Ayuso, libertad guiando al pueblo
Mucho escándalo se armó cuando Torra dijo aquello de “apreteu”, pero esta semana Díaz Ayuso lanzó la siguiente amenaza en sede parlamentaria: “Esperen a que la gente salga a la calle, porque lo de Núñez de Balboa les va a parecer una broma”. No lo dijo un CDR, sino la presidenta madrileña que, después de ver como en el barrio de Salamanca se saltaban las distancias de seguridad del estado de alarma, pudo decirle a su pueblo que respetara las leyes y cuidara su propia salud, pero optó por tensar la cuerda, como quien tira del perrito Pecas. Claro que, dirigir una autonomía no es llevar la cuenta de Twitter de una mascota.
La presidenta de la región con más muertos y más contagios hace tiempo que decidió que la mejor defensa podía ser un ataque. Pudo optar por la lealtad y el discurso constructivo, pero optó por hacerle oposición al gobierno central desde la presidencia autonómica. Más concretamente desde esos apartamentos de lujo, con muchas vistas y poca transparencia, mientras los niños pobres recibían comida basura. Desde allí, Ayuso dijo que no pacta “con el desastre”, que su “error fue fiarse la izquierda” y que la culpa de que Madrid vaya con retraso en fases respecto a otras zonas de España es que le tienen manía, con argumentos tan sólidos como que “debemos aprender a convivir con el virus”, porque “todos los días hay también atropellos y no por eso prohíbes los coches”.
Que le dimitan cargos sanitarios a Díaz Ayuso en mitad de las peticiones de fase 1 debía de ser también culpa de “los socialcomunistas”. Es mejor desviar la atención para la presidenta de una comunidad lastrada por las privatizaciones sanitarias, los servicios recortados y la corrupción. Ayuso nos dijo en febrero que estábamos “preparados” para afrontar la COVID-19 y que “el miedo es más peligroso que el propio virus, que normalmente deja síntomas menores que una gripe”. Desde entonces, con miles de muertos, le hemos tenido que oír que Madrid “ayudó a espabilar a España” o que su gestión es la alternativa al “caos” de Moncloa, porque “PSOE y Podemos usan la mentira para mantenerse en el poder”.
Ósea, de verdad, te lo juro, que hemos tenido que soportar hasta que volviera Esperanza Aguirre para decirnos que no hubo recortes en una comunidad donde, desde que las autonomías asumieron las competencias sanitarias, han ido aumentando los conciertos con la privada y se fue privatizando sin pudor, al mismo tiempo que se recortaba la pública. El oscurantismo con la gestión y los muertos en las residencias de ancianos es otra más, en un negocio donde los fondos de inversión, los multimillonarios y algún que otro empresario corrupto han ido repartiéndose el dinero público, sin duda que también por culpa de “los socialcomunistas”.
Esta semana, cuando Aznar volvía a rebosar originalidad hablando de Venezuela, Ayuso le respondía que “en política uno no elige el momento. La circunstancia llega. Esto es lo peor y lo mejor que me ha pasado en la vida”. La crisis del coronavirus no la ha elegido, pero la estrategia de confrontación la profesa cada día. Siempre más que ayer, pero menos que mañana. El caso es que se hable de ella, aunque sea mal, para ir subiendo en los índices de popularidad. Polémica tras polémica. Lo mismo nos dice que “la izquierda politiza el dolor”, que a ella la vemos posando cual mártir en portada, llorando lágrimas negras en misa o repartiendo bocadillos en el hospital de Ifema.
Para Ayuso, mandataria pública, el desfase de Madrid es culpa de los comunistas e incumplir las normas del estado de alarma aprobado en sede parlamentaria es “imponer un mando único dictatorial”. Si se lo saltan los míos, es “manifestarse un ratito”. Aplicar las leyes y respetar el confinamiento es “concentrarnos a todos en casa, sin poder opinar”. Así, para escurrir el bulto, desviar el foco y agitar la calle, la presidenta madrileña superaba esta semana otro límite: veréis rojos dictadores cuando mis amiguis oprimidos y libertarios rompan vuestras cadenas. De los creadores de “yo destapé la trama Gürtel” ha llegado: la izquierda es la dictadura que nos encierra y Ayuso la libertad guiando al pueblo. Al loro, porque esto van a repetirlo tanto que pueden convertirlo hasta en la canción del verano.
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