Las babas y el ojo izquierdo

El debate que nunca debió aplazarse nos presentó a un señor que leía sus convicciones trabucándose y a una mujer que se creía lo que decía con el flequillo tapándole el ojo derecho.

Hubo más reproches que propuestas, con ese fondo de festival de Eurovisión de la época del blanco y negro y con una rigidez de tiempos y turnos artrítica, que se saltó más Valenciano que lector Cañete.

Cañete se quedó a vivir, leer, con la herencia supuestamente recibida de ZP, y Valenciano le castigó los flancos de la carcundia ley del aborto, con el recorte de las libertades y con los derechos de las personas con discapacidad. Cuando Cañete hablaba de estar con los “discapacitados”, su nivel de credibilidad era menos que cero.

Cuando Valenciano hablaba de estos asuntos, Cañete miraba como la vaca que ve pasar el tren: estupefacto y ajeno.

Si Nixon ganó el debate en la radio y Kennedy arrasó en la televisión, si Nixon perdió en la tele porque se le veía la canilla, ese espacio mortecino y grasiento entre el pantalón y el calcetín, mientras Kennedy mostraba su encantador bronceado, Cañete perdió por las babas, textuales y figuradas, que le afloraban a media frase en la comisura del labio, en el lateral izquierdo, lee que te lee las convicciones trabucándose.

Valenciano percutió con la mujer, el aborto, los jóvenes y el escarnio de que haya 700.000 millones de euros grasientos para la banca y apenas 6.000 millones magros para la multitud de jóvenes españoles en paro, perdón por la redundancia.

He visto a un hombre que leía sin parar y a una mujer que se creía lo que decía, que por lo menos hacía el esfuerzo de tratar de convencer, aunque se hubiera memorizado lo que decía.

El hombre que pidió perdón hace unos días por decir que trabajaba “como un negro”, estuvo tembloroso, incapaz de mostrar bien algunos gráficos, ante una mujer a la que considera peligrosa, como el regadío, que le puede “perder a uno”.

Sublime la aceptación del marco lanzado por Valenciano , cuando Cañete dijo que no tiene ningún problema con la libertad, que no le daba miedo la libertad, mientras afloraba otra vez la baba izquierda traicionera.

Valenciano insistió en los millones de mujeres maltratadas en Europa, 13, en medio de la indiferencia granítica de Cañete. Le contó que los modelos de Rajoy, Valencia y Baleares, no tenían un pase, que el PP se cargaba la educación y la sanidad públicas, mientras Cañete, dale que te pego leyendo, le daba en la mandíbula con la herencia y el recorte de las pensiones.

Cañete perdió, no solo por leer, Valenciano salió airosa, aunque al principio el micrófono hacía ruido y quizás porque el flequillo le dejaba libre el ojo izquierdo.