José María Aznar, gran estadista y mejor persona, se vio obligado esta semana a venir a este país en decadencia para conceder una entrevista en TV y hacernos saber al Gobierno y a los españoles, qué hay que hacer, cómo y cuándo.
Jose Mari no pudo sino criticar al presidente del Gobierno (a quien él mismo eligió a dedo como su sucesor en el Partido Popular) por no saber sacarnos de una crisis que empezó él con la, muy bien traída, ley del suelo. Aunque no todo el mundo sepa verlo.
Es tal su preocupación que nos dejó claro que si tiene que volver a la política para arreglar este desaguisado, no dudará en hacerlo.
Hice un barrido por Twitter para recoger impresiones y la empatía suscitada por este entrañable personaje de nuestra historia era tal, que se le animaba a no volver, por favor. Nadie cree que sea justo ni que merezcamos que batalle más por nosotros. ¿No hizo ya bastante, no sólo por España, sino por países que ni le iban ni le venían, como Irak o Afganistán? ¿Por qué abusar del altruismo? Su intención de volver hizo que toda España repensara la coyuntura y decidiera que, bueno, a ver, a lo mejor no estamos tan mal con Rajoy.
La entrevista, liderada por Gloria Lomana, estuvo compuesta por incisivas preguntas como: “¿Dónde dormirá usted mañana?” o frases que nos dejaron a todos asintiendo como: “Señor Aznar, usted que promovió el milagro económico del 96...”. Aznar no dudó tampoco en recordar los cinco millones de empleos de cuando obró el milagro.
No dejó nada en el tintero tampoco Paco Marhuenda, director de La Razón, que resolvió perfectamente su dilema sobre si ser amable con Aznar en detrimento de Rajoy o defender a Rajoy en detrimento de Aznar, decidiendo que lo mejor era preguntar algo donde, tanto Aznar como Rajoy, coincidieran: “Se ha montado una causa general contra el PP, (...) hay una obsesión que se refleja en un ataque tan personal como decir que la trama Gürtel pagó parte de la boda de su hija”. De hecho no era una pregunta, sólo demonizó un titular ya publicado por la prensa, pero ahí estaba.
Nadie dudó de que Aznar fue sincero cuando lo negó todo. Nadie duda tampoco de la inocencia de los 18 imputados de la lista de invitados de la boda de su hija, ni tampoco cuando contestó con un “Rotundamente, no” a su aceptación de los famosos sobres del PP.
No se quiso retirar a sus aposentos nuestro expresidente sin tener unas palabras amables para el banquero de Caja Madrid acusado de varios delitos, Miguel Blesa, de quien dijo: “Tengo amistad personal, es capaz y competente. No he visto que haya cometido ningún delito”. Y es que si él no lo ha visto que es amigo, qué vamos a saber los demás. De hecho, el tiempo le ha dado la razón, porque tan pronto se le metió en prisión, la Fiscalía Anticorrupción reclamó su caso. Lo que viene siendo habitual últimamente en España.
Pero de eso ya hace un montón de tiempo, casi diez días. El escándalo de esta semana ya es otro, aunque los protagonistas son los mismos, el PP y Blesa (véase la razón que llevaba Marhuenda con la “obsesión” que hay contra este partido), ya que al parecer (hasta que la Fiscalía Anticorrupción lo niegue todo), el Partido Popular pagó casi 600.000 euros al amigo capaz de Aznar mientras era presidente de Caja Madrid. Todo muy endogámico y un poco ilegal.
No tardó en salir en su propia defensa el mismo PP, achacándolo todo a un error contable. El típico error contable.
Como justificación puede que sea poco creativa, pero debe valernos.
¿Por qué iba a tener que dar el Gobierno más explicaciones? ¿De qué? ¿De cuándo esto es así? Y así nos lo recuerdan: