La clase social con la que se nace no es un mérito o un demérito. Nadie la elige, pero determina de manera radical para el resto de la vida y se nota en cada actitud y pensamiento. Por eso la propuesta de Elma Saiz, ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, de reformar la incapacidad temporal para establecer un sistema de bajas flexibles para cuando no se esté “ni de alta, ni de baja” demuestra que nunca se ha visto sometida a una relación laboral como las que vive la gente normal de clase obrera. El haber estudiado en la Universidad de Navarra ya da buena muestra de la extracción social de la ministra y así se puede entender que crea que un trabajador puede ejercer en libertad su voluntariedad para decidir cuándo reincorporarse a su puesto estando de baja médica. Algo así solo lo puede decir quien no ha sufrido a un empresario sin escrúpulos amenazando a un trabajador o presionándolo para que trabaje enfermo. Le falta calle, ministra.
Es de perogrullo, pero que hay que recordar que las bajas no se las coge el trabajador, las concede un facultativo cuando constata con su diagnóstico que la persona no puede ejercer su labor profesional por enfermedad. Y por la misma razón es el médico el que considera que una persona ya puede reincorporarse al trabajo después de dicha enfermedad. Ni que decir que ya existe la posibilidad, sin necesidad de reformar nada, de pedir el alta voluntaria. Por eso el globo sonda lanzado por el PSOE tiene una intención política evidente, la de cuestionar a los trabajadores que están de baja por la presión y el lobby empresarial que lleva años poniendo en duda el sistema confundiendo el absentismo laboral con las ausencias de los trabajadores por la incapacidad temporal. La medida de Elma Saiz es una exigencia histórica de la patronal que lleva años desconfiando del sistema de bajas laborales para los trabajadores.
Hay que estar muy alejado de la realidad social y laboral para creer que el trabajador tendría defensa ante las presiones de su empleador si no fuera porque la incapacidad temporal le protege de manera legal por decisión de un facultativo. Cualquier laxitud en la defensa inquebrantable del derecho a no trabajar cuando se está enfermo se transformará en una quiebra que provocará que exista un ejército de mano de obra enferma en el tajo, sobre todo en aquellas empresas donde existan trabajadores con poca organización sindical o bajo estructuras empresariales creadas para presionarles para evitar que tengan bajas o para acelerar las reincorporaciones. Empresas como Mercadona, donde las mutuas y sus servicios médicos tienen un peso muy relevante, son especialmente activas en este modo de proceder.
El PSOE ha llegado a tal punto de desquicie ideológico propio de verse en una situación de dificultad extrema para gobernar que no es capaz de armar un discurso firme y coherente. En Moncloa deberían saber que no gobiernan con mayoría absoluta para proponer una medida que solo ha recibido con agrado la CEOE y Antonio Garamendi. Sé y soy consciente de que a ellos les gustaría poder gobernar sin mirar a su izquierda, pero la correlación de debilidades del Congreso les obligar a tragarse su ego y gobernar como jamás lo harían en solitario. Todos conocemos al PSOE, pero era difícil prever que saliera con una ocurrencia al servicio del capital de este porte. Una medida que si hubiera sido lanzada por el PP estando en el gobierno habría provocado de manera inmediata la convocatoria de movilizaciones por el simple hecho de proponerlo. La izquierda está renunciando a demasiadas cosas solo para que no gobiernen los ultras y tiene que haber un momento en el que ponga pie en pared. Si el PSOE cree que puede hacer lo que quiera, habrá que demostrarle cuál es su fuerza parlamentaria.
Son demasiadas las líneas rojas que el PSOE está traspasando, pero proponer, aunque solo sea de manera retórica, la flexibilización de un derecho laboral adquirido irrenunciable como el de la incapacidad temporal solo es posible desde un desnortamiento manifiesto. Somos muchos los que nos cansamos hace tiempo de esta manera de proceder y no hay extrema derecha que nos vaya a acercar a las urnas con semejantes desvaríos. La clase está por encima de cualquier coyuntura. Si en Ferraz no se acuerdan de lo que eso significaba se lo acabaremos demostrando tarde o temprano saliendo a la calle incluso estando enfermos, que la baja no impide manifestarse. La clase trabajadora tarda en explotar, pero cuando lo haga les hará ser conscientes de sus errores y de lo que significa volver a traicionarla.