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Vuelven los 'chollos' a IFEMA

José Luis Martínez Almeida e Isabel Díaz Ayuso, durante la presentación de la Fórmula 1 en Madrid.
23 de marzo de 2024 06:01 h

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Cuando llegamos al gobierno de la ciudad de Madrid, en el año 2015, gracias al novedoso cóctel de Manuela Carmena con la juventud fresca politizada (y con ganas de entrar en las instituciones, no sólo protestar en la calle) acordamos con el gobierno de la Comunidad de Madrid y la Cámara de Comercio, una reforma de los estatutos, que se aprobó por unanimidad en ambas instituciones (pleno y asamblea).

Fruto de ese acuerdo se eliminó la grasa administrativa que habían generado años de inercias de los gobiernos monocolores (en este caso del PP): unidades redundantes y con competencias pomposamente enunciadas pero vacías, puestos directivos con retribuciones astronómicas y condiciones privilegiadas.

Inspirado en el modelo exitoso de la Fira de Barcelona, se creó la figura del Presidente ejecutivo “pro bono” y se eligió por consenso a Clemente González Soler, empresario de éxito y gran reconocimiento empresarial que con gran generosidad compartió su tiempo, energía y adenda, de manera gratuita al servicio de Ifema, y acordamos que el puesto de Presidente de la Junta Rectora fuese rotatorio cada año. Estrené el modelo y fui ese presidente en 2015 y al final de nuevo, en 2019. El muy relevante puesto de secretario del consejo dejó de estar reservado al secretario del ayuntamiento y se seleccionó a una abogada del Estado.

Suprimimos los tres puestos artificiosamente creados que desempeñaban Luis Eduardo Cortés (designado por la CAM), Álvarez del Manzano (designado por el Ayuntamiento) y Manuel Cobo (designado por la Cámara de Comercio). Estos puestos eran una bicoca: sueldo de 150.000 euros -de entonces-, secretaria y chófer pagado por el Ayuntamiento, jefe de comunicación personal para cada uno de ellos, amén de grandes despachos, dietas, gastos de representación… Sólo estos tres puestos se merendaban casi todos los beneficios de toda IFEMA.

Mejoramos la retribución, esa sí, del Director General, el único puesto directivo “real” que desempeñó durante muchos años, Fermín Lucas y encargamos su selección a una empresa profesional de selección de directivos que propuso y se aceptó a Eduardo López Puertas.

Este proceso se hizo con una elegancia y colaboración de todos los afectados (salvo Cobo que se adelantó y dimitió) que no dejo de reconocer cada vez que se toca. 

Con esta dieta de adelgazamiento y manteniendo que los consejeros no debían de cobrar ni compensaciones ni dietas pues ya cobrábamos en nuestros puestos de trabajo de origen, además de evitar a Koldos y similares parásitos que van sólo por cobrar, conseguimos involucrar a personas comprometidas con IFEMA que iban a esos consejos gratis, de manera altruista.

El personal de IFEMA reaccionó con entusiasmo a los cambios, hizo suyo un ambicioso plan estratégico de duplicar la facturación (de 100 a 200 millones de euros en cinco años) y la actividad se disparó. Junto a las ferias y congresos convencionales, IFEMA se abrió (no sin resistencias) a nuevos eventos (la exposición de Harry Potter fue visitada por 400.000 personas) que han marcado la personalidad de ese nuevo IFEMA con circo, musicales, y todo tipo de actuaciones que no cabían en los pequeños locales de la Gran Vía. Los resultados económicos no se hicieron esperar y se afrontó la ampliación al IFEMA 2.0 (casi duplicar el espacio) 

Pero llegó la pandemia, Clemente tuvo que atender a sus empresas en esa crisis y el espíritu del nuevo equipo, del PP y Ciudadanos (tanto en la Comunidad como del Ayuntamiento), empezó a arrastrar los pies.

Se produjeron muy discutidos despidos del equipo directivo veterano, se dejaron de pagar los incentivos a la plantilla y se plantearon unos nuevos estatutos que son la semilla de la actual e impresentable propuesta.

El entonces concejal de economía (de Ciudadanos, Miguel Ángel Redondo) convocó a todos los grupos de oposición para recabar nuestro apoyo (la primera y única vez en cuatro años si exceptuamos la pandemia) y rechazar esos nuevos estatutos. 

Como ex presidente de la Junta gestora mi oposición era la que más antecedentes y fundamentos tenía y fue rotunda. Recuerdo una multitudinaria y tormentosa reunión con el sustituto de Clemente y actual Presidente, el recién dimitido o cesado presidente de Renault Sr. De los Mozos con el que confrontamos modelos y a quien exigimos quitase cargos absurdos que querían crear y que él, como su predecesor, no cobrase los 200.000 euros que quería ponerse, amén de otras modificaciones artificiosas y otras cuantas razonables que aceptábamos.

Al no conseguir sus objetivos retiraron toda la propuesta (ya quedaba poco de legislatura) y como luego fue contratado por el Gobierno en Indra, ya creía que el tema estaba olvidado.

Pero no, con una ampliación que sigue pendiente, con una opacidad absoluta sobre el contrato firmado por IFEMA y la Fórmula 1, quenovaacostarniunduroalosmadrileños,( como dicen cada vez que nos sablean), los responsables del PP de Comunidad y Ayuntamiento vuelven a la carga a lomos de sus mayorías absolutas y aprobarán esta insensatez esta semana. No pueden desperdiciar un botín tan sustancioso. 

No estaría de más conocer (además de cuántos de los 120 millones de euros de la cuenta de IFEMA se va a comer este proyecto) a los inversores privados de tan magno evento, que son celosamente ocultados bajo las pomposas inauguraciones de haberse firmado ese contrato clandestino bajo las figuras bien conocidas en el mundo financiero como Ayuso&Almeida.

Los nuevos estatutos son barra libre o happy hour, como cada uno prefiera, para crear cargos, unidades innecesarias… Vuelven los chollos a Ifema.

Como ha dicho la mentora de todos estos nuevos gestores de lo ajeno, Esperanza Aguirre, “ancha es Castilla”, que es otra forma de decir “esto es nuestro cortijo”, o como diría su discípula, “a ver si no vamos a poder disfrutar del botín una vez que hemos arrasado en las elecciones”.

Pues eso

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