Qué tranquilizador y optimista el discurso del presidente del Tribunal Supremo en el acto solemne de Apertura del Año Judicial. Escúchenlo íntegro, verán qué subidón. En una mezcla de bronca y llorera, Francisco Marín dijo que la situación del Supremo es “desoladora”, “en situación crítica, casi de respiración asistida”, sin un tercio de efectivos y con salas “al borde del colapso”. Avisó además de que la independencia judicial está “cercenada”, y que el Poder Judicial, amenazado por el desprestigio y debilitado, sufre ataques “sutiles y por ello más peligrosos para el funcionamiento del sistema democrático”. Resultado: un impacto “de extrema gravedad” sobre el Estado de Derecho.
Para terminar de tranquilizarnos, Marín cuestionó que pueda hablarse de “normalidad democrática” con un CGPJ interino durante cinco años y con el Alto Tribunal mermado, y advirtió de que “en nuestros días las democracias mueren” no por la violencia de un golpe militar sino por “el lento y progresivo debilitamiento” de instituciones esenciales como la Justicia, para lo que citó el libro Cómo mueren las democracias. Hagan la prueba de ponerle risas enlatadas al vídeo. Ni por esas te ríes, ni puta gracia.
Lo verdaderamente gracioso fue que, al terminar su discurso buenrollista, todos los presentes aplaudieron. Entre ellos, el líder del PP, Núñez Feijóo, que no se dio por aludido. Le preguntaron a la salida los periodistas si se sentía interpelado, y con toda su pachorra dijo que no, que la culpa no es solo suya, cuando es sabido que su partido –con la inestimable ayuda de la derecha judicial desde dentro del sistema– lleva cinco años bloqueando la renovación judicial para mantener la mayoría conservadora que consiguió en 2013 (cuando Rajoy tenía mayoría absoluta), habiéndose celebrado cinco elecciones generales desde entonces.
Pero claro, el presidente del Supremo, con toda su solemnidad y teniendo al rey sentado al lado, no señaló a nadie en su discurso, lanzó las acusaciones sin mirar directamente a Feijóo, y generalizó hablando de “las fuerzas políticas”. Y así no hay manera de que el responsable se dé por aludido y pase al menos un poco de vergüenza.
Yo le propongo, a Marín o a quien le sustituya (que será ya el sustituto del sustituto del sustituto), que en la próxima Apertura del Año Judicial dentro de un año, si continúa el bloqueo, pruebe la técnica de aquel detective que contaba Gila en un célebre monólogo: como al tipo no le gustaba la violencia, acorralaba al sospechoso tirándole indirectas: “Alguien ha matado a alguien, y no me gusta señalar…” Luego se lo encontraba en el baño e insistía: “Alguien es un asesino…”, y el culpable se ponía colorado, hasta que no aguantaba más y confesaba.
Algo así habrá que hacer con Feijóo, como último y desesperado recurso. Que cuando se lo crucen los magistrados en uno de estos actos solemnes, comenten en voz alta: “Alguien está cercenando la independencia judicial, y no me gusta señalar…” “Alguien está desprestigiando y debilitando el Poder Judicial, y no me gusta señalar…” “Alguien está matando la democracia, y no me gusta señalar…” A ver si al final se pone colorado, se deja de excusas y maniobras dilatorias, y se sienta de una vez a renovar y recuperar, sí, la normalidad democrática.