Fue un mazazo, no por esperado, menos traumático e indignante. La Audiencia de Navarra dicta una sentencia por la que exonera a 'la manada' del delito de violación. Y se hace una filigrana para nombrar uno por uno los “abusos sexuales” de cinco hombres que acorralaron a una chica de 18 años y la sometieron a 11 tandas de penetraciones alternativas orales, anales y vaginales. Con agravantes. Los detalles enervan. Y se agravan con la interpretación de los magistrados. No se resistió. Y se ve que juzgaban a la víctima, a la mujer vejada, a la mujer.
La sentencia ha dado la vuelta al mundo para nuestro escarnio, para una nueva evidencia de lo que es España hoy. Informan de ella en periódicos como The Washington Post, The Guardian o The New York Times y destacan que dos miembros de 'la manada' pertenecen a “cuerpos militares”. En España esto cuenta. Del mismo modo que se pena con cárcel un rap, se persiguen camisetas amarillas, y se dan por sobreseídas las denuncias presentadas contra agresiones de la extrema derecha. Flagrantes casos hemos visto. Se puede hasta insultar, amenazar y agredir a cargos públicos siempre que sean de izquierdas. Léase el caso de la Presidenta de las Cortes de Aragón o de la Alcadesa de Madrid.
Miles de personas nos vimos impelidas a salir a la calle tras conocer la sentencia. Afrontando incomodidades. Afrontando los rigores de este cuasi estado de excepción que penaliza la protesta. Y era un alivio sentirse hermanada con las voces que rechazan la justicia patriarcal, que se ofrecen a ser el apoyo, la manada de la doble víctima de las cinco moles que la usaron como cosa sexual y de los 3 magistrados. Pocas veces he visto tal indignación, masiva, intensa, nacida de una reacción inmediata a un desgarro.
La concentración en Madrid era ante el Ministerio de Justicia. Y poco a poco empecé a fijarme en el abismo que mediaba entre los manifestantes y el edificio que alberga el Ministerio. Cerrado, seco, pétreo, sin vida, sin soluciones. No, a las miles de personas que las piden porque las necesitan. El antiguo Palacio de la Marquesa de la Sonora, levantado en el Siglo XVIII, completaba la gran metáfora de España frente a una multitud viva y cargada de razón.
El problema es que ésta es la tónica. Y no podemos más. Millones de personas nos sentimos acorraladas en un oscuro portal mientras la fuerza irracional nos asalta penetrándonos por cualquier parte que pueda. Y tenemos la impresión de que algunas veces la forma de impartir justicia y las propias leyes lo amparan. Las reformas de las legislaturas de Rajoy han colocado en el ordenamiento jurídico mordazas impresentables en democracia y ahí siguen.
Las respuestas políticas a la sentencia de La Manada no pueden basarse en que se tengan hijas, madres, tías, primas, padres, abuelos, hijos o padrinos. Como han hecho, en particular, los líderes de Ciudadanos Rivera, Arrimadas o Villacís en tuits clonados. No, hablamos de personas, de derechos, y de políticos que aspiran a gobernar y solucionar problemas reales. En la misma línea, el ministro de Exteriores o el propio Catalá, de Justicia, han proclamado la misma comprensión, sin madres e hijas de por medio.
Todo nace de un fondo que nunca se ha limpiado. Que se recuece en sí mismo. Es la exoneración de La Manada, la eterna culpabilización de la mujer, la desigual actuación de la justicia, la censura, el recorte de derechos. Y además la corrupción, el abuso, la mentira y manipulación constantes. Es la compraventa de votos para amarrar la silla y seguir en la brecha de lo mismo. Los fiascos económicos edulcorados que ocultan la miseria que ha creado la desigualdad. Es Cifuentes y todo el PP, son los medios de parte, son las inverosímiles excusas de los políticos que tienen en su mano cambiar este escandaloso despropósito en el que vivimos y no lo hacen.
Volviendo a casa de la concentración, nos cuentan que el PP y la presidenta que puso Rajoy en el Congreso se han movido por fin en un tema enquistado. Para aferrarse. “El PP se niega a soltar el control de RTVE ante la indignación de la oposición: ”Es un escándalo sin precedentes“. Y una piensa que el escándalo, con precedentes, es esta enorme pantomima de la que algunos de sus protagonistas no parecen ser conscientes. O creen que todos los ciudadanos se tragan.
La deriva de este país precisa un cambio total. Urge un futuro diferente. Se ha propalado tal degeneración que millones de personas no cuentan entre sus valores ni con la democracia, ni con la más elemental decencia. Cuando este mal afecta a una sociedad puede hablarse de un camino hacia un Estado fallido.
Déjense de zarandajas y actúen. Manden al PP a la oposición a que se regenere con cuanto conlleva. Que buena falta les hace y nos hace. No precisan a Ciudadanos -cada vez más a la derecha- a quienes están ayudando a crecer. El PSOE tiene en su mano esa posibilidad y no lo hace. ¿Por qué? No empiecen otra vez unos y otros con la falacia de que si un día Pablo, que si un día Pedro. Aunque así fuera estamos a 28 de Abril de 2018 y esto es insoportable. El drama es que no lo hará, casi nadie confía en tal posibilidad. Hay derecha sucia y descomposición para rato.
Nadie es imprescindible en política. Nadie. De hecho, los cargos no son perpetuos más que en ciertas anomalías democráticas. El que no sepa cómo afrontarlo que se vaya a casa. Ustedes no se dedican a la política para asegurarse un sueldo. Es el servicio a la sociedad lo prioritario. No basta con cambiar leyes torcidas. Hay que limpiar las instituciones. Arbitrar mecanismos de protección de la democracia. Hay que educar en valores y no en burricie para proteger a las personas más sugestionables y por extensión a toda la sociedad. Hay que responder al abandono, la impotencia, en la que muchos se ven.
“Me levanto igual que me acosté triste, enfurecida, dolorida ante la indefensión que sufrimos las mujeres”, leo. “No puedo describir la sensación de desamparo, rabia, y profunda tristeza que siento”... Es el latido de dolor de muchas personas. Hombres y mujeres, ante múltiples situaciones de todos los días. Hay una acumulación insoportable de abusos, prepotencia, mentiras que ocasionan daños, zozobras y angustia. Salvo unos cuantos beneficiarios de esta situación, y la inevitable cuota de “amebas”, estamos indignados, descompuestos, heridos, desesperanzados. No podemos seguir así, no aguantamos más. Por eso nos tiramos a la calle algunos, muchos, y algo se mueve. Ese muro pétreo, de ventanas quietas, de visillos inamovibles, que es de todos, ha de abrirse para que entre de una vez la luz y el aire.