Popular, como el Partido Socialista y los populistas de Vox y Ciudadanos querrían silenciar en Europa- tenga la fuerza histórica que esta hora requiere. Nos jugamos el futuro como república, como nación de libertades, como nación europea.
En este esfuerzo nos necesitamos todos, no sobra nadie. Y lo tenemos que hacer con toda la generosidad que el momento nos exige. Por eso reiteramos las ofertas que, para facilitar esta lista unitaria al Parlamento Europeo, hemos realizado desde hace meses. Aún estamos a tiempo.
Este es un artículo publicado conjuntamente en eldiario.es, Vilaweb y El Punt Avui.