Si alguien espera que el PP vaya a hincar la rodilla por la publicación de la contabilidad de Bárcenas, desengáñese: lo negarán todo. Cuanto más grande y escandaloso sea lo publicado, con más rotundidad lo negarán.
Ha sido su única estrategia desde que estalló el caso Gürtel en 2009: negarlo todo. En estos cuatro años, cada vez que se publicaba un documento, una conversación, un nombre implicado, un pago anotado, una cuenta suiza, la respuesta siempre era la misma: el desmentido. Rotundo. Absoluto. Con aviso de que estudiarían acciones judiciales.
Recordemos algunos desmentidos ilustres:
-“Nadie del PP ha tenido que ver con la trama de corrupción” (respuesta de Rajoy, arropado por todo el partido, horas después de estallar el caso con las detenciones de Correa y Crespo).
-“Desmiento de plano la información aparecida hoy” (respuesta de Francisco Camps a la publicación de que había recibido trajes regalados)
-“Todo quedará en nada” (Rajoy, dos semanas después de iniciada la investigación de Garzón).
-“Yo me pago mis trajes, claro que me los pago” (Camps, al acumularse pruebas de que no abonó la factura).
-“Nadie podrá probar que Bárcenas no es inocente” (Rajoy, al conocerse la investigación contra el tesorero).
-“Es un montaje” (el PP en tropel, ante el informe policial sobre financiación ilegal del PP valenciano).
-“Ha quedado acreditado que no existe ninguna trama de financiación ilegal del PP, sino una trama para aprovecharse del PP” (Rajoy en 2010).
-“No me consta” (Cospedal, sobre los sobresueldos en el PP)
-“Bárcenas no se ha beneficiado de la amnistía fiscal” (Hacienda, Montoro y el PP, todos a una).
-“En el PP nadie ha cobrado sobresueldos”. (Argumentario repetido en los últimos días)
¿Qué tienen en común todos estos desmentidos? Que todas las informaciones a que se referían acabaron siendo ciertas. Todas, sin excepción. Que todo aquello que el PP negó con rotundidad, acabó demostrándose. Claro que el PP tenía que ver con la trama de corrupción (ya hemos perdido la cuenta de imputados y dimitidos). Claro que Camps no se pagó los trajes (aunque fuese absuelto de cohecho). Claro que Bárcenas no era inocente. Claro que había financiación ilegal en el PP valenciano (y hoy toda su cúpula está imputada en el proceso). Claro que Bárcenas se benefició de la amnistía fiscal. Y claro que hubo sobresueldos (como confirmó un ex diputado).
Ante la publicación hoy por El País de la contabilidad B que llevaba Bárcenas, la respuesta del PP ha sido obvia: “No hay contabilidad oculta del PP”, dice en su comunicado de primera hora. Y con el añadido habitual: “Hemos dado instrucciones a nuestra Asesoría Jurídica para el análisis de las informaciones publicadas y estudio de las actuaciones que proceda ejercitar.” Pronúnciese con tono afectado, de honor mancillado.
Pero vistos los precedentes, los desmentidos del partido tienen la misma validez que las promesas electorales de Rajoy. Al contrario, cuanta más rotundidad pone en desmentir algo, más seguros podemos estar de que se acabará demostrando. ¿La presunción de inocencia? Son ellos los que la han dejado en papel mojado, a fuerza de desmentir durante años todo lo que luego se demostró cierto. Es que ni una sola vez han desmentido algo que luego resultase ser un montaje o un error. Ni una.
Pese a todo, seguirán negándolo. Y si mañana aparecen los “Recibí” de puño y letra de los sobrecogedores, lo volverán a negar. Y si apareciesen fotos, grabaciones, confesiones, lo seguirían negando. Es la táctica del mentiroso pillado en falta: niégalo una y otra vez, gana tiempo, y espera a que escampe, o que un escándalo mayor tape el precedente. Reconozcamos que hasta ahora les ha dado resultado. ¿Servirá también ante la magnitud del escándalo destapado? ¿Se sumarán al desmentido rotundo todos los anotados en la contabilidad, tanto los que cobraban como, más importante aun, los que pagaban? Mucha energía van a tener que poner esta vez para negarlo, cansa solo de pensarlo. Con lo fácil que sería enseñarnos hoy mismo las declaraciones de la Renta de los señalados en los papeles, y así seríamos nosotros mismos los que lo desmentiríamos.