La erosión del capitalismo

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Hay un hecho que está pasando desapercibido para la inmensa mayoría de los ciudadanos y del que apenas hablan los medios de comunicación. Las bolsas estadounidenses, y otras occidentales, como el DAX alemán, acaban de alcanzar máximos históricos en un contexto económico, como mínimo, complicado. Dichos máximos históricos se deben exclusivamente al alza espectacular de un número reducido de acciones, en subida exponencial, de manera que los niveles de los índices agregados, como el SP 500 o el DAX, no van acompañados de sobrevaloraciones al estilo de la burbuja tecnológica de finales del siglo XX o la burbuja de todos los activos de riesgo en el período 2005-2007. ¿Qué puede estar pasando? Mi hipótesis, que obviamente deberé demostrar académicamente, es que el aumento de poder de mercado de determinadas empresas puede haber, al menos temporalmente, terminado con uno de los pilares del capitalismo, y cuyas consecuencias se añaden a otras ya de por sí profundamente desestabilizadoras –pobreza, desigualdad, extracción de rentas, neofascismos…–. 

Hay ciertos principios y piedras angulares que han sido claves en el devenir de las economías capitalistas, especialmente en el período de consenso keynesiano, durante el cual se compaginó la lucha contra la pobreza y la desigualdad con el aumento de la eficiencia vía incremento de la productividad del trabajo y del capital. Una de esas piedras angulares era la reversión a la media de ciertas métricas financieras, como los precios bursátiles, los beneficios empresariales o algunas medidas de valoración (la ratio Precios/Beneficios empresariales, ajustado por ciclo, por ejemplo). Hay mucha literatura académica sobre ello. Sin embargo, el creciente poder de mercado de ciertas empresas puede estar desafiando este principio, generando preocupaciones sobre la erosión de dicha reversión al promedio. Es otro de los efectos colaterales del paradigma neoclásico dominante, ese que terminó con el paradigma keynesiano. 

Vivimos un neofeudalismo impulsado por las élites, donde la financiarización juega un papel clave, tendente a succionar las rentas tanto de trabajadores como del capital productivo. Los beneficios puros repuntan sin control, mientras languidece la inversión productiva, aumenta el poder de mercado de determinadas corporaciones y se dispara la desigualdad hasta niveles nauseabundos. Mientras la desregulación de los mercados de futuros de materias primas produce burbujas en los precios de los alimentos no elaborados y de la luz, provocando patrones de pobreza energética y alimentaria, el aumento de poder de mercado de ciertas corporaciones provoca una subida bursátil sin afectar inicialmente a las métricas de valoración, mientras llena a rebosar los bolsillos de un porcentaje pequeño de la población. ¡Es la extracción de rentas, amigo!

Se gripa la brújula del capitalismo

En el intrincado tapiz del capitalismo, la relación Precio/Beneficios Empresariales (P/E por su acrónimo en inglés) ha surgido como una métrica fundamental, a menudo utilizada como una brújula que guía a los inversores a través de los mares tumultuosos de los mercados financieros. El P/E refleja la percepción del mercado sobre el crecimiento futuro de las ganancias de una empresa, e históricamente su reversión a la media ha servido como una fuerza estabilizadora. Sin embargo, las tendencias recientes sugieren que el poder de mercado ejercido por ciertos gigantes corporativos está desafiando este principio, planteando preguntas sobre la sostenibilidad del equilibrio económico del capitalismo.

La ratio P/E es una herramienta simple pero poderosa que compara el precio de las acciones de una empresa con sus ganancias por acción. Proporciona a los inversores información sobre cuánto están dispuestos a pagar por las ganancias de una empresa. Un P/E ratio alto puede indicar optimismo sobre el crecimiento futuro de una empresa, mientras que una ratio baja puede sugerir escepticismo o subvaloración. El concepto de reversión al promedio está arraigado en los principios del capitalismo. La idea es que, con el tiempo, los mercados tienden a corregir valuaciones extremas, devolviéndolas a sus promedios históricos. Este mecanismo de autorregulación fomenta la estabilidad, evitando que la exuberancia irracional o el pesimismo distorsionen las dinámicas del mercado.

El creciente poder de mercado de ciertas empresas está perturbando el equilibrio tradicional mantenido por el principio de reversión a la media. A medida que determinados gigantes corporativos continúan dominando sus industrias, ejercen un control sustancial sobre los precios, la competencia y, consecuentemente, sobre sus P/E ratios. Este fenómeno desafía la suposición de que las fuerzas del mercado corregirán naturalmente las valuaciones con el tiempo. Gigantes tecnológicos como Amazon, Facebook (ahora Meta) y Alphabet (la empresa matriz de Google) ejemplifican esta tendencia. Con sus posiciones casi monopólicas en sus respectivos sectores, estas empresas disfrutan de un poder de fijación de precios sin igual, ganancias sine die. En este contexto las métricas de valoración tradicionales pierden parte de su significado. De esta manera, la erosión del principio de la reversión a la media plantea desafíos significativos para la esencia del capitalismo. 

Una de las piedras angulares de los mercados libres es la creencia de que la competencia garantiza precios justos y evita la concentración de poder en manos de unos pocos. Sin embargo, la realidad es bien distinta, a medida que las mega-corporaciones afianzan su dominio. Esta erosión tiene consecuencias más allá del ámbito financiero. Socava el ethos del capitalismo, creando un entorno donde los controles y equilibrios tradicionales de la competencia se debilitan. El riesgo de distorsiones y la generación de la madre de todas las burbujas de mercado aumenta, mientras la extracción de rentas, la pobreza y la acumulación de riqueza se dispara. Obviamente, todo ello solo puede acabar mal, con la mayor crisis económica, política y social de la historia del capitalismo, lo que llegado el caso supondrá su final.