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Los “bien comidos” y los “deficitarios educacionales”

El nivel de miseria humana puede medirse con un tuit como el de Marcos de Quinto, diputado de Ciudadanos, en el que se refirió a “los pasajeros bien comidos del Open Arms”. El nivel de chulería, con su respuesta a la avalancha de repulsa en redes que esas palabras provocaron: “No es agradable tener que soportar continuamente a tanto deficitario educacional”. Miras las imágenes de la cubierta de ese barco, esas personas tendidas en el suelo que no tienen bajo sus pies, esos niños cuya primera experiencia vital es ya casi un naufragio, esas mujeres que cuentan cómo fueron violadas, y no puedes imaginar palabras para reflejar la inmundicia moral que superen las del diputado, oficialmente, más rico de la Cámara y, presumiblemente, de su historia.

Su nivel de violencia y falta de respeto queda patente en este otro tuit: “No, pedazo de cretino, troll de mierda: soy un diputado al que ha votado mucha gente para que no se deje achantar por gentuza como vosotros y para que trabaje por un país mejor donde basura como tú desaparezca de las RR.SS. Tú sigue votando a izquierda”. Obviamente, hay mucha gente como Marcos de Quinto, gente que ha votado a Ciudadanos para que gente como Marcos de Quinto hable en su nombre en el Congreso de los Diputados. Pero De Quinto se ha escudado en los votantes para justificar su grosería y, sobre todo, su falta de empatía, de respeto a los derechos humanos, de sentido de la justicia, su lengua envenenada de crueldad. Cabe preguntarse por qué esos votantes han elegido gente así para estar representados en los órganos más altos del ordenamiento democrático, como es un escaño en el Congreso de los Diputados, y qué piensan ahora de esa representación. ¿Piensan los votantes de Ciudadanos que las personas que han vagado como apestados por las aguas del Mediterráneo son “pasajeros bien comidos”?

El problema es que una formación política haya aupado a alguien como Marcos de Quinto (quien, por cierto, se presenta en su cuenta de Twitter como 'Pirata. Navego sin bandera', qué doloroso juego de palabras) hasta el Congreso de los Diputados. Ciudadanos ha metido en su saco a todo aquel que ha considerado conveniente, lo cual es lógico. Lo relevante es el criterio con el que lo ha hecho, a quiénes y por qué. Este fichaje estrella de Albert Rivera, que solo se concibe para que pueda representar en las instituciones políticas a grandes empresas como Coca-Cola (de la que es ex vicepresidente mundial y cuyo ERE impulsó), ha llegado a avergonzar con sus declaraciones sobre el Open Arms a compañeros de su partido, como el concejal por Las Palmas Javier Amador, quien ha pedido a Ciudadanos que “desautorice públicamente” al cargo electo ricachón. Ese extremo -la fortuna de De Quinto- y las influencias y contactos que comporta, son seguramente la única razón por la que Rivera impulsó políticamente a un hombre capaz de expresarse así sobre los pasajeros del infortunio. De Quinto, el hombre de las numerosas propiedades (los chalés en Madrid y Málaga, los pisos de Nueva York y Lisboa, las fincas, las naves industriales) y los 20 vehículos (dos Porches, dos Harleys, un velero…). Si al menos lo disfrutara sin ofender a quienes no tienen nada.

“Aburre la falta de educación y talento”, dice el diputado de Ciudadanos. Precisamente, en Ciudadanos este señor es responsable de Talento y Capital Humano. Cuando las palabras pierden su sentido, cuando lo que son no es lo que dicen, cuando las palabras son despojadas de su valor, no puede esperarse que las ideas y los actos sean mejores. Ni los suyos ni los de su partido, si permite que alguien así siga en sus filas y en sus escaños, representando a su formación política y a sus votantes, y justifica sus ofensas como “tuits personales”, tal y como los ha calificado César Zafra, secretario de Organización del partido de Rivera. No hay justificación posible sobre lo que Marcos de Quinto dijo de las personas a la deriva en el Open Arms. Insultarlos como ha hecho es inadmisible. Como tampoco es admisible que un cargo electo en la más alta institución democrática se refiera a los ciudadanos como ha hecho él en redes sociales. Pero eso era Ciudadanos. El mismo Ciudadanos a los que ha votado “mucha gente”, que ahora debiera exigir que a De Quintos se le retire el acta de diputado. El mismo Ciudadanos con quien Pedro Sánchez ha estado intentando gobernar. El mismo Ciudadanos que concurrirá a las nuevas elecciones que “la izquierda” habrá permitido. Al final va a tener razón De Quintos: en educación política, “deficitarios”.