No pido a José Luis Martínez Almeida que se eleve para enzarzarse a golpe de pancarta con Javier Ortega Smith en pleno acto del Ayuntamiento destinado a demostrar el dolor por la muerte de una mujer delante de sus hijos. Resultaría desagradable, perdería y además acostumbro a deplorar la violencia como método de negociación. Pero sí que el alcalde de Madrid plante cara de verdad al que llega de matón para afirmar una vez más que la ideología de género es parte de una conspiración femenina azuzada por la “campaña publicitaria de la izquierda” y que allí se recuerda la violencia intrafamiliar o si no, se revienta el acto.
“A mí me gustaría que me hubierais comunicado que veníais con otra pancarta”, dijo el alcalde al de Vox. Como el que recrimina a su socio que se presente en bermudas en un consejo de administración o hable con la boca llena en una comida de negocios. Una mera cuestión de protocolo. Porque son socios. Y les une lo fundamental, el fondo.
“Sabes que no comparto la ideología de género ni el feminismo del 8 de marzo”, intentaba conciliar Almeida después de repetir muchas veces 'Javier, Javier' para intentar cortar la verborrea del de Vox a base de intercalar que claro, que la violencia intrafamiliar es el problema, pero que un 20% de las muertes violentas son de mujeres y que no era el día para olvidarlo.
Si hubiera seguido hablando, Almeida hubiera podido meter la pata todavía más. A Ortega, que es rápido como se le presupone a un ex boina verde, le faltó tiempo para recordar a los periodistas presentes que el alcalde había reconocido estar de acuerdo con él en lo importante. Y es cierto, todos lo hemos podido oír. Pero ya vimos cómo en las juntas del distrito y otros edificios de la ciudad habían desaparecido las leyendas 'Ni una menos ' o 'Nos queremos vivas'. Se ve que no cumplían la normativa en materia de letreros en edificios municipales.
Da igual que en el pacto suscrito entre PP y Ciudadanos se hablara de erradicar “la violencia machista” y que en la versión más vergonzante, la que se firmó con Vox, se hablara de “violencia intrafamiliar”. Así que es lo mismo que tengan un momento Pimpinela porque luego van juntos, como hermanos que son en realidad. Así que el acto presuntamente heroico del señor alcalde ante Ortega se ha quedado en una charla de amigotes, unidos en lo fundamental. Y lo realmente fundamental es que a las mujeres las matan y que dos niños de 10 y 8 años han visto cómo dos dirigentes políticos robaban el protagonismo a su madre en el minuto que le dedicaba el Ayuntamiento de Madrid.