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Cómo habría sido la entrevista de Bertín Osborne a Pablo Iglesias

La cámara avanza por el pasillo de la casa y se acerca a la puerta entreabierta del cuarto de baño. Pablo Iglesias está mirándose en el espejo haciendo muecas. Suena un teléfono móvil.

–¿Sí?

–Pablete, soy Bertín, ¿qué tal, macho?

–Nada, aquí, entrenando la cara de no estar enfadado frente al espejo.

–Oye, que estoy aquí abajo y no sé cómo funciona esto de los... (Bertín hablando para sí mismo) joder, ¿cómo se llamaba esto? Para una cosa que me ha dicho Fabiola antes de salir de casa... sí, hombre... los tele... algo...

–¿Los teleporteros, Bertín?

–Eso, eso.

–Tienes que llamar al de mi piso, al 6A, pulsa en la tecla, Bertín.

–Gracias. Es que nunca había visto algo así con tanto números y letras, en nuestro chalet unifamiliar con jardín amplio no tenemos de esto, ¿vivís ahí todos juntos o qué?

–Sí, se llama edificio de viviendas.

–Tenéis unas cosas más raras en Vallecas, tronco. Subo.

Bertín accede al portal y vuelve a presentar dificultades para tomar el ascensor. Finalmente, decide subir andando por sus cojones, que para eso es español. Mientras sube por las escaleras suena 'Karma Police' de Radiohead, dándole a la escena un tono bucólico de pop oligárquico que la audiencia siempre agradece. A la altura del quinto piso a Bertín se le aparece su ángel de la guarda: Manuel Campo Vidal. “Toma, Bertín, estas son las preguntas de Somoano” y se evapora con una cortinilla del Nodo. Bertín se emociona por lo del Nodo pero logra alcanzar el sexto piso.

Suena el timbre. Pablo Iglesias abre. Bertín Osborne está sudando a mares.

–Oye, Bertín, estás empapado, ¿quieres ducharte?

Bertín se lo toma como si fuera una pregunta de película de gladiadores para adultos y responde:

–¿El sudor es malo? ¡A ver! ¡Aquí esta el sudor! ¿Te hace algo? ¿Te muerde? ¿Salta y te coge de los huevecillos?

–Bueno, bueno, Bertín, tranquilo, que yo a ti no te he interrumpido, te dejo una camiseta de todas formas para que no cojas frío.

Salto de escena. Bertín Osborne y Pablo Iglesias están sentados en el sofá del salón. Bertín lleva una camiseta de Ska-P con una planta de marihuana bajo la que se puede leer la palabra 'legalización'. Pablo Iglesias va con camisa como si fuera Bertín.

–Oye, Pablo, ¿no tendrás un cojín por ahí? Es que yo soy muy macho, muy viril, muy español en definitiva, y en cualquier momento, ejem, ya sabes, se iza la bandera... y si no tengo un cojín encima pues para no violentarnos y no sé si me viste con Pedro Sánchez los dos con cojin...

–No tengo cojines, Bertín, lo siento.

–Bueno, pues ya me arreglo con esto –contesta algo airado Bertín.

Bertín estira la mano a la mesilla y toma el libro “Notas sobre la Revolución rusa' de Antonio Gramsci y se lo acomoda como si fuera un cojín. Pablo Iglesias se pregunta a sí mismo si de verdad este tipo de experiencias son necesarias para alcanzar la centralidad del tablero. Después recuerda que Rajoy quedó hasta gracioso en el programa de Bertín y se le pasa.

–Bueno, Pablo, ¿y tú cuándo empezaste a ser rojeras? Con lo fácil que es ser normal.

–No sé, de toda la vida en casa, escuchando historias, mis padres militaron en la clandestinidad contra el franquismo.

–¿Y algún recuerdo en especial?

Recuerdo, con 10 años, el día que mi padre me llevó a conocer una huelga general. Eran los tiempos del gobierno socialista, a finales del 88 y mi padre me hablaba de la importancia histórica que tenía aquello, de la necesidad de defender los derechos de los trabajadores. Mi padre me habló como a un adulto. Aquella conversación que tuve con él me marcó a pesar de que yo era un niño.

–Luego ya, después del instituto, terminaste en la facultad esa de los soviets en la que se fuman porros y no se come carne, y conociste a Monedero, Errejón...

–Lo de Errejón es muy bueno. Yo llegue a la Facultad de Políticas después de haber hecho Derecho y me habían hablado de un chaval muy listo que entonces aparentaba como seis años. O sea, imagina la edad que podía aparentar Iñigo cuando tenía como 19 años, que es cuando yo le conozco. Él tenía 19 y yo 24 o una cosa así. Y le veo allí, sentado en la puerta de la cafetería, con un trocito de pan y al trocito de pan le estaba echando un sobrecito de azúcar. Y no pude evitar acercarme y decirle: “Pero, ¿por qué comes pan con azúcar?”. Y me dice el pobrecito: “Es que es como un suizo”. Claro, en ese momento me dieron ganas de adoptarle y, efectivamente, le adopté.

