El año en el que acabaron todas las certezas
2014 es el año en el que han acabado todas las certezas. Todo lo que era intocable, inamovible, incuestionable en nuestro sistema, se ha empezado a desmoronar, a deshacer, a descontrolar. Si por algo será recordado políticamente este año es porque los dos pilares del edificio de la Transición, monarquía y bipartidismo, se han empezado a resquebrajar seriamente y se han visto amenazados por primera vez.
Hasta ahora el impacto de la crisis sobre el consenso del 78 había sido relativo, la herida profunda pero no mortal. El daño parecía reparable. En 2014, sin embargo, ha colapsado y ha entrado en coma. Hasta ahora la crisis había afectado a la sociedad, al Estado de bienestar, a los derechos sociales, pero la cúpula aún amortiguaba el golpe. Hasta ahora éramos los demás los que sufríamos la crisis. 2014 ha sido el año de la crisis del sistema político.
Seis años de temblores ha aguantado mientras todo lo demás se hundía a su alrededor, prueba de lo atado y bien atado que lo tenían todo. Seis años aguantando los movimientos sísmicos que producían las marchas indignadas con el golpe de sus pies en el suelo. Paso a paso, grito a grito, la ciudadanía movilizada ha ido abriendo grietas, hasta que Podemos encontró una suficientemente grande para meterse dentro como una cuña, reventar la pared y abrir una vía de entrada.
Durante estos años se nos repetía que llevásemos nuestras quejas a las elecciones. Por fin se hizo y se les acabó la última excusa. A partir de entonces, hemos visto cómo el edificio ha empezado a desplomarse imparable porque han perdido la piedra angular sobre la que se sustentaban, las urnas. 2014 ha sido el año del principio del hundimiento.
Primero abdicó el rey a toda prisa por miedo a que se perdiera la monarquía en manos de los advenedizos. Rubalcaba le hizo su último servicio a la Transición y después también abdicó aunque lo hizo en un valido, joven y guapo, que diera la impresión de cambiarlo todo para que todo pueda seguir igual. Salvaron los muebles pero cada vez que vaciaban una habitación, salía toda la porquería que habían escondido dentro.
2014 ha sido también el año en el que las cloacas de la corrupción se desbordaron al romperse las tuberías que la contenían y la ola de agua sucia se ha llevado por delante a algunos de los poceros. Hemos visto las primeras destituciones fulminantes, a los políticos pedirnos perdón, incluido el presidente del Gobierno, y a dirigentes que parecían intocables entrar finalmente en la cárcel. 2014 ha sido el año en el que empezó la limpieza de los bajos fondos.
Puede que hayan salvado algunos muebles pero el edificio sigue en llamas y el fuego ha empezado a llegar hasta el techo. El juez Ruz llegó con la Gürtel hasta la ministra de Sanidad, que tuvo que dimitir. El juez Castro ha enviado a la hermana del rey al banquillo. Prueba de que el animal está herido son los zarpazos a los jueces, incluso al fiscal general del Estado, que también se tuvo que marchar.
El sistema está ardiendo. La gente ya no sale a la calle como antes porque ya le prendieron fuego y ahora esperan en una calma tensa a ver cómo termina de destruirlo el incendio. 2014 ha hecho cenizas todas las certezas. En 2015 podemos dejar que otros vuelvan a construirnos el edificio o convertirnos, por fin, en arquitectos de nuestros propio destino.
Javier Gallego es director de Carne Cruda. Escucha el programa todos los martes y jueves a las 12:00 en www.carnecruda.es.www.carnecruda.es