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La 'Black week' o la semana en la que existen los negros

Asistentes a una marcha antirracista en Madrid.

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No, este no es un artículo sobre una versión de siete días del Black Friday. Lo de hoy es mucho más profundo. Es la confesión pública de un secreto a voces que durante décadas ha circulado entre las personas negras de este país. La revelación de un fenómeno del que nadie está a salvo, independientemente de su color de piel, profesión o estatus social. Lo siento por mi comunidad, pero ya es hora de hacerlo público. Es el día de que el mundo conozca la Black week.

La primera vez que oí esta expresión fue en un monólogo de la humorista Asaari Bibang. Ella, como una de las grandes afectadas, sabe de lo que habla. Pero no es la única: el fenómeno no es nuevo y hay evidencias de su existencia desde hace décadas. La Black week es la semana en la que las personas negras existimos para las instituciones, los medios de comunicación, las organizaciones sociales o las empresas, ya sea para añadir diversidad a una fecha señalada o para contar nuestra historia sobre un hecho de la actualidad ligado a la identidad racial. Lo que convierte en especial el fenómeno es su excepcionalidad: fuera de esos hitos nuestra presencia es casi inexistente.

La Black week se puede prever en fechas señaladas como el 8M, el Día contra el Racismo o la Semana de la salud mental. También en eventos como el estreno de una película estadounidense con negros como protagonistas. Los días previos son una vorágine de mensajes de Whatsapp, llamadas a borbotones, invitaciones a eventos a espuertas y compromisos en el calendario del móvil creciendo sin control. Sin saberlo, la Black week te engulle y quedas envuelto en la encrucijada de decidir entre la espada de ser la persona negra invitada para ser la nota de color y la pared de aprovechar el altavoz de uno de los pocos espacios que te ofrecen en todo el año.

En ocasiones la Black week nos pilla por sorpresa. En los últimos años, el asesinato de George Floyd y los insultos racistas a Vinícius Jr pusieron el panorama patas arriba. De un día para otro, las conversaciones sobre racismo estaban por todas partes y el interés por el antirracismo se desbordaba. Durante el año las mismas instituciones, medios de comunicación, organizaciones sociales o empresas mayormente hibernan en la cueva del desinterés y envuelven los temas en la capa de la invisibilidad racial.

No quiero ser yo quien desvele el equivalente a la Black week de otras comunidades, pero evidentemente no se circunscribe solo a las personas negras. Es difícil ver a personas musulmanas hablando de cualquier tema en televisión si no es en el contexto de un atentado terrorista. O lo complicado que es escuchar a la comunidad asiática en España si no encajan con nuestra mirada orientalista y estereotipada sobre la cultura china. Lo he escrito bien: la cultura china, no la asiática, aunque en España se usen como sinónimos.

Inspiro lentamente. Espiro con fuerza. Es la cadencia del alivio, la de quien se siente más ligero tras soltar una mochila pesada desde hace días. Ahora la Black week es de dominio público, y eso significa que hay menos razones para caer en ella. 

Exponer este secreto debería servir para situar a las personas racializadas y migrantes como lo que somos: voces de infinitas dimensiones más allá de la piel pero que no se explican sin ella. Personas que hablan sobre cómo les afecta la subida de los precios de la energía o de los alimentos. Expertas que debaten sobre qué les parecen los escándalos de las mascarillas o la situación política de la izquierda española. Cuerpos que albergan experiencias y conocimientos los 365 días del año y no solo cuando lo dicta una fecha señalada o la aleatoriedad de un evento extraordinario. ¿Para qué conformarse con una semana si podemos tener el año completo?

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