Yo también soy africano

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Tres jóvenes españoles de piel oscura y espíritu ganador protagonizan la actualidad deportiva nacional en este comienzo del verano de 2024, el verano de la Eurocopa de fútbol de Alemania y los Juegos Olímpicos de París. Son la atleta Ana Peleteiro y los futbolistas Nico Williams y Lamine Yamal. A mí y a millones de mis compatriotas nos parece un estupendo signo de lo mejor de estos tiempos que nuestro deporte cuente con tales refuerzos de categoría. A la siempre enfadada minoría ultra les parece, en cambio, una broma de mal gusto.

Hace una semana, tras la hermosa victoria de La Roja frente a Italia en la Eurocopa, uno de esos individuos subió a la red social X (antiguo Twitter) un mensaje en el que sentenciaba: “La camiseta de la Selección de España debería ser únicamente vestida por españoles”. Lo ilustraba con una foto de Nico y Lamine, cuya actuación había sido decisiva en la superioridad española frente a Italia. Siempre de buen humor, Nico le respondió en esa misma red social: “Apaga la radio, ignorante”. Y lo ilustró con el emoji de un bostezo. Fui de los muchos que aplaudieron la réplica del jugador del Athletic Club y la selección nacional.

El delirio ultra, tan en auge ahora a ambos lados del Atlántico, se basa, en efecto, en una profunda ignorancia. Resulta que Nico, de ascendencia ghanesa, nació en Pamplona, y Lamine, hijo de un marroquí y una ecuatoguineana, en Esplugas de Llobregat. Por su parte, Ana Peletiero, campeona en numerosos torneos europeos y mundiales de triple salto y premio Princesa de Asturias 2013, vio la luz en la localidad gallega de Ribeira. Es decir, son tan españoles como esos enfervorizados líderes de Vox que se apellidan Smith, Tertsch y Le Senne.¿Cuál es la diferencia, pues? Que Ana, Nico y Lamine tienen la piel oscura por su reciente condición africana, la de sus padres o abuelos, y que los mencionados caudillos ultras la tienen pálida porque sus más próximos ancestros nacieron al norte de los Pirineos. ¿Y qué? ¿Es que todavía hay gente capaz de sostener en público la superioridad natural de los blancos sobre el resto de las comunidades humanas? Seguramente sí hay quien lo haga en privado; si no, es difícil de explicar la popularidad actual de las gilipolleces neofascistas.

No sé si en nuestras escuelas se enseña que todos los seres humanos actualmente existentes somos una misma especie, el homo sapiens, y que esa especie nació en África y se extendió luego por todo el planeta. No hay entre nosotros otras diferencias que las relativas a la epidermis, fruto de haber vivido durante miles de años en tal o cual lugar y bajo tal o cual clima. Por lo demás, todos y cada uno de nuestros ancestros adquirieron la condición de sapiens, de inteligentes, en África. Si no se enseña esto, debería enseñarse.

Nous sommes tous des juifs allemands”, decían los jóvenes de Mayo del 68. Pues bien, yo también soy un judío alemán y, además, soy un africano. Y feliz de serlo. Me encanta que lo africano vuelva a estar presente en mi patria. Aunque sea venido en pateras. Creo que España y Europa necesitan millones de inmigrantes en las próximas décadas y me gustaría que vinieran de forma regulada. Con visados desde su lugar de origen, no jugándose la vida en la travesía de desiertos y mares. ¿Pero también los negros, señor Valenzuela? Claro que sí. Trato con ellos y me encantan cosas como su fortaleza, su jovialidad, la incombustible alegría de sus jóvenes, el respeto a los ancianos de su cultura.

Soy futbolero, ya lo he escrito aquí alguna vez, y sigo estas semanas con mucho interés la Eurocopa. No sé si mañana, viernes 5 de julio, La Roja logrará vencerle en cuartos a Alemania, la muy sólida anfitriona del torneo, pero no me extrañará que lo haga. Luis de la Fuente ha conseguido devolvernos la ilusión de aquel tiempo, entre 2008 y 2012, en que ganamos tres grandes torneos de un tirón.

Pero si España cae ante Alemania, me quedará para siempre el recuerdo de lo mucho bueno que dos compatriotas de piel oscura, Nico y Lamine, aportaron a nuestro juego. Un descaro, un desborde, una combatividad y una alegría muy africanas. Nico y Lamine, dos chavales que no provocan a la afición contraria, que no agreden a los rivales, que no insultan a los árbitros, que disfrutan cuando marcan como niños en la mañana del día de Reyes. Puro fútbol champagne.

Ana Peleteiro ganó la medalla de oro el pasado junio en el Campeonato Europeo de Roma con un triple salto vertiginoso. Subió al podio bailoteando y no faltaron ultras malafollás que la criticaran por ello. Les replicó declarando a Relevo: “Mi madre biológica es de Coruña, mi padre imagino que será negro, porque si no este color no sé a qué se debe, y he sido criada por dos personas también gallegas. Me siento súper española, siempre alardeo de la suerte que tengo de vivir en España”.

Ojalá nuestros nuevos compatriotas de reciente origen africano no solo aporten este espíritu a nuestro deporte. Quiero verlo también en la política, la economía, las luchas sociales, la cultura. Quiero una España multicolor.