Ayuso y sus torpes maquiavelos
"Debe estimarse en muy poco vivir en una ciudad donde las leyes pueden menos que los hombres
Una gran parte de Madrid vibra pensando que irá a las urnas y hará que los suyos obtengan una mayoría avasalladora y otra gran parte del mismo Madrid se sonríe alegre pensando que finalmente se va a conseguir que los resultados de las urnas se plasmen y que caiga la coalición de perdedores que hasta ahora sustentaba Ciudadanos. Liberarnos de Ayuso ¡yeah! Los murcianos, al menos los progresistas, ya pueden respirar aliviados pero aquí cada uno cuenta la feria según le va, o según le han soplado los mensajitos que desde el entorno de Ayuso enviaban con profusión para que fueran repetidos conveniente y mansamente. Al otro lado, el silencio. El gran silencio de Inés Arrimadas, el silencio de Podemos, el silencio del propio Partido Socialista, que no había sido roto por ninguna declaración a la hora que les escribo.
La presidenta de la Comunidad y sus maquiavelos de tercera recibían esta misma mañana la noticia del terremoto de Murcia y se han maliciado que irían cayendo como fichas de Lego otras coaliciones y que era cuestión de tiempo, poco, que se quedaran sin el sillón. Así que se han remangado y han optado por la gran huida hacia adelante, pergeñando una jugada que les ha parecido redonda: convocar elecciones para impedir perder el poder inmediatamente y confiar en esas vocecitas que les susurran que la Ayuso es ahora un bulldozer electoral. Arriesgada jugada, como veremos. Así que nos han anunciado la dimisión de la presidenta y la convocatoria de elecciones y ha salido ella muy digna a hacer su primer mitin bajo el lema “O yo o la dictadura bolivariana”. Pero no estaba tan dimitida, o es que yo estaba de parranda, porque poco después se ha cobrado las piezas de los presuntos traidores y ha cesado a seis consejeros.
El volumen de los falsos pasos jurídicos nos da para un ballet.
Ayuso o miente o ha realizado actos que no le estaban reservados. Ha salido tan pimpante a decirnos que dimite y convoca elecciones. Pero no ha dimitido porque el artículo 16 de la Ley del Gobierno de Madrid dice que el presidente cesará mediante dimisión comunicada al presidente de la Asamblea. ¿Ha comunicado tal decisión? Si realmente hubiera dimitido como ha dicho, quizá trabucándose o no entendiendo lo que hacía, el cargo hubiera pasado al vicepresidente Aguado y ella no hubiera podido cesarlo por la tarde como ha hecho y a los consejeros tampoco.
También nos han contado que lo ha decidido y comunicado a su Consejo de Gobierno pero el artículo 1.1 de la Ley 5/1990, Reguladora de la Facultad de disolución de la Asamblea de Madrid por el presidente de la Comunidad, dice que “el Presidente de la Comunidad de Madrid, previa deliberación del Consejo de Gobierno, y bajo su exclusiva responsabilidad, podrá acordar la disolución anticipada de la Asamblea de Madrid”. Si ese decreto de disolución se ha firmado sin esa preceptiva deliberación, nos encontramos ante una nulidad de pleno derecho o tal vez hasta excede de la mera nulidad y tenemos otro asunto más feo y de otra jurisdicción.
En tercer lugar aparece el famoso decreto de disolución de la Asamblea de Madrid cuya Mesa, siguiendo los dictámenes de sus letrados, no lo aceptó este miércoles por la tarde porque como dice el artículo 2 de la ley que les he citado más arriba “el decreto de disolución entrará en vigor en el momento de su publicación”. El miércoles no estaba publicado, así que la Asamblea de Madrid no se dio por disuelta y sigue trabajando. Por eso ha admitido a trámite -y eso es sin duda estar en tramitación- las mociones de censura presentadas. Este jueves por la mañana el decreto de disolución aparecerá publicado en el Boletín de la Comunidad, no podían hacerlo tampoco antes por la LOREG, pero ¿saben qué pasa? Que hay unas mociones en trámite y que, por tanto, el decreto deviene ineficaz de modo sobrevenido. ¿Alguien da más improvisación y más torpeza y menos planificación jurídica y legal que la que estamos viendo? Para más inri llaman los de Sol “prevaricadores” a los diputados socialistas y ciudadanos que han aceptado a trámite las mociones haciendo caso expreso de los dictámenes jurídicos de los letrados de la Cámara. Si todo esto lo organiza Torra no sé yo de qué estaríamos hablando, pero ha sido la mujer llamada a consagrar la libertad para la muy madrileña Madrid y eso es harina de otro costal.
Es lo que tienen las jugadas de spin doctor de segunda mano. Esto nos va a abocar, en plena pandemia y con la vacunación y las medidas sanitarias empantanadas, a una lucha jurídica que se va a sustanciar en los tribunales y que nos va a mantener entretenidos otra temporada, que es lo que yo creo que además de sujetarse a los sillones buscan algunos. La decisión de la Mesa solo puede ser llevada al Tribunal Constitucional y el decreto de Ayuso acabará en las manos del TSJM. Todo este fregado lo ha montado la señora que ante las elecciones catalanas habló de irresponsabilidad y de todo lo que quiso y lo hace ante el pánico de perder el sillón. No hay ninguna otra previsión. Es muy consciente de que el suyo era un gobierno de perdedores y de que una sola pata la dejaba coja.
Por muchos mensajes que manden a muchos periodistas, que no se privan en leerlos en directo -¡qué horror!, reconocer que te escriben directamente y que lees y asumes su argumentario- lo cierto es que no lo tienen tan amarrado como venden por todo lo que les he contado y porque sobre esto hay mucha jurisprudencia ya, de forma que tampoco es tan fácil dar la vuelta a la tortilla por muy soldado con toga que seas.
Dejemos para posteriores análisis la vuelta al tambor de la ruleta rusa que supondrían unas elecciones -que se difuminan en el horizonte- sin conocer al candidato que Sánchez se podría sacar de la manga, con Bárcenas y Villarejo cantando por ahí y con todos los vaivenes de la pandemia. Pero a muchos creyentes les importa una higa Ayuso, deben incluso saber que no está cualificada, lo que les importa defender con uñas y dientes son sus intereses. Una moción de censura sería un ERE que no quieren ni imaginar, mas su fe está depositada en gente muy torpe o quizá cosas aún peores.
En maquiavelos que hacen eses y que pueden llevarlos directos al precipicio.
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