–Ay, qué entrañables sois los pobres, menos mal que hay telemaratones. No pensaste nunca entonces: “Algún día seré presidente del Gobierno”.

–Ni de coña. ¡Ni de coña pensé nunca en ser presidente!. Además, hay veces que me pongo por la mañana a ver la tele y veo el parlamento y pienso: “Qué pereza me da”. O sea, me parece muy interesante y, joder, la importancia que tiene intervenir en la historia y las cosas que podríamos hacer y todo eso, pero espero que me quede vida después de esto. Cuando termine esto querré gritar al mundo: “Bueno ya he cumplido con mi deber y ahora quiero volver a ser feliz”. Y para ser feliz de verdad lo que quiero es dar clase y hacer el gamberro en cosas de tele y hacer cortos.

–Anda, si eso te vienes con Arévalo y conmigo, y hacemos el show juntos. Lo estoy viendo: “La casta y el coletas”. Nos forramos, macho.

Pablo Iglesias suspira y sonríe, pero ya se le está poniendo cara de escuchar a Inda. Bertín sigue preguntando.

–Y en Bruselas te encontraste con nuestra majestad el rey Felipe VI, Dios le de muchos años de reinado y que no se rompa España, estoy de la independencia hasta los... ay, que se me va, a lo que iba, le regalaste al rey la serie de Juego de Tronos, ¿Por qué?

–En la serie, como en nuestro país, hay un viejo mundo que se desmorona. Y en Juego de Tronos, como en 'El Príncipe', la política es solo lucha para conquistar o mantener el poder. Maquiavelo inaugura una visión moderna de la política como técnica propia y creía que...

–Ahora que lo mencionas, Pablo, qué cachondo Maquiavelo, qué majo es, estuvimos el otro día con Carlos Herrera los tres tomando unas copas, no veas qué risas.

–Maquiavelo está muerto, Bertín.

–Ah, no, yo me refería al otro, al torero -contesta Bertín y se pone a hojear el libro de Gramsci.

El programa afronta su recta final. Bertín y Pablo Iglesias están en la cocina.

–Chaval, deja de grabar un segundo –refiriéndose al operador de cámara–, mira, Pablo, yo ya sé cómo se usa una vitrocerámica, de hecho hago unas cocochas de miedo, pero la historia es que para mi personaje de machote español le viene fatal, así que si no te importa ahora voy a hacer un par de aspavientos y se me va a caer algún cacharro al suelo, pero no te asustes.

Definitivamente Pablo Iglesias piensa que con Inda se vivía mejor.

Bertín hace el machote mientras Pablo Iglesias cocina anchoas rebozadas.

–Pablo, ya no sois proetarras bolivarianos ¿no? Es que he leído, bueno, leer es un decir, que ya no apostáis por el proceso constituyente, que la Constitución de 1978 estuvo bien en su momento y que la OTAN ni tan mal.

–Como diría Errejón, Bertín, hemos podemizado España, pero el proceso es de ida y vuelta y nosotros nos hemos impregnado de España.

–Qué gloria escuchar tantas veces la palabra España, dios. Y, Pablo, cambiando de asunto, le contaste a Risto Mejide que tú en campaña procurabas practicar sexo.

En el sexo nunca hay que recortar, Bertín.

–Ahí me has ganado, campeón.

Bertín se abraza a Pablo Iglesias. La imagen se ralentiza. De fondo suena 'Don´t look back in anger' de Oasis: So, I start a revolution from my bed...

Ahora llega el epílogo en el que Bertín juega a ping-pong con Pedro Sánchez y al futbolín con Mariano Rajoy. Bertín se ausenta de la cocina y vuelve con unas bolsas con tetrabriks de vino y varias botellas de Coca-Cola: “A esta hora en Vallecas se hacen litros, ¿no?”. Pablo Iglesias simula un ataque epiléptico y el programa se da por finalizado. Bertín piensa: “Estos rojos son unos flojos”. Y se lleva unas anchoas rebozadas a casa, la camiseta de Ska-P y el libro de Gramsci

 

(Las declaraciones de Pablo Iglesias que están enlazadas son literales -sí, lo de Errejón también- y han sido obtenidas de los libros 'Una nueva transición. Materiales del año del cambio' de Pablo Iglesias y 'Ganar o morir. Lecciones políticas en Juego de Tronos', coordinado por Pablo Iglesias; el artículo de Jabois en El País sobre el despertar ideológico de Iglesias; y las entrevistas del Gran Wyoming en El Intermedio y de José Ramón de La Morena en El Larguero).