No los borrarán
En Madrid, gobiernan el PP y Ciudadanos con el apoyo de la extrema derecha de Vox. En Madrid, una de las primeras medidas que tomaron fue paralizar las obras de un memorial de las víctimas del franquismo, arrancando incluso nombres ya colocados. Borraron el trabajo del equipo de gobierno anterior y el alcalde acaba de decir que fue para “resignificar” el monumento en el cementerio de La Almudena. Martínez-Almeida dice que fue porque apuesta por la “reconciliación”, al mismo tiempo que ataca a quienes llama “la izquierda sectaria”. Muy reconciliador.
Para llamar “sectarios” a los demás, el alcalde proclama que hay que rendir homenaje a “aquellos que estuvieron pegándose tiros entre 1936 y 1939, frente a esa izquierda que quiere reescribir la historia”. No es nada sectario, qué va, que Martínez-Almeida olvide algo que repetiremos las veces que haga falta: en España hubo una Guerra Civil iniciada por un golpe militar, que dio paso a una dictadura de cuarenta años, que fusiló, encarceló, persiguió y provocó el exilio de cientos de miles de españoles. Reducir el golpe y la dictadura a una disputa entre unos y otros sí es reescribir. Y tomarnos por tontos.
Esto no va de unos que “estuvieron pegándose tiros entre ellos”. Ustedes dirán que “resignifican” memoriales, pero no podrán borrar el golpe militar contra un Gobierno legítimo. Fue una traición apoyada por nazis alemanes y fascistas italianos, que desató la masacre del pueblo, las atrocidades entre unos y otros españoles y dio paso a una dictadura cobarde y asesina durante cuatro décadas. Los vencedores fueron reconocidos. A los vencidos siguen humillándolos y “resignificándolos”. Eliminando del memorial de La Almudena sus nombres y versos, como los del poeta Miguel Hernández, como la carta de despedida de Julia, una de las 13 Rosas, y tantos y tantos miles de víctimas.
Ustedes “resignifiquen”, pero no podrán borrar lo que significó el golpe y cuarenta años de dictadura. Por más que busquen equiparaciones, eliminen placas y traten de imponer, a estas alturas, el cuento de “los que estuvieron pegándose tiros entre ellos”. Como si una mañana del 36 todos hubieran decidido ponerse a jugar al gato y al ratón. Como si después no hubiera vencedores bendecidos y vencidos en las cunetas. Como si golpismo y democracia fuera lo mismo y quienes fueron leales y perdieron no merecieran reparación y justicia. Que no están reñidas con la concordia, ni con la reconciliación, pero tampoco con la memoria.
Madrid es libre y abierta, pero últimamente se ha convertido en una ciudad con dirigentes que llaman “paletos” a otros de fuera, nos dicen que “la contaminación no mata” o que los atascos son “seña de identidad” y que retiran placas de víctimas contándonos que quieren “resignificar”. Ustedes digan que están “resignificando”, pero lo ocurrido no lo podrán borrar. “Que mi nombre no se borre en la historia”, escribió Julia Conesa, una de las Trece Rosas, y dicen que ese texto también lo han hecho desaparecer del memorial. Son hechos y nombres que ustedes borrarán de unas placas, pero de la historia no los podrán borrar.
36