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OPINIÓN | Superricos friendly, por Antón Losada

¡Anda, los bulos (educativos)!

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Vuelta al cole, madrugón, así que revisa bien la mochila de tu hija o hijo, que seguro que se olvidan algo: cuaderno, agenda, estuche, desayuno…, está todo. Hasta que de camino a clase os dais cuenta de que os habéis olvidado algo fundamental y, manotazo en la frente, exclamas como el niño del anuncio de Donuts de nuestra infancia: “¡anda, los bulos!”

En la semana de comienzo de curso, no pueden faltar los bulos educativos, las creencias erróneas, los mitos y falsedades que llevamos años oyendo y repitiendo, y que esta semana no faltarán en las mochilas de las familias, las de periodistas y tertulianos, y en la de más de un consejero de Educación o presidenta autonómica, todos repitiendo los mismos mantras: ¡El sistema educativo va cada vez peor! ¡Antes aprendíamos más! ¡Estamos fatal en PISA! ¡Los inmigrantes bajan el nivel! ¡Copiemos el sistema de Finlandia! ¡En los centros concertados salen mejor preparados! ¡La concertada es más barata! ¡La meritocracia! ¡La libertad de elección de las familias!

En tiempos de fake news y realidades paralelas, la educación no podía quedar al margen. Son muchas las ideas erróneas, cuando no mentiras interesadas, que circulan desde hace años y que a veces hacemos nuestras sin darnos cuenta. Por ejemplo, esa de que “en nuestros tiempos” teníamos que esforzarnos más, el aprendizaje era más exigente, memorizábamos ríos y afluentes, y desde entonces todo ha ido a peor. Hasta que llega alguien y te hace un “dato mata relato”, demostrándote con todo tipo de indicadores que la nostalgia educativa es también falsa, que no venimos de ninguna edad de oro, y que pese a las carencias importantes que sigue teniendo el sistema educativo español, en general llevamos décadas corrigiendo atrasos históricos.

Me pasó leyendo un libro consagrado a tal fin, a matar relatos con datos (y con análisis críticos): Educafakes, 50 mentiras y medias verdades sobre la educación española, de Jesús Rogero y Daniel Turienzo. De manera tan rigurosa como amena, con matices y cautelas allí donde no cabe certeza, reúnen medio centenar de falsedades educativas que circulan alegremente y que no son inofensivas, tienen consecuencias. Como dicen los autores, todos llevamos dentro un seleccionador de fútbol y una ministra de Educación, de modo que todo el mundo opina. Cosa que no es mala, por cierto: una de las cuñadeces que desmienten es esa de que hay que dejar el sistema educativo en manos de los expertos, que ellos son los que saben, y no los políticos. No, en democracia la educación es cosa de todos; pero mejor si hablamos con algo de rigor. 

Leyéndolo, resulta que tenemos mucho que mejorar, sí, pero tampoco estamos tan catastróficamente mal como a veces decimos. Incluidos los indicadores internacionales de calidad esos con los que nos fustigamos tanto. Y no, los centros concertados no ahorran dinero al Estado, ni tampoco sus alumnos salen mejor preparados. Bulos estos que tienen consecuencias contantes y sonantes: sobre ellos diseñan sus leyes educativas los partidos defensores de la privada; y también son esos bulos (y otros que denigran la pública) los que hacen que tantas familias elijan la concertada para sus hijos.

La sacrosanta “libertad de elección de las familias”, que la derecha lleva décadas usando para recortar y deteriorar la educación pública y legitimar la segregación del alumnado, es otra de las mentiras más dañinas. Y más ideológicas, porque resulta que sí, que la educación es política, aunque a menudo compremos ese otro mito de que la enseñanza debe ser neutral, sin ideología, solo enseñar contenidos, nada de valores.

Todos queremos un sistema educativo como el de Finlandia, pero resulta que España y Finlandia se parecen como un huevo a una castaña. Entre otras cosas porque el problema de fondo del sistema educativo español no es de métodos pedagógicos ni de leyes educativas, sino de desigualdad y segregación, y eso sí que no mejora e incluso va a peor. Esperábamos que la educación sirviese para reducir desigualdades, pero sin otros cambios sociales acaba replicando y legitimando la misma desigualdad que los alumnos traen de casa.

Como esta semana se reactivan los grupos de WhatsApp de familias, y por ahí también circulan los bulos, recomiendo leer estas educafakes para que no te los cuelen, y la próxima vez no los eches de menos en la mochila si sales de casa sin ellos.