Animalizar a Pablo Iglesias
No se fusila a seres humanos. Se fusila a alimañas, a ratas, a cucarachas, a cerdos, a piojos, a gusanos, a serpientes. Se fusila a garrapatas. El proceso de deshumanización tiene la intención de despojar de las cualidades humanas a un individuo o a un colectivo para que sea aceptable actuar de manera violenta contra él y justificar erradicarlo sin ningún tipo de empatía. Convertir al adversario en una rata inmunda hace más plausible creer que para sanar la patria es preciso acabar con él. Fusilar a 26 millones de personas para mantener sano el país. Purgar para crecer.
El vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, tuiteó una imagen del Pirata Garrapata, el famoso personaje de los libros de Barco de Vapor. Fue su manera de lidiar con la última campaña de acoso y derribo que cada vez va más destinada a la deshumanización de su figura. El medio de comunicación de Eduardo Inda, Okdiario, realizó un montaje con la cara de Pablo Iglesias sobre la figura de una garrapata en una de las noticias que hablaba de la querella que Pablo Iglesias e Irene Montero han interpuesto contra uno de los instigadores del acoso a su vivienda en Galapagar. El montaje de la imagen que el libelo incluía en su portada se puede aún consultar en su Facebook. Al igual que la Radio las Mil Colinas o el periódico Kangura llamaban inyenzi (cucarachas) a los tutsis para que los hutus dejaran de sentir a sus vecinos como personas, en España hay medios que utilizan esa estrategia conocida de deshumanización haciendo montajes con la cara de Pablo Iglesias sobre una garrapata azuzando a los filofascistas para que inicien una campaña de acoso y conviertan en tendencia la animalización del vicepresidente.
La deshumanización de un grupo étnico o social se produce de diversas formas a través de la demonización, biologización, cosificación y la animalización. Esta última es la que de forma más habitual se ve en la figura de Pablo Iglesias por parte de la extrema derecha y los medios afines y en la que se enmarca la caricatura de la garrapata de Okdiario. Los procesos en los que se forma la construcción del odio hacia el adversario son similares en diversas épocas de la historia contemporánea sin importar la concreción final de la siembra de ese odio y siempre con posicionamientos ideológicos de desprecio al adversario que comparten mimbres. En Alemania en la Biblioteca del Museo Alemán de Berlín se exhibió desde noviembre de 1937 a enero de 1938 la exposición 'El judío eterno', una muestra que trataba de mostrar la degeneración de los judíos y su intento por llevar a cabo la bolchevización de Alemania. Una de las protagonistas de la exhibición fueron las caricaturas antisemitas que operaban con la misma lógica de deshumanización y que buscaba asimilar a los judíos a bestias, animales y plagas. Es lo que se denomina proceso de animalización.
El propio Joseph Goebbels explicaba esa asimilación animal con el adversario: “Las ratas, que son los parásitos y portadores de bacilos entre los animales, al igual que los judíos ocupan la misma posición entre la humanidad”. Los piojos y las garrapatas con rasgos antropomorfos también fueron utilizados por la propaganda nacional socialista. Es conocido un cartel difundido en Polonia en 1941 en el que un piojo se transfiguraba en la cara de lo que querían representar como una persona judía, el texto decía: “Los judíos son piojos, causan tifus”. El elemento más significativo de la propaganda nazi de deshumanización del adversario mediante la comparación con animales o plagas fue el director del periódico Der Stürmer, Julius Streicher, que a través de su libelo nazi difundió durante años multitud de caricaturas y montajes fotográficos en los que representaba a los judíos como ratas, piojos, garrapatas, serpientes o cualquier alimaña que pudiera servirle para vincular a los judíos con un comportamiento dañino.
La animalización no se circunscribió a la representación simbólica, sino que el trato dado a los judíos buscaba esa asimilación. Marcarles como animales en los campos de concentración al igual que a los bovinos y llevarlos en trenes de ganado haciendo que su comportamiento en el interior pudiera también animalizarse y así facilitar el trabajo a los encargados de llevar a cabo el genocidio. La animalización es un elemento central en la construcción propagandística del adversario en los discursos de odio, sin importar cuál sea la motivación del que utiliza esos elementos y sin establecer analogías con las consecuencias finales que ese discurso tuvo en los momentos más dramáticos y terribles de nuestra historia. Ese proceso de deshumanización tiene unas consecuencias concretas que facilitan la llegada de actitudes violentas hacia el individuo sobre el que se dirige y eso tendría que bastar para que existiera una condena unánime ante estos comportamientos. Para comprender lo peligroso que es que esa animalización esté presente en el discurso público en un momento de polarización no es preceptivo mirar a cómo esa propaganda influyó de manera determinante en los genocidios del siglo XX para desechar su peligrosidad en el presente, sino cómo operan esos elementos de deshumanización del adversario en los estadios iniciales.
La deshumanización de Pablo Iglesias es un proceso que convierte en inhumano a todo aquel que profese unas ideas similares y así por elevación sentir la justificación moral que permite defender la eliminación de 26 millones de españoles como un acto de higiene democrática. Es la asimilación política de quien contrata a un desratizador para eliminar una plaga que asola su hogar. Animalizar a Pablo Iglesias como discurso de odio que justifique cualquier actuación contra su persona, su gobierno o su ideología. El problema no es un chat, es un discurso enraizado en la derecha mediática y política. El enemigo es una garrapata, pueden aplastarlo.
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