A José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, le pareció buena idea iniciar una entrevista mofándose de la ley que tiene como objetivo protegernos a las mujeres de las agresiones sexuales. Le pareció gracioso despreciar la ley contra la violencia sexual mientras tonteaba con una periodista cuando trabajaba. A Martínez-Almeida le podemos llamar machista, señoro o cretino pero creo que el despreciable gesto del alcalde merece una reflexión. Con dolor, en este país aprendimos que una democracia no admite terrorismo. Y también supimos que la repulsa unánime, continua y contundente contra la violencia es clave para impulsar cambios sociales. Los discursos políticos son mensajes a la ciudadanía y se manda un mensaje de puro maquillaje político cuando uno se pone un lazo el 25 de noviembre y menosprecia la lucha contra la violencia machista en verano.
El menosprecio de Almeida a la necesidad de consentimiento de las mujeres en las relaciones sexuales no es una lamentable excepción. Con la aprobación del Proyecto de Ley Orgánica de garantía integral de la libertad sexual han vuelto los chascarrillos sobre si tendremos que firmar un contrato antes de acostarnos. Dicen algunos que es imposible saber cuándo una mujer está consintiendo las relaciones sexuales. Imagínese lo excitante y sugerente que puede resultar a las mujeres este tipo de comentarios burdos y misóginos. No le daría importancia si no supiera que estas ideas toman cuerpo en quienes forman nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad, en quienes tienen que impartir justicia, en quienes representan a la ciudadanía en las instituciones públicas y en quienes tienen la responsabilidad de generar opinión a través de los medios de comunicación.
En España se denuncia una violación cada cinco horas pero la dimensión del problema es muchísimo mayor ya que según indican expertas en violencia sexual entre el 70% y 80% de las agresiones sexuales no se denuncian. Un 2,2% del total de mujeres en España han sido violadas alguna vez en su vida según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer (2019). Detrás de la frialdad de los porcentajes hay vidas de mujeres. Quizá quien me lea pueda recordar alguna vez que aquello no acabó bien, que al final se dejó hacer para que terminara y la dejara en paz, que accedió a hacer algo por miedo a que se enfadara o que mantuvo relaciones sexuales simplemente porque tocaba. Si es usted un varón, imagínese perseguido por una turba que le va a penetrar analmente contra su voluntad. Tampoco está de más, si lo prefiere, preguntar con cuidado y cariño a las mujeres de su alrededor si en algún momento de su vida han tenido alguna mala experiencia. Escuchen atentos.
La Ley del 'solo sí es sí' saldrá adelante como todas las leyes feministas de este país: con la oposición del machismo y el empuje de las mujeres. La violencia sexual que sufrimos las mujeres tiene múltiples formas como el acoso, el exhibicionismo, la explotación sexual o la pornografía no consentida y esta ley ofrecerá atención especializada a todas las víctimas. Es una ley que marca claramente que si no hay consentimiento mutuo en una relación sexual lo que se está produciendo es una violación. Será una ley para sentir orgullo de país.
Una sociedad decente no puede permitirse que las vidas de las mujeres valgan menos. Una sociedad digna no puede permitir que la seguridad, que la libertad sexual de las mujeres pueda ser objeto de mofa. Sin embargo, ahí los tenemos. Somos una sociedad donde el alcalde de Madrid y portavoz del principal partido de la oposición puede despreciar la ley que va a proteger a las mujeres de las agresiones sexuales sin apenas contestación. A Martínez-Almeida no se le recuerda por ninguna medida en más de dos años al frente del ayuntamiento de Madrid. Solo por los chistes sin gracia de alcalde majete